| XVII: NUEVOS DESCUBRIMIENTOS |

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Francisco

—¿A mí? —preguntó indignada—, ¿por qué me tendrían que interrogar a mí?

—Por lo que la administradora del hospital nos contó —pasó la palma de su mano por su frente; se notaba cansado, y desesperado de la situación—, fue una mujer quién lo hizo, así que van a interrogar a mujeres cercanas a Gabo o las que compartan un rasgo con la atacante.

—Entiendo eso, pero yo estuve todo el tiempo en la cancha viendo la final.

—Te creo, Isabel —puso una mano sobre su hombro—, confío en vos, y en lo que decís. Pero eso debés decírselo a los oficiales.

La mujer suspiró totalmente fastidiada, mientras ponía ambas manos en su rostro, girando la cabeza de un lado a otro, diciéndole prácticamente: «no, no puede estar pasando esto.»

—Ey, —le dijo Francisco quitando sus manos que cubrían su rostro lleno de frustración—, ¿qué sucede?

La directora se aclaró la garganta. —Es sólo que, todo esto me supera, Francisco. ¿Te das cuenta que todo esto sucedió estando Gabo bajo mi cargo? Todo esto es mi culpa. Yo debí tomar medidas de seguridad para toda la escuela, era un evento muy concurrido, así que debí ser más cuidadosa.

—No podés culparte por esto, Isabel...

—Claro qué sí; desde que yo asumí el cargo, ¿qué ha pasado? —preguntó más exaltada. Estaba comenzando a perder los estribos, y caminaba de un lado a otro dentro de la oficina—, sólo problemas han llegado al IAD, y esto... —Bufó, entrelazando sus dedos en su cabello casi arrancándolo. Sus ojos estaban rojos, el enojo la estaba superando—, esto de Gabo... es la gota que derramó el vaso.

—¿Qué tratas de decir? —preguntó con el ceño fruncido, siguiéndola con la mirada.

—Que una vez solucionado esto —volvió a suspirar—, yo dejo el IAD.

Isabel salió de ahí con rapidez, y Francisco no tardó en seguirla.

—Isabel, ¿podés pensarlo bien? —preguntó intentando seguir su paso—, lo que decís ahora es por todo lo que está pasando; no estás pensándolo bien.

El lugar donde se llevaban a cabo los interrogatorios a las alumnas y maestras era la oficina de Diego.

—Francisco, soy adulta y sé lo que estoy diciendo —llegaron a la puerta y el oficial que custodiaba detuvo su entrada.

—No puede pasar, alguien más ya está siendo interrogada —le dijo el oficial.

—¿Quién? —preguntó Isabel—, se supone que seguía yo para ser interrogada.

—Una alumna entró hace unos minutos. El detective que lleva el caso solicitó que fuera interrogada. —Sacó una libreta que llevaba en su amplio bolsillo y comenzó a buscar entre las hojas—, su nombre es Martina Markinson. Lleva ahí más de media hora, creí que alguien ya se lo había comunicado y por eso es que tardaba tanto en aparecerse en la oficina donde se está haciendo el interrogatorio.

Zoe

Salieron de la comisaría mientras Zoe seguía insistiendo en llamar a Martina.

—No atiende —le dijo a Felipe.

—¿Creés que le haya pasado algo a ella y a los demás? —preguntó el rubio.

—No lo sé, normalmente Martina siempre está al pendiente de su celular. Me parece extraño —mordió su labio inferior—. Será mejor ir al IAD, ahí seguro que los encontramos.

Misterio en el IAD • TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora