Capítulo 6

170 20 11
                                        

Tenía miedo de volver al colegio.
No porque se haya enterado gracias a Jimin que Jisung volvería al colegio el día siguiente debido al director, que le bajó su suspensión. A decir verdad le importaba poco y nada volver a cruzárselo.
Lo único que le aterrorizaba era que los demás alumnos lo clasifiquen como problemático, mala influencia, mini Jisung, Jisung 2.0, Jisung junior; si eso pasa, su oportunidad para hacer amigos está acabada.

Sungmi lo sabía, por eso estaba tan callada, con el vehículo en marcha, observando con algo de lástima el rostro de su pequeño. Estuvo perdido por diez minutos mirando dentro del edificio con una expresión afligida. Era doloroso ver a un niño, que tiene las cualidades para hacer lo que se proponga, mostrándose tan asustado al mundo.
Muchos de sus moretones y cortes en su rostro y brazos seguían siendo visibles, también era triste notar su esmero por ocultarlos. Las mangas dobladas de su camisa que lo caracterizaban tanto, ahora estaban abrochadas a su muñeca como escondite. La corbata suelta, ahora bien ajustada, estaba para los rasguños en su cuello. Su cabello, tapando incluso la mitad de sus ojos, para los cortes en su ceja y frente. Pero era imposible ocultar su labio roto y sus pómulos morados.

- ¿Y si me temen? — Preguntó miedoso, aún sin apartar la mirada de los alumnos caminando por la zona. Su madre se percató de cómo sus manitos se hacían puños temblorosos, así que decidió calmarlos al tomarlos con las suyas. Al finalmente cruzar miradas, Sungmi le dedicó una sonrisa compasiva.

- Demuéstrales que no eres alguien de temer.

- ¿Cómo? — Volvió a decir, inseguro.

- Siendo tú mismo.

- Para ti es fácil decirlo, eres amable, siempre te preocupas por todos.

- ¿Y te olvidas de quién eres hijo? — Señaló con diversión, intentando apaciguar aquel ambiente gris.

- Pero yo no soy así.

- Lo dice quién se metió en una pelea para salvar a alguien que apenas conocía.

- Lo siento.

- No te lo recuerdo para que te disculpes. Pero... — Fingió pensar por unos segundos. — en realidad, te pareces más a tu padre que a mí.

- ¿Me parezco a papá? — El niño rápidamente levantó su mirada, con una pizca de ilusión en sus ojos.

- Por supuesto. — Afirmó esbozando otra sonrisa. — Era un terco que siempre se metía en problemas por ayudar a cualquiera que tuviera una injusticia. Incluso perdí la cuenta de las veces que llegaba a la casa herido como tú, siempre con su sonrisa tonta y la infantil excusa de "fue injusto, no iba a quedarme callado.".

- No puedo imaginarme a papá así. Él... sólo trabaja y trabaja, nunca está en casa. Tampoco me presta atención cuando le hablo, sólo lo hace cuando le miento diciendo que me interesó una de sus armas. — Poco a poco, la sonrisa de Sungmi se apagó.

- Sí... tu padre... — No podría explicarlo, pero el castaño sintió todo lo que ella decía como una gran mentira, más que nada por la pizca de rechazo que captó en sus palabras. — cambió mucho. Pero eso no cambia el hecho de que heredaste lo bueno de ambos.

- ... Tienes razón. — Asintió algo más convencido. — Quizás sí soy como ustedes dos.

Sungmi se sintió realizada al ver nuevamente esa brillante sonrisa en su pequeño, que abrió la puerta del auto un momento después.

- Demuéstrales.

- Lo haré, mamá. — Aseguró sonriente.

Eso dijo pero, ¿ahora qué haría? El edificio se veía como el mismísimo infierno, o una prueba imposible de superar. Con cada paso que daba una persona lo examinaba con una expresión indescifrable. Dió una última mirada a su auto. Allí, se encontraba su mamá con ambos pulgares arriba, animándolo con una sonrisa. Necesita avanzar, tiene que ser fuerte, por mamá.

Ya dentro del edificio las miradas se hicieron más deducibles, basado en grupos de personas. Aquellos que parecían tímidos, le miraban con admiración, la mayoría de chicos con burla, y muchas niñas le miraban con preocupación. No sabe la razón de esas miradas, sus heridas no se ven tan mal. ¿Acaso hizo algo malo otra vez?

A lo lejos, en la cartelera de talleres y noticias, se encontraba Jimin de brazos cruzados leyendo una de ellas. Su expresión no era nada amigable, como de costumbre, pero esta vez había algo diferente en ella. Varias personas se dedicaban a ver el mismo papel que él, parecía algo importante.
A paso rápido y con su intriga creciendo, alzó su mano al aire para saludar a su pequeño amigo.

- Hola, ¿qué miras? — El más bajo voló de un salto en su lugar, exaltando también al castaño, que se encontraba desconcertado. — ¡Q-qué susto! ¿Qué pasa?

Su confusión aumentaba conforme Jimin actuaba de manera sospechosa, intentando a toda costa ocultar la cartelera tras su espalda. Jungkook rió imaginando que sería una broma.

- Oh, vamos. ¿Ahora tendré que sacarte a la fuerza?

- N-no es eso. — Articuló con nerviosismo. — Vamos, te llevo a tu salón.

- No sin antes ver ese papel. — De improvisto, el rubio fue apartado a un lado. Era demasiado tarde para cuando lo tomó entre sus manos y lo rompió en mil pedazos. El castaño simplemente observó las manos del contrario, haciéndose el tonto. — ¿Era tan importante que no lo vea como para romperlo? — Comentó con gracia.

- ¿Lo leíste? — Preguntó preocupado. El más alto negó con una expresión inocente, a lo que un enorme suspiro se escapó del chico a su lado. — Ya no importa, vamos al salón.

[...]

Era hasta graciosa la manera en que todos en su salón lo miraban con preocupación, incluso su profesor. Entonces su instituto no se diferenciaba tanto del antiguo, en ambos las autoridades hacen la vista gorda y sólo dejan que la violencia ocurra. Todos eran unos cobardes.
Soobin, su querido compañero de banco, ni siquiera le dirigía la mirada, podía notarse que él estaba involucrado o sólo muy asustado.

"Pobre, de esta no sale vivo." escuchó decir a uno de sus compañeros. Quizás tenía razón. Quizás él también era muy débil o muy cobarde para aceptar que en ese papel, con un rojo amenazante y caligrafía desprolija, tenía escrito "Jisung vs Jungkook".

Infected. || TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora