- Ámbar, acabó la clase.- me dijo Simón guardando su guitarra en su funda.- ¿Quieres...?
- Te acompaño hasta tu casa.- asentí notando que le daba vergüenza pedirmelo.
- No es necesario, es lejos de la mansión.
- Mejor para mi chofer.- le sonreí.
- Prefiero caminar.
- Bueno, caminemos.- decidí tomando su mano para andar por las calles frías y oscuras de Buenos Aires. Claro que hay edificios que iluminan un poco el camino, pero estando con Simón no veía a nada más que a él.
- ¿Tienes frío?- consultó presionando mi mano helada.
- Un poco.- admití aferrándome a él hacia su departamento.
Llegamos a su departamento y él me ofreció a esperar arriba la llegada de mi chofer.
- ¿Y los chicos?- pregunté notando la ausencia de Nico y Pedro.
- Deben estar volviendo del Roller.- indicó sentado a mi lado. Nuestras miradas se encontraron y sus ojos luego posaron sobre mis labios.
- Simón, ¿queres...?- le preguntaba acercándome a él quien tímidamente se inclinó a mí y compartimos un beso que destabilizó mis sentidos. Mi cerebro me exigía que me aparte, mi corazón que no me marche. Ya no percibía ningún perfume, me estaba quedando sin aire. Solo sentía la suavidad de sus labios que saboreaban los míos.
Nos apartamos y él se me queda viendo sorprendido. Como si algo terrible acabara de pasar.
- No tendría que haber pasado esto, pronto tendrás novio.- murmuró rápidamente.
- ¿Qué?- cuestioné cuando se abrió la puerta e ingresaron los chicos de la banda con Benicio.
- Ya me preguntaba de quién era el chofer en la entrada.- dijo él sonriéndome.
- Parece que vinieron por ti, Ámbar.- me dijo Simón.
- Bien, nos vemos.- dije sabiendo que probablemente Simón no iba a repetir lo que dijo frente a sus amigos.
De pronto, me desperté. ¿Yo besaba a Simón y él me decía que pronto tendría novio? Por favor, no puede haber sido más nefasto ese sueño. Simón es solo parte del plan, un instrumento para lograr mis fines al igual que Benicio.
Además ¿qué es eso de que pronto estaré de novia? A mí nadie me quiere, ni me importa. Prefiero estar completamente sola antes que con mala compañía. Pronto me iré a París, ese siempre fue el plan de mi madrina para mí, o debería decir tía o Sharon o tal vez mamá. No, puede ser que me adoptara, pero esa mujer nunca será mi madre. No veo la hora de irme lejos y no volver a verme con toda esta gente.
Me acerco a mi espejo y me peino repitiendo el beso soñado en mi mente.
- No, Ámbar, no te enamores de Simón, no busques novio. Vos tenes otras prioridades antes de perder el tiempo en cosas tan absurdas como el amor. Simón te ayuda a ganarte la confianza de Lunita. Benicio te ayuda a deshacerte de Juliana. Son solo tus peones, no confudas sus actos con emociones.- me dije.- Las emociones son para débiles que no pueden pensar con claridad, con objetividad para lograr sus metas. - pensé en voz alta.- Pero Simón dice que llorar es de valientes...- me contradije.- Ja, qué ingenuo.- me negué.- Pero es tan lindo a la vez, qué lástima que solo lo estoy usando.- me admití.- Él realmente parece preocuparse por mí, ¿y yo qué hago? Lo uso, y encima me vuelvo socia de alguien de quién él desconfía. Pero como dije antes, parece que de preocupa por mí.- me recordé. - Hay muchas cosas en juego a estas alturas y Simón no se iría a París por vos. Puede que se fuera de Mexico por Lunita, pero no significa que se iría al otro lado del mundo solo para estar con vos, a mi lado. Por eso, no te enamores, Ámbar.
Esto fue inspirado en un sueño que tuve que me dejo pensando.
