8. Correr por nuestras vidas

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Después de que Alex dejara la habitación, el ambiente estaba cargado de energía. Podía sentir a Ben, su mirada, sus palabras. Algo ahí era...diferente. Yo simplemente no estaba preparada para esta charla, seguía demasiado conmocionada por hechos que ni siquiera recuerdo.

Ben me explica más detalladamente de lo que espera lo sucedido en la escalera que me lleva a haberme declarado ebria al chico de mis sueños.

-Sinceramente esto es muy...confuso-¿y me lo dices a mi?- Pero creo que si ambos estamos dispuestos a intentar algo...

¿Estaría Ben insinuando que está dispuesto a empezar algo conmigo? No puedo creerlo. Aseguraba que yo también le gustaba de alguna manera pero algo no cuadra.

-Todo es mejor si lo pensamos con la cabeza fría. Por el momento seamos lo de siempre-digo con una sonrisa forzada y me retiro de la habitación, sin importar que él tenga muchas cosas que decir. Le daré la palabra cuando me sienta lista. Voy a mi casa y me cuelgo pensando en los mil puntos para considerar.

(...)

Después de horas y horas de ahogarme en mis propios pensamientos decidí que necesito aplicar la mejor técnica de relajación de las mujeres: comprar.

-Michi...-digo pero mi hermana esta tan absorta en Pretty Little Liars que no reacciona.-¡Michelle!-gritó esta vez y me paró en frente de la televisión.

Rodando los ojos, me hace una señal para que prosiga.

-Quiero que me acompañes de compras.

-Estás haciéndome perder mi valioso tiempo, Diana-responde ella frívolamente.

-¡Por favor, Michi! Solo serán una o dos horas.

Esto ni siquiera tiene sentido, ella tendría que estar rogándome a mi que la lleve de compras ¡no yo a ella! Entiendo que las bailarinas no tengan mucho tiempo libre pero eso no es asunto mío.

No va a ceder si no la persuades

-Te compraré algo-digo, arrastrando las palabras.

Tras unos segundos de vacilación, la reina Elizabeth decide finalmente mirarme levantando una ceja y sin más palabra apaga la televisión en lo que aparenta ser una señal de paz.

-Acepto tu oferta pero yo elijo que me compraras y no vamos a tardar.

La enana sabe negociar, quien lo diría.

-Trato. Pero salimos en este exacto instante-contestó, tomando las llaves del auto y dinero.

Yo era, en efecto, la peor conductora de todo el planeta Tierra. Casi atropello dos peatones, me bocinaron unos cinco autos y una abuelita me grito quien me dio mi licencia pero superando todas las dificultades, llegamos a un centro comercial.

Obviamente tardamos más que una o dos horas pero esa zapatería era todo lo que necesitaba para borrar a Ben de mi mente. Recorrimos mucho más pero ya no compramos nada, no éramos Kylie Jenner.

Ambas nos decidimos por unos zapatos converse. Los de Michi eran rosados y los míos negros, para cambiar la rutina. También adquirimos una sandalia cada una y una para mamá. Me hubiese gustado que mamá estuviera aquí con nosotras. A veces simplemente me pregunto si el dinero que compra los lujos que nos permitimos tener vale la pena todo lo que trabajan.

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