Después de meditarlo mucho, pero realmente mucho, decidí hacerle caso a los Valente e invitar a Simón a cenar a casa esperando poder estar solos para conversar confidencialmente. Pero eso fue lo último que sucedió.
- ¡Simón! ¡Llegaste muy chulito!- le exclamó Luna en mi cara. - ¿Por qué nunca te vi así antes? ¿Acaso Ambar te dio un código de vestimenta?
- Luna, estoy vestido exactamente igual que siempre.- rio él humildemente.
- ¿Sabes que no eres el único invitado, no?- preguntó Luna divertida.
- ¡¿Qué?!- reaccioné incredula, justo en mi noche ella tenía que invitar a alguien más. Todo bien que ahora sea su casa, ¿pero no fue ella la que me alentó a invitar a Simón?
- Invité a Nina, Jim y Yam a una pijamada, pero descuiden, no los molestaremos en su cita.- me explicó Luna.
- No es una cita.- repitió Simón hiriente, sin saberlo. - Somos amigos.
- Por supuesto que no.- asentí. - No saldría con Simón ni aunque fuera...- decía olvidando cómo mentir.
- ¿Ni aunque fuera qué?- se volteó el mexicano hacia mí.
- ¿Debería recordarles que se besaron?- pensó Lunita en voz alta cuando sonó el timbre.- ¡¿Oyeron eso?! Deben ser las chavas, mejor voy a ver...- decía ella retirandose.
- Te quedaste callada.- señaló Simón sorprendido. - ¿Acaso sucede algo?- consultó acercandose.
- ¿A mí? No, para nada...- decía cuando él acarició mi mejilla izquierda dejandome muda.
- ¿Es neta que no saldrías conmigo?- inquirió inclinandose a mí cuando escuchamos un estornudo.
- Disculpen, estaba buscando el baño.- dijo Jim acompañada por Yam.
- Es en la siguiente puerta.- le indiqué señalando la dirección al apartarme de Simón.
- Gracias, Ámbar. Espero que no nos encierres o algo así para arruinarnos la noche.- decía Yam. Estaba a punto de responderle cuando Simón presionó mi mano.
- No es justo que le hables así, Yam. Ella ha pasado por mucho este último tiempo, y sé...- declaró dedicandome una sonrisa que me transmitía confianza. -...sé que ahora es la princesa de cuento que siempre he visto en ella.- dejando fluir su magia en palabras.
- ¿Enserio olvidaste todo lo que nos hizo así como así?- cuestionó Yam.
- Se equivocó, pero merece otra oportunidad.- me defendió Simón.
- Pues ella debería demostrar si realmente lo merece.- intervino Jim.
- ¿Cómo? Si ni siquiera confían en ella para una simple indicación...- decía Simón aturdido cuando intervine.
- Esta bien, Simón, dejalas ir al baño. De todos modos, tengo mejores cosas que hacer antes que "arruinar su noche".- respondí yendome hacia mi habitación sumamente indignada.
- Una vez que quiero una noche para mí, tiene que venir Lunita y sus amigas para arruinarla. Ahora entiendo cómo debió haberse sentido la Cenicienta cuando sus hermanastras arruinan su look para el baile. Sé que no fui una santa en el pasado, pero realmente me esforcé para invitar a Simón a cenar conmigo.- me decía a mí misma en mi reflejo.
- ¿Cenicienta? ¿A quién se le ocurriría compararme a mí con la Cenicienta? Nunca me faltó nada, nunca hice tareas del hogar. Ni siquiera tengo amigos a quienes realmente les agrade, y lo más cercano que tenía a un hada madrina, se encuentra profuga. Mi único enfoque siempre fui yo y nada ni nadie más.- me contesté.