7.Un poco de alcohol

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Diana lleva toda su vida siendo una buena alumna. Nunca ha dejado ninguna materia, siempre ha sacado casi puntaje en todo y no tiene ausencias en clases. Era la estudiante promedio perfecta.

Pero créanme cuando les digo que nadie está preparado para un examen de química.

Luego de pasar horas estudiando con Alan y Alex, decidieron recurrir a Ben como última esperanza.

-¿Es malo que me parezca fácil? Ni si quiera quiero estudiar-digo, tirándome al piso en un acto dramático de fatiga y me siento culpable de hacerlo porque Alan está por tirar su libro por la ventana.

-Creo que todos necesitan un recreo, tanto estudiar les hace mal-dice Ben, dándole unas palmaditas a sus hermanos.

Hoy estamos todos de blanco. Cuando los exámenes involucran números, nos vestimos así para que Diosito vea que sus angelitos están estudiando, así nos ayuda en el examen.

Una vez finalizada la sesión de estudio, vuelvo a casa y tenemos que salir a comer. Odio salir a comer.

Que mamá y papá peleen mientras yo estoy arriba con Michi no me molesta, pero estar encerrada en un auto con ellos peleando, intentando que mi hermana menor no les preste tanta atención es lo peor.

Comenzaron una discusión por algo absurdo ¿el agua? ¿Las facturas? No lo entiendo. Ser un adulto es muy estresante. Verlos me hace no querer crecer nunca pero ya tengo quince años así que creo que es un poco tarde.

Verlos también me hace dudar de que exista el amor.

(...)

Al día siguiente, la hora pasa muy rápido hasta que finalmente llega el momento del examen. Tal vez pasó rápido por la ansiedad. Tengo los nervios a flor de piel pero cuando me lo entregan, aplico todos mis conocimientos.

Se me daban mil veces mejor las materias leídas que las ciencias exactas. En algunos lugares las llaman ciencias duras y les doy toda la razón.

Al salir del examen mientras mis compañeros rinden todavía, me tiro en la tabla más alta de las gradas de la cancha y me pongo a pensar en mis respuestas. No estaba segura de nada pero no pudo estar tan mal.

Estaba tan concentrada en eso que no me doy cuenta del momento en el que Alan me toma de las manos y Alex de los pies y comienzan a balancearme. Se impulsan tanto que creo que van a tirarme al otro lado.

¿Y si se les suelta una mano o un pie? ¿Y si caigo y me rompo algo? El colegio tiene demasiadas escaleras como para andar con muletas.

-¡Ya! ¡Bájenme! ¡Los voy a asesinar!-grito, esto comienza a marearme.

Ellos lanzan una carcajada al unísono y me sueltan como si nada por lo tanto toda mi existencia se rompe contra la tabla de madera.

Como parte de mi plan de venganza, escondo mi cara entre mis manos y ahogo un sollozo. Por el espacio de mis dedos puedo ver que Alan tiene los ojos muy abiertos, con las cejas levantadas y
Alex está más blanco que un fantasma.

Cuando se acuclillan frente a mi, es mi momento de entrar en acción. Me siento de golpe y agarro sus cabezas, haciéndolas impactar la una con la otra.

-Eso es por agarrarme desprevenida y espero que esta vez entiendan ¡pude morir!-digo y esta vez soy yo la que no puede aguantarse la risa cuando veo que ambos se tocan la cabeza donde posiblemente tengan un chichón más tarde. El que ríe ultimo ríe mejor.

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