Capítulo 1

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- Llévenselo.

Los dos hombres sosteniendo toscamente de rodillas al impotente castaño, que permanecía con la mirada gacha, dieron un grito de afirmación un tanto exagerado frente a la mujer que se retiraba del lugar, luciendo fríamente imperturbable. Con cada gota de sangre que brotaba del brazo izquierdo de aquel imprudente chico y se esparcía por todo el blanco mármol que se hallaba bajo sus pies, la rabia crecía en demasía dentro de él. Estaba harto de los adultos, aquellos que con el paso del tiempo perdieron la sensibilidad hasta con sus propios seres queridos; y aunque tratara de comprenderlos, excusarlos con que era culpa de la catástrofe ocurrida hace un par de años que atemorizó al mundo entero, no podía. Simplemente no podía perdonar cada una de las atrocidades que por su maldita ambición cometieron. Fue cuando alzó la mirada que, observando con furia la espalda de la cruel mujer, parecía querer aniquilarla.

- ¡Son tus malditos hijos! ¡¿Cómo puedes hablar tan despectivamente sobre ellos?! - Espetó. La misma ira que no planeaba disminuir le ayudó a forcejear contra los soldados como si fuese una bestia enjaulada; una bestia que no aparentaba su edad y fuerza, muy baja haciendo comparaciones con aquellos hombres, que incluso hizo que poco a poco se arrastrasen con él, cada vez más cerca de su objetivo. Pero el tercer soldado, que yacía a sus espaldas portando un arma de fuego, no se anduvo con rodeos y, haciendo caso omiso a su moralidad, con la cantonera de su arma golpeó contundentemente su cabeza, no llegando a noquearlo, pero sí a descolocarlo severamente e inmovilizarlo de nuevo.

Gracias al poco peso que tenía el menor, a los soldados se le facilitó el sacarlo de aquella sala, siendo seguidos de cerca por el tercer soldado, armado y alerta. Y cuando la puerta se cerró completa y herméticamente, dando paso a un sepulcral silencio, se pudo observar como esa mujer a la cual el impulsivo chico tenía tachada de cruel e insensible, aún de espaldas observaba por el rabillo del ojo como se lo llevaban, arrastrándolo a través del largo pasillo de cristal; pensando en todo lo que dijo aquel crío, y que tal vez... sólo tal vez tenía razón.

Mientras tanto, Jungkook fingía estar todavía desconcertado, esperando el momento indicado para poder escapar, retrasando un poco más el paso al dejarse colgar de los soldados para que le cargasen todo el camino.

Su plan hubiera salido perfecto de no ser porque un sonido fuera de lo común se escuchó no muy lejos de ellos. El castaño no era tan tonto como para seguir fingiendo, sabía que el peligro se acercaba. Tuvieron que detenerse a escuchar con más atención y fijarse de dónde provenía. El sonido agonizante de alguien asfixiándose de manera constante y suaves rasguños en las paredes eran suficientes para erizarte toda la piel. El ambiente se volvió repentinamente tenso y amargo cuando aquel insistente sonido de pronto dejó de escucharse. El soldado armado ya estaba preparado para disparar a lo que sea, no esperando que el ataque fuera por la retaguardia.
Las ventanas del pasillo se rompieron en mil pedazos detrás de ellos. Infectados a montones comenzaron a entrar por aquellos huecos, cayendo bestialmente o rasgando gran parte de su cuerpo con los grandes trozos de vidrio que quedaban en el marco de la ventana; esparcían la mayoría de su sangre y órganos por todo el suelo, embarrándolo por completo, y aún así podían continuar como si tuvieran todas las piezas jugando a su favor. Era enfermizo.

Era su oportunidad, el soldado con el arma de mayor calibre se encontraba disparando a diestra y siniestra contra los interminables infectados, y otro de ellos había soltado su brazo derecho para unirse a la lluvia de balas junto con su camarada. En cuanto al que quedaba todavía sosteniendo su brazo herido, también había sacado una pistola por si acaso, pero se encontraba muy perdido viendo como sus compañeros mataban a la masiva bola de agresividad como para prestar atención al chico, que no dudó en golpearle la nariz. Comenzando un forcejeo silencioso y torpe por su parte, dado que su condición física no estaba en el mejor de los estados para pelear, con esfuerzo logró darle en un punto crítico para su mano y arrebatarle en medio de temblores el arma. Cabe destacar que recibió unos cuantos golpes en su brazo herido, costillas y pómulos que fácilmente podrían haberlo hecho chillar, pero eso habría llamado la atención de los compañeros de su enemigo; en ese entonces fue mejor morderse la lengua y dejar que las lágrimas de agonía actuaran reemplazando su grito. Y cuando después de golpearlo lo suficiente tenía a aquel soldado a su merced, para dejarlo ya completamente inmóvil, le pateó con la punta de su pie en la entrepierna, un tanto débil en comparación a cómo lo habría hecho en el pasado.

Infected. || TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora