Capítulo Veintisiete (Maratón: uno/cinco)

4.5K 277 24
                                    

-Pero, antes de irnos a otro lado, tenemos que ir a comprarte ropa, no irás en vestido -sonrió.

-Pero, si estamos enfrente de mi casa, puedo ir a cambiarme y...

-No, no. Sospecho que si te dejo entrar, ya no saldrás y me dejarás aquí plantado -¿¡Cómo lo supo!?-. Así que, en marcha -me miró por unos segundos más y después encendió el automóvil para poder partir.

El camino estuvo lleno de risas y sonrisas.
No hubo silencio alguno en todo ese recorrido, anécdotas y más anécdotas, demasiado graciosos a mi parecer, aunque, digamos que todos eran míos.

-¿Es en serio lo que me estás diciendo, ______? -habló entre carcajadas.

-Cien porciento real -respondí sobando mi estómago. Tenía tiempo que no reía tanto.

-Es que, no puedo creer que sigas entera. ¿Me lo podrías contar otra vez? Creo que se ha convertido en mi recuerdo favorito -sonrió mostrando sus blancos dientes y comenzó a reír.

-Está bien, está bien -tomé una bocanada de aire y suspiré intentando calmar mis carcajadas-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Está bien, está bien -tomé una bocanada de aire y suspiré intentando calmar mis carcajadas-. Tenía como seis años, fui con mi tío a la tienda abro paréntesis de colada como siempre se cierra paréntesis -Yi Jeong rió al escuchar el se abre y se cierra paréntesis y no lo culpo, no tenía otra forma de explicarlo-, porque siempre me invitaba yo sola. Entonces, como a unos... ¿qué serán? ¿Tres metros? Bueno, ese no es el punto, todo era demasiado grande cuando tenía esa edad -reí-. Vi un hoyo y se me ocurrió decirle a mi tío "¡TEN CUIDADO, NO TE VAYAS A...! -bajé la cabeza algo apenada- Y fui yo la que se cayó... Al parecer ese hoyo estaba más cerca de lo que pensaba -miré a Yi Jeong y pude notar que hacía un gran esfuerzo por contener la risa-. Vamos, yo sé que quieres reírte.

-Es que... perdón... -comenzó a reír como nunca, pero eso sí; con la "precaución" de no ocasionar ningún accidente.

-No hay nada que perdonar -sonreí levemente y alcé un poco mis hombros restándole importancia- Y bueno, dime, ¿a dónde iremos? -tenía demasiada curiosidad respecto al lugar al que iríamos, me sentía como una niña pequeña cuando sale de paseo con sus padres.

-A comprar tu ropa -respondió obvio.

-Esa ya lo sé -rodé los ojos-; con ustedes comprándome ropa cada que nos vemos, terminaré llenando el closet de todos en casa -bromee-. Pero, me refiero al otro lugar, ¿qué es?, ¿o cómo es? -estaba empezando a ponerme un tanto ansiosa, ¡odio ser tan curiosa!

-Es sorpresa -despegó unos segundos su vista de la carretera para mirarme y después guiñar un ojo- sé que te gustará.

-¿Sorpresa? -tragué un poco de saliva y me removí de mi asiento intentando acomodarme, ya que, una pequeña pero inquietante pregunta llegó a mi mente haciendo que me pusiera un tanto... nerviosa..., pero tengo que preguntar... así tendré tiempo de escapar si intenta hacerme algo- No es un hotel, ¿verdad? -sentí que me hacía cada vez más y más pequeña al no tener respuesta alguna y eso no es todo; sabía que mis mejillas estaban más que rojas por la pregunta que acababa de hacer. ¡Tragame tierra! Era lo único que pensaba desde que se me ocurrió esa brillante idea de pensar, formular y decir tal pregunta.

¿Dentro de Chicos Ante Flores?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora