Treceavo capítulo: "Avanza y no mires atrás"

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DISCLAIMER: Hetalia y todos sus personajes son propiedad de Himaruya Hidecaz.

Luego de viajes al exterior, mudanzas, renuncia de trabajo y demás, finalmente acabe este capítulo, gracias a todas y todos por no abandonarme.

La historia es original mía: Mely-Val, pero quiero agradecer a "Reino Inquieto" por ayudarme. Mil gracias por tu ayuda y tus geniales ideas. Les recomiendo que la busquen en fanfiction o wattapad, sus fanfics son espectaculares. Y queridos lectores, gracias por acompañarme hasta acá. Puedo tardarme bastante pero no los voy a abandonar. Ya tengo el final del fic. No voy a dejar la historia inconclusa.

ADVERTENCIA: Exhibición de pechos descomunales, nombre de personajes humanos, FEELS, insultos, violencia, sangre.

-Ludwig, yo...-, por más de que le doliera en el alma, no podía decirle la verdad. Debía resistir ese enorme impulso, pero... dios, como quería volver con él en ese mismo instante y no regresar nunca más a la unión soviética.

Alemania lo sobresaltó de pronto cambiando drásticamente su actitud, lo empujó brutamente contra la pared, gruñendo -¡cuidado!-. Apretó los dientes al ver quiénes eran los que estaban en el palco frente. Una poderosa fusión de ira y frustración se apoderó de él y metió deliberadamente la mano dentro del saco, asustando al pruso.

-¡Espera un momento bruder!- Gilbert jaló del robusto brazo, intentando hacerlo entrar en razón. Este no era el Alemania que él había formado, estaba actuando de forma impulsiva e irracional.

El germano se detuvo de pronto ocasionando que el otro suelte el aire contenido, aflojando el agarre.

-¿Acaso estoy escuchando mal Gilbert?... ¿me pareció que lo estabas defendiendo?- argumentó extrañado, girando lentamente en su dirección con sus ojos celestes bien abiertos, culpándolo silenciosamente de suposiciones que hacían ebullición en su conciencia, pero Gilbert antepuso a esa mirada con una más recia y tenaz.

La joven nación se equivocó de persona... no era Bavaria, no era Sajonia, no era Hesse. Él era Prusia, la gran ex nación militar, su nombre era la propia definición de disciplina y nadie, ni siquiera el propio Alemania, le haría doblegarse y ceder a su voluntad. El respondía solo a sí mismo y lo que decía, se hacía. Por eso Austria no quiso formar parte del Primer Reich, la conformación de Alemania, porque lo conocía bien y nunca aceptaría estar bajo sus órdenes.

La inusual expresión retadora que le propinó el pruso despertó una incómoda sensación de desconfianza en el germano, aflorando lentamente y amarrando su buena voluntad y amor fraternal hacia su persona como una enredadera llena de espinas.

Liberó bruscamente el brazo de las tensas manos de su hermano que lo había estado agarrando como tenazas, retrocediendo con el ceño fruncido. -¿Qué te ha hecho ese monstruo soviético?... ¿cuáles son las cosas que ha estado metiéndote en la cabeza? su tono sonó lastimero, notándose la indignación y decepción en cada palabra.

-Nein, no entiendes bruder- se notó en su voz rasposa lo sumamente ofendido que estaba por las suposiciones de Ludwig. ¿Qué acaso no lo conocía?, le había enseñado todo lo que sabía, lo había hecho una versión más adecuada de él, le pasó su conocimiento, poder, riqueza, prestigio. ¿Cómo podía siquiera pensar que se dejaría llevar por alguien bruto y campesino como Rusia?, ni siquiera se había dejado convencer por el propio Hitler, cuando el alemán se había comido cada mesiánica frase del Fhurer sin prestarle atención a sus advertencias. Gilbert, a diferencia de él, llevaba mucho tiempo pisando el suelo y habiendo vivido innumerables cosas, eso lo había vuelto difícil de manipular.

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