Simbología;
Entrevistador
Dave–Personalmente, considero “The magic whip” como un disco milagroso. ¿Lo es en tu opinión? Quiero decir, quién sabe qué hubiera pasado si no se cancelaba aquel festival de Hong Kong.
–tal cual, siempre confié en que haríamos otro álbum. La pregunta era cuándo. Si no hubiese sido en ese momento en Hong Kong, hubiese pasado en algún otro, seguramente. Cuando se presenta la oportunidad, siempre tratamos de aprovecharla. Pudimos en este caso, teníamos tiempo… Lo mismo se aplica para cuando tocamos en los Juegos Olímpicos en Londres, que ofrecimos ese recital interesante en Hyde Park. Y también al hecho de venir acá, donde nunca habíamos estado… Se trata de hacer lo que sea que nos parezca interesante en el momento que consideramos adecuado.
–Lograron recuperar la química en la gira reunión y plasmarla en un álbum. Sin embargo, Blur siempre parece que está por dar el último show. ¿Por qué se instaló esa sensación?
–Es una táctica de marketing. Siempre se anuncia en el comienzo de la nueva gira que va a ser la última. No sé por qué lo hacen. Lo cierto es que uno nunca sabe si va a ser o no la última. Dudo seriamente de que tomemos esa decisión, creo que va a pasar orgánicamente, como la mayoría de las cosas que han sucedido en la banda.
Gen político.
“Después de Think Tank hice muchas cosas, como todos los integrantes de la banda. Me convertí en un artista gráfico, me involucré bastante en el partido político local, me postulé varias veces, me preparé, estudié para dedicarme a ser un abogado de criminalística, practiqué por un par de años… Estuve muy ocupado, siempre estoy muy ocupado”, revisa.
Luego agrega: “Por separado, siempre tuvimos muchos proyectos que quisimos hacer a lo largo de los años y que por el hecho de estar full time dedicados a Blur no los pudimos desarrollar. Esa separación sirvió para activarlos”.
–¿Llegaste a odiar a tus compañeros en aquella época? ¿Cómo viviste la época en la que tuvieron que echar a Graham?
–Sí, porque somos como hermanos. En algún momento nos odiamos del mismo modo en que otros, que son la mayoría, nos amamos. Somos familia, hemos estado en la banda por mucho tiempo. La verdad fue un periodo poco feliz para todos cuando Graham dejó la banda. No distance left to run (el documental sobre los vaivenes de Blur) se trató de eso, de dejar en claro cómo nos sentimos en ese momento. Fue bastante triste.
–¿Qué es lo primero que se tiene a la mente cuando alguien verbaliza la expresión “britpop”?
–La gente siempre cree que nos describe con esa expresión, que hoy ya tiene otro significado, según creo. Porque refiere a música británica de los ’90 que puede ir de Kylie Minogue a Take That. No sé, no es un término que me diga algo relevante. Todas estas cosas vienen de la prensa de música británica. Es como un intento por describir a la música pop de una manera “artística”, o de darle entidad de “movimiento”. Pero en Blur nunca nos sentimos parte de un “movimiento”, nunca sentimos que teníamos mucho en común con otras bandas. Hacemos lo que hacemos. Personalmente, sobreviví a los ‘90. No soy una persona nostálgica, ni pienso sobre esos días. Estoy entusiasmado por el futuro más que por el pasado.
Perfil bajo
–Sos el de más bajo perfil en Blur, ¿te sentís eclipsado por el fulgor del resto?
–Por lo general los bateristas somos de bajo perfil y no nos salimos mucho de la “línea”. Y está bien, pero lo cierto es que tuve una vida muy emocionante por estar en Blur, aun sin necesidad de fama y reconocimiento. Mi balance dice que la gente sabe mi nombre por hacer cosas interesantes y tengo lo mejor de los dos mundos: soy el baterista de Blur, algo que de por sí suena bien, y puedo vivir mi vida sin que nadie me moleste o me tire su ropa interior (risas).
–Por último: algunos temas del nuevo disco parecen surgidos de improvisaciones generadas a partir de “patterns” percusivos…
–¿Cuáles canciones?
–Bueno, en general. Pongamos por caso “Go out”.
–Bueno, todo el álbum fue escrito sobre zapadas en el estudio. Pero en general los puntos de partida para una canción comienzan en Damon. Él es el compositor principal, así que él marca la dirección de las cosas.