Se que me tarde demasiado ;-; pido una disculpa, pero como recordarán no tenía laptop y escribir desde el móvil me era muy difícil.
¡Espero que sea de su agrado este capítulo!VI
Caminaban de regreso al castillo, venían cansados, Onigumo cada vez se iba alejando más y más y les estaba costando algo de trabajo seguirle la pista.
La preocupación de ambos en medida a conforme avanzaba y veían mayor destrucción en los pueblos a los que llegaban, no entendían nada sobre el objetivo de Onigumo de destruir y atacar pueblos llenos de personas inocentes.
Kagome era la que más se preocupaba por estas cosas, debido a que ella no apoyaba la muerte y mucho menos si eran muertes sin causa. El ultimo pueblo por el que habían cruzado ella había salido corriendo del lugar, no quiso quedarse a investigar junto con él.
— Creo que deberíamos parar, se está haciendo noche. –la gruesa voz del demonio rompió el silencio entre ambos.
Ella no respondió solo asintió, él podía oler el amargo aroma del miedo y la tristeza juntos. Eso le molestaba de cierta manera.
— Kagome —la llamó y ella lo miró con ojos tristes—, ¿Estás bien? –preguntó aproximándose más a ella.
Inmediatamente ella acortó la distancia lanzándose a su pecho y sollozó e instintivamente él la rodeo con sus brazos para intentar calmarla, el llanto aumentó y la presión en el abrazo también. La acción era tan íntima, que a los ojos de alguien más parecería que eran pareja. Después de unos minutos el llanto de ella disminuyó junto a su respiración hasta quedar dormida.
Con ella en sus brazos buscó un lugar para pasar la noche, pues esta vez no podrían acampar al aire libre como a ella le gustaba, una tormenta se acercaba así que la mejor opción era una cueva.
S&K
Un grupo de monjes los interceptaron en la entrada de un pueblo, se veían bastante molestos.
— ¡Alto ahí! –gritó uno.
— ¡Esta sacerdotisa va a morir hoy! –gritó otro.
— Es una deshonra para nosotros los sagrados. –gritó un tercer hombre.
— ¡Silencio! –Ordenó otro hombre desde atrás e inmediatamente le hicieron espacio para que pasara. Era un joven de no más de veinticinco años, llevaba un báculo y su cabello era negro como la noche, haciendo juego con sus ojos de un tono azul oscuro como la noche.
— ¿Eres la sacerdotisa del oeste? –preguntó de manera directa sin quitar su mirada de ellos.
— Lo soy, sirvo al señor de Occidente. –respondió con voz firme.
— ¡Onigumo nos hizo saber que tú eras la causa tras tantas muertes, no podemos dejarte vivir si eso seguirá causando más dolor a otros! –respondió con odio.
— Me temo que tú y tus compañeros están en un grave error, nosotros estamos tras de él para acabarle y así evitar más muertes de inocentes. –Respondió Sesshomaru.
Inmediatamente la atención de todos se posó en el demonio al lado de la mujer.
— ¡Lord Yûki! –se inclinó el líder de ellos.
Kagome miró asombrada la acción y su vista viajó a los soles del demonio dándole una sonrisa.
— Lo que ven aquí es a uno de los soldados de mi señor, él y yo tenemos la misión de acabar con Onigumo.
— Permítame unírmeles, ese bastardo pagará por lo que le hizo a mi padre y por haber intentado engañarnos.
Inmediatamente el ambiente se tranquilizó y los monjes se dispersaron quedando solo el líder y ellos.
— ¿Cuál es tu nombre, monje?
— Miroku Houshi. –respondió mirando a ambos.
— No toleraremos retrasos. –advirtió el demonio sin dejar de mirarlo.
El asintió con una sonrisa en su rostro.
— Por el momento, pido disculpas por las molestias que les causamos, les invito a mi casa para que descansen mientras tomo mis cosas para partir.
S&K
Dos semanas desde que habían iniciado su viaje con el monje, y ya habían logrado salvar una aldea antes de que fuera destruida, eso de cierto modo indicaba que iban por buen camino siguiendo a Onigumo.
— ¡Estoy cansada! –exclamo Kagome
— Ni que lo diga señorita, esos esbirros eran demasiado fuertes.
— ¡Necesito un baño! –pidió mirando al cielo que comenzaba a teñirse de azul.
Sesshomaru que regresaba con alimento y algo de leña para su campamento alcanzando a escuchar la conversación de ambos humanos. Ahora sabía que su pequeña Miko pedía un baño que de haberlo dicho antes la hubiera llevado desde hacía rato al lago.
— ¡bienvenido de vuelta! –ella lo recibió con una enorme sonrisa, se veía feliz.
— ¿Qué tal la cacería Taisho-san? –preguntó el monje poniéndose de pie dispuesto a ayudarlo en la preparación de la cena.
— Monje prepara esto mientras la llevo al lago para que tome un baño. –le ordenó a lo que él asintió.
Ella brinco de felicidad porque por fin se daría un baño, ella misma podía oler el fétido aroma que despedía de su cuerpo debido a la sangre y sudor de la batalla, no quería ni imaginar lo desagradable que era ese aroma para el demonio.
— Gracias. –susurró feliz al demonio.
Él la tomó en sus brazos y se elevó por el cielo para llegar más rápido al lago.
— Estaré cerca, si algo pasa solo llámame. –informó para darse vuelta y perderse entre la espesura del bosque.
Suspirando se relajó en el agua sus músculos estaba demasiado tensos después de la batalla y el agua era de ayuda para relajarlos, parecía que tenía años sin tomar un baño porque tan pronto como terminó el sueño comenzó a invadirla, así que llamó a Sesshomaru para regresar a su campamento para cenar y poder darle a su cuerpo lo que tanto quería: Dormir.
— ¡La cena estuvo deliciosa! Gracias a los dos, uno por traerla y el otro por prepararla. –agradeció ella mientras preparaba su lugar para dormir.
El moreno soltó una carcajada mientras veía la rapidez de ella por acomodarse para dormir y procedió a hacer lo mismo.
Ya mañana sería otro día nuevo y tenían que estar bien para lo que pudiera pasar.
El ambarino los miraba desde la altura de un árbol donde esa noche haría guardia, ahora tenía una "manada" y él era su alfa por lo tanto tenía que mantenerlos seguros.
¿Que les pareció el capítulo?
Dejenmelo saber en los comentarios!
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Mi Vida es Tuya
Fanfic- "Aquí yace la sacerdotisa de Shikon, nuestra heroína" -leyó en voz alta. Se aproximó al templo donde se podía ver una enorme caja de piedra dentro, completamente sola en la penumbra. Observando bien su rededor en la madera de lo que parecía ser un...