Capítulo XI

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Parpadee un par de veces antes de abrir completamente mis ojos y poder dar visión del espacio en el que me encontraba, y ese lugar era en el auto de Henry. Mas específicamente, encerrada en el maletero.

Intente patearlo, pero me di cuenta que mis piernas estaban atadas, al igual que mis manos y mi boca sellada con algún tipo de cinta. Se me ocurrió empezar a humedecer mis labios para que el pegamento dejase de  funcionar y poder quitarme la maldita cinta, con el fin de gritar y que alguien me ayudase a salir de aquí; sin embargo mi plan se fue al hoyo cuando note que el coche se había detenido en sabe Dios que lugar. 

Aparente estar inconsciente cuando Bowers y sus dos monos cilindreros abrieron el maletero. El viento se sentía un poco mas fría de lo normal, así que asumí que estábamos en las afueras de la ciudad, probablemente en los baldios, o en el peor de los casos... en casa de Henry.

Diablos, todo menos en casa de Henry.

--¿Qué esperan, tontos? Sáquenla de ahí. Quiero divertirme con ella un rato.

Los sudorosos dedos de Belch y los huesudos dedos de Victor me sujetaron de todas partes de mi cuerpo, tuve que reprimir mis ganas de romperles la cara cuando sentí una mano en mi trasero. 

--¿En dónde la dejamos?

--En mi habitación.

Mierda.

Llegamos a la habitación de Henry y los dos imbéciles me tiraron a la cama. Quede boca arriba, aun seguía fingiendo estar inconsciente y no pude ver si había una ventana o algo parecido para huir del lugar.

--Esperen afuera --dijo Bowers y azoto la puerta.

Escuche los pasos de Henry acercándose. Quisiera decir que no estoy sintiendo miedo, pero eso seria mentir.

--Estas despierta, ¿no es así, eh zorrita? --escuché su voz demasiado cerca.

No respondí.

--Bueno, si no lo estas, creo que no hay problema si hago esto. 

¿Qué cos..?

La fría palma de la mano de Henry Bowers se poso sobre mi muslo derecho y comenzó a subir mi vestido.

Reaccione rapidamente y me aparte de él yendome a una esquina de la cama.

--Basta, Henry. No hagas esto --dije tratando de sonar lo más valiente que pude. Mantuve mi mirada en sus ojos.

--Si no lo hago, ¿cómo aprenderás la lección?

El chico se acercó hasta quedar a centimetros de mi rostro.

Los ojos de Bowers siempre me habían parecido muy hermosos, había cierta luz en esos iris azules. Esta vez, no había nada de claridad en ellos. Como si lo único que tuviera en él, fuera pura maldad.

—Eso pensé. No hay de otra forma —posicionó una de sus manos en mi cadera, con la otra me acostó en la cama y se subió encima de mí.

No podía quitarmelo de encima por más que me moviera, me golpeó la primera vez que intenté hacer un movimiento rápido para apagarlo de mi, y la segunda, y una tras otra y otra.

Me había logrado quitar el vestido por completo y ahora estaba semidesnuda.

Estaba tan desesperada que hice lo único que podría, tal vez, sólo tal vez salvarme de este demonio. 

Actuar como lo que todos me creen: una zorra.

Dejé de sollozar para entrar en otro sufrimiento peor del que estoy pasando. Fingir que disfrutaba de él.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2022 ⏰

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Richie Bocazas Tozier [IT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora