2. La cena

22 0 0
                                    

En la cena descubrí muchas cosas. Entre ellas, la más interesante es que Ben posiblemente me odia.

Bueno, exagero, tal vez solo le desagrada el hecho de que respire.

Esa misma noche, los Zimmerman pondrían pies en la residencia Cobb.
Las chicas Cobb se encargaron de arreglar la casa para que sea lo más presentable posible. La señora Cobb hizo ensaladas y el señor Cobb estaba cocinando la carne. Todo preparado para una perfecta velada.

Si no fuera por el condenadamente insufrible Benjamin.

Tras pasar por la puerta y sentarse en la mesa, proseguimos a comenzar con lo más importante: comer.

En la cena, el conocimiento adquirido fue el siguiente: la pequeña Zimmerman se llamaba Violet, ella honraba su nombre vistiéndose del mismo, con un vestido y una diadema de color violeta. Era aún más parecida a su madre de pie a su lado, en unos años podría pensarse que son hermanas.

Para Michi, esta niña fue amor a primera vista. Ya estaban entablando conversación sobre los nuevos capítulos de las series que ambas sintonizaban.

Luego estaban los gemelos, sus nombres eran Alan y Alex. Aun que no lo crean, era fácil diferenciarlos.
No eran gemelos, eran mellizos. Alan tenía los ojos cafés y Alex tenía los ojos celestes. Fuera de eso eran idénticos, si cerraban los ojos, no sabría quién era quien. En esta ocasión, tenían la misma ropa: remera blanca que resaltaba lo rubios que eran, jeans azules oscuros y unos zapatos idénticos.

Miedo.

El estimado Benjamin fue una persona decente hasta el momento. Era la copia de su padre, el único hijo de cabello oscuro y ojos verdes. El señor Zimmerman era dulce como su mujer, nos saludó a todos con un cálido apretón de manos ¡incluso trajo helado!

Luego de la cena, en la que los chicos Zimmerman se comerían los huesos de lo que sobró si sus dientes se lo permitieran, los padres quisieron tener la charla entre adultos. Ahí fue cuando mamá nos mandó a las habitaciones. El inicio de la catástrofe.

¿Alguna vez han visto Zack y Cody? Bueno, multipliquen eso por mil y tendrán el equivalente a los gemelos Zimmerman, sin tener en cuenta a Ben.

Ingresamos a la habitación. La verdad no era nada de otro mundo, pero aparentemente que haya solo una cama llamaba la atención de todos. Primero recorrieron todo el perímetro, como ninjas en una misión, abriendo cajones, roperos, buscando algo. Luego los tres hombrecitos Zimmerman se pusieron de acuerdo para saltar en la cama y fingir que era un ring de lucha libre.

—¿Es tuya? —le pregunto Ben a Michi. Mi hermana era una pulga y hablar con los chicos no era su especialidad ¡Y menos cuando solo tiene diez años!

—Es de las dos —respondí yo. Ben era impredecible y su curiosidad no era de mi agrado.

—¿No puedes dormir sola en las noches, Dee? —pregunto, con un tono de arrogancia y cargando la voz en mi nuevo apodo.

La verdad es que Michi era la hermana menor así que era obvio que era ella quien me necesitaba, pero normalmente era yo la que tenía miedo, así que se me ingenió otro tipo de argumento.

—Mi nombre es Diana ¿Y acaso no estabas durmiendo con todos tus hermanos la primera vez que nos vimos? —contraataque.

Por la cara de Ben creo que le di justo en el orgullo.

Insertar cara de satisfacción aquí.

Bastó con una mirada de Ben para que él, Alan y Alex agarraran las almohadas de la cama y comenzara la guerra.

Michi y yo coleccionábamos almohadas de todo tipo, podíamos ser solo dos personas pero contábamos con ocho almohadas en nuestra cama.

Debería ser justo porque éramos tres contra tres, pero era obvio que llevábamos la ventaja. No sé si los chicos no pegaban con suficiente fuerza o realmente eran tan débiles.

Todo termino cuando bajaron las almohadas y comenzaron a hacer cosquillas.

Dicen que el noventa porciento de las guerras de cosquillas terminan en besos. Yo le partí la nariz a Ben.

¡No fue intencional! Pero estoy casi segura que desde ese momento Ben me marcó como su némesis.

Gracias al cielo, no nos sumimos en un silencio incómodo, tras la cara de disgusto de Benjamin vino el chiste de Alan y Alex.

—¡Eh, Rodolfo! ¿Ya encontraste a santa? —bromeó Alan.

Ben soltó un ja muy sarcástico y todos estallamos en risas. Alan y Alex se rieron tanto de su propio chiste que estaban en el piso, golpeando con una mano y atajando su estómago con la otra. Ben los estaba estrangulando con la mirada.

Debimos reírnos un largo rato porque la señora Zimmerman subió las escaleras y llamó a sus hijos. Me despedí con un beso en las mejillas de Violet, un choque de puños con Alan y Alex, y aún cuando llego Ben, no supe cómo reaccionar.

Él me dio un abrazo. El chico que acababa de ser comparado con un reno me estaba abrazando.

Pero todo fue parte de su estrategia.

Ben me giro en sus brazos haciéndome una llave por el cuello y despeinándome con la otra.

—Rodolfo tendrá su venganza —dijo Ben, lanzándome una mirada antes de salir de la pieza.

Me gustaban mis nuevos vecinos.

PuzzleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora