Epílogo

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Habían llegado a Nueva York el primero de diciembre, había nieve acumulada en las aceras y la temperatura era de unos diez grados, pero cuando bajaron del taxi que los llevaba a su hotel, no nevaba.

Jin lo agradece, porque no era muy fanático de la nieve.

El hotel Plaza era uno de los más lujosos y bonitos hoteles de toda la ciudad, y fue el mismo al que habían ido a celebrar año nuevo, luego del trabajo. Jin no tenía buenos recuerdos de ese hotel, pero el menor se veía tan emocionado por estar ahí, que no dijo nada cuando llegaron a la recepción.

Con una suite en el anteúltimo piso, y un balcón terraza por dónde se podía contemplar todo el Central Park, Jungkook dejó su valija tirada en el living junto con su mochila, y antes de que el mayor lo regañara por el desorden, lo tomó de la cintura y lo empotró contra la pared más cercana, para besarlo duramente.

Sus lenguas chocaban, y sus dientes se enterraban en los labios ajenos, y a pesar del frío que todavía tenían por haber estado en la calle hace minutos, comenzaron a sentir un calor que abrazaba sus pieles cada vez que chocaban.

—Dijiste que íbamos a ir a visitar la Estatua de la Libertad, y reservé los boletos hace un mes. —dijo ahogado, el pelinegro.

El castaño se separa de Jin con una sonrisa, y besa la punta de su nariz acariciando con suavidad su mano.

—Correcto. Deberíamos salir de aquí ahora, o no voy a contenerme.

—Eres malo, Kookie. Pero quiero pasear, y cuando volvamos... —le muerde el labio inferior, y corriendo, se encierra en el cuarto para prepararse para salir.

Jungkook no estaba muy emocionado con la idea, el viaje había sido eterno y hacía un frío horrible cuando salieron del hotel, pero según Jin,no habían cruzado el mundo solo para tener sexo.

—Es exactamente lo que hice.

—Múerdeme, Jungkook.

—No me tientes. —dijo el menor, divertido.

Desde arriba de la estatua, se podía ver por un lado la isla de Manhattan y Brooklyn y la isla Ellis, según el guía turístico, del otro lado podrían observar El Parque Libertad, de Nueva Jersey, y Jin exclamó emocionado que lo veía, pero Jungkook no vio nada por la horrible niebla que cubría el Río Hudson. La gente se amontonaba a los pies de la estatua, como si en la cima estuvieran entregando iphons gratis.

No veía toda la emoción a aquello, era una bonita vista, pero del Rockefeller Center se podía ver lo mismo, y además, con binoculares, a la bendita estatua.

Pero no dijo nada, porque Jin estaba realmente emocionado, incluso mientras bajaban de la estatua y volvían en el ferry rumbo a Manhattan. Charló animadamente de todo lo que había dicho el guía —Jin había aprendido un poco de inglés, y era mucho mejor hablando que Jungkook— hasta que llegaron a tierra firme.

Con su mano dentro del bolsillo de la chaqueta de su novio, caminaron por el Parque Battery y luego se tomaron fotos con el Toro de Wall Street, y se las envió a Yoongi, quién amorosamente los mandó a la mierda por despertarlo en la madrugada.

—Es un osito gruñon. —dijo Jin, al leer el tercer insulto que el chico le enviaba por mensaje de texto.

En los días siguientes, se dedicaron a recorrer los lugares típicos de la ciudad. Fueron al Empire State y a la Catedral de San Patricio, comieron en el Chinatown y visitaron el Museo de Historia Natural.

Como Jin había visto en cientos de películas americanas, caminar por el puente de Brooklyn a la noche, obligó a Jungkook abrigarse hasta las orejas, y recorrer todo el punte de una punta a la otra, mientras se agarraban las manos.

• UNHOLY •《Kookjin》[FINALIZADA]Where stories live. Discover now