Miko

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Bueno antes que nada me alegra verlos por aquí a muchos de ustedes y sobre todo el que me apoyen con esta nueva historia.

Prometo actualizar las demás también.

Dedicado a PuniTaisho123

Disclaimer: Los personajes son de Rumiko Takahashi y yo solo los utilizo sin fines de lucro.

I

Miko

El brillo paró dejándolo bastante encandilado, poco a poco su vista fue aclarándose dejándolo desconcertado, no estaba frente al templo, estaba justo frente a la nada con una mano extendida al aire.

Respiró y sintió un gran alivio al no percibir ningún aroma fétido, al contrario, el aire era demasiado limpio, eso sí le agradaba. Después de todo algo bueno salía de estar en aquel lugar desconocido.

Decidió explorar, necesitaba ubicar si estaba lejos de algún lugar poblado, por la luz en el cielo pronto anochecería.

Caminó por un largo rato, y no lograba encontrar civilización, al elevar su mirada al cielo una columna de humo capto su atención y se dirigió hacia ella.

No tardó mucho en encontrarse una aldea todos estaban reunidos alrededor de una enorme fogata, parecían esperar la cena, ignorante de su condición yōkai se aproximó a ellos, detuvo su caminar de manera repentina a tan solo dos pasos de todos los aldeanos.

— No te muevas. –habló una voz femenina a su espalda.

Con el filo de una espada rosando su blanco cuello se giró para encarar a la mujer.

— ¿Qué buscas aquí? –preguntó de nueva cuenta.

Se dio la tarea de detallarla completamente. Lo primero que llamo su atención fue su gran aura rosada rodeando su cuerpo. La cabellera azabache atada de manera delicada, sus ojos celestes que sobresaltaban en su pequeño rostro que detallaba furia, luego miró su extraña vestimenta, parecida a la armadura de un samurái más no era samurái, el olor a lilas le llegó a su nariz, esa mujer tenía un aroma que le llamaba, sin duda, la mujer que tenía frente a él era extraña ante sus ojos.

— Te he hecho una pregunta.

Automáticamente Sesshomaru regresó a su realidad, sintiendo el frio del filo de la espada rosar su cuello intentó concentrarse.

— No dañaré a nadie, si es lo que temes. –respondió restándole importancia al asunto.

La mujer le miró alzando una ceja.

— ¿Pretendes que te crea? –preguntó burlándose.

La mirada de Sesshomaru se tornó enojada, nadie se burlaba de él, nadie.

— Yo no digo mentiras, de querer dañar a alguien ya lo habría hecho.

La mujer le miró titubeando un poco dudando en bajar la espada de su cuello.

— Si intentas algo en contra de alguien será tu último día. –advirtió.

— Que escandalosa Mujer. –respondió él ante la advertencia.

La chica hizo un mohín enojada dándose la vuelta ignorando al demonio.
Sesshomaru ignoro a todos a su alrededor y decidió seguir a la chica.

— ¿Acaso te he pedido que me siguieras?

No obtuvo respuesta.

Ella suspiró — ¿Qué es lo que haces aquí?

— De saberlo ya lo habría dicho. –fue su respuesta.

Caminaron por largo rato, el platinado era ignorante sobre el destino.

No podía apartar su mirada de la chica. Algo en ella se le hacía atrayente. Le hacía sentir como un puberto en busca de una vagina donde saciar sus necesidades en cada temporada de celo.

Se maldecía por no poder controlarse en ese momento.

Tenía 500 años no 30, en pocas palabras ya era un adulto y tenía que comportarse como tal.

¿Qué clase de mujer será?

.

.

.

La noche comenzaba a llegar a su fin los primeros rayos de sol comenzaban a pintar el cielo y ellos aún no llegaban y la pequeña mujer no parecía tener rastro alguno de cansancio.

Eso era nuevo.

— ¿A dónde vamos? -preguntó por fin a la azabache.

— Te llevaré a mi casa. -anunció ella para sorpresa del platinado.

— Llevarás a un desconocido a tu casa, eso sí que es loco ¡Ni siquiera sabes mi nombre y menos yo el tuyo!

La mujer se río de él.

— Soy la Shikon no Miko. -anunció sin mirarlo.

La expresión de Sesshomaru se deformó completamente.

— ¿Crees que soy tonto? -preguntó incrédulo, era obvio que mentía.

— Es tu problema si me crees o no. -respondió con simpleza mirándolo por el rabillo del ojo.

— ¿Y cuál es tu nombre Yōkai? -preguntó ella girándose por fin a mirarlo.

Zafiro y dorado chocaron entre sí.

— Soy Sesshomaru. -respondió encogiéndose de hombros restándole importancia.

Después de eso ninguno de los dos volvió a hablar por largo rato.

Comenzaba a atardecer cuando un enorme castillo se divisó frente a ellos.

Sesshomaru lo reconoció al instante, ese castillo pertenecía a la casa de la luna, a su padre.

— ¡Abran la puerta, he regresado!

Y automáticamente la enorme puerta con una "T" enorme.

— Miko-sama, bienvenida a casa. -recibió una mujer yōkai con un cuenco con agua.

— Gracias Kimi.

— Miko-sama, Lord Taisho quiere verla.

— Kimi, ¿puedes llevar a este chico a una habitación?

— Si Miko-sama.

Sesshomaru no se opuso y siguió a aquella demonesa que estaba seguro de conocer.

Había cuadros con pinturas por todos los pasillos donde se veía a Yûki Taisho, su abuelo.

.

.

.

— ¿Has encontrado algo?

— Me temo que no, Onigumo no ha dado la cara.

— Hay que estar alerta ese hombre es peligroso.

— Hoy traje un yōkai —, un InuDaiyokai para ser más exactos.

— Eso sí que es sorpresa, solo aquí habitan los Inus ¿Estás segura?

— Completamente. -aseguró.

— Entonces quiero conocerlo, Kagome espero que no me estés jugando una broma.

Kagome sonrió, sabía que aquel joven yōkai causaría una gran impresión en aquel lord.

¿Que dicen?

¿Si les convence?

Nos leemos pronto.

RT



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