uno

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Aquel chico de ojos vacíos.
Aquel chico de piel pálida, y boca ensangrentada, nariz roja, por el mismo líquido que recorría su boca.

¿Cuantas personas habían muerto?
Aproximadamente ocho.

Fred tenia problemas, serios problemas, el no asesinaba por que quería, o podía, si no por que lo necesitaba.

Este mismo se encontraba sentado en la puerta del establecimiento, esperando a la policía.
Manchado completamente con la sangre de todos los guardias de seguridad, a el le tocaba patrullar el corredor, no le gusta ese lugar.
Por esa molestia los asesino a todos.

Odia que las cosas no salgan como lo desea.

- Entonces el hombre que los atacó se fue por esa puerta, ¿Seguro que es todo lo de recuerda? - pregunto el oficial mientras revisaban a Fred -, aparte de la manera en que los atacó a todos.

- Si... Así es - dijo con voz ronca, mirando el suelo fijamente -.

- Bien, en este momento lo dejaremos ir, si necesita ayuda por favor frencuentenos y le atenderemos como es debido - dijo guardando el cuaderno y pluma con los que escribia -.

Fred fue directo a casa. Entró, supo que seria difícil explicarle a Freddy por que llegaba tan tarde.

Caminaba lento por el pasillo hasta llegar a su habitación, entrar en ella y tirarse en la alfombra.
Sabia que no debía dormir ensangrentado.

Pequeñas risillas salían de sus labios secos. Estas mismas se intensificaban hasta ser carcajadas, las cuales disminuyeron hasta que sus ojos vacíos quedaron en completa oscuridad, no había pupilas en ellos. Solo oscuridad, acompañada de esa risilla macabra.








Freddy abrió lentamente los ojos, creyendo que había escuchado algún ruido. Salio de su habitación y se detuvo frente a la cocina, pensando si debía comer algo o solo volver a recostarse.
De pronto escuchó un cerrón de puerta, subió las escaleras y la luz del baño estaba encendida.

Fred había llegado a casa.

Blood (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora