19. Familia

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― ¡Ah!― gruñe Tracy mientras da un paso adelante y comienza patear algunas cosas... como el sillón, las sillas, me pregunté si no le dolería hacer aquello, después de todo, estaba descargando su ira contra objetos duros.

Porque siempre que yo hacía eso, terminaba gritando, pero de dolor.

Suspiro y vuelvo mi mirada a Lucian, quien estaba limpiándose la sangre de su labio inferior.

― ¡Ni se te ocurra ayudarlo, Ward!―grita mi amiga desde la cocina, me estremezco al oírla llamarme por mi apellido, sólo lo hacía cuando estaba realmente furiosa.

Lucian me mira y sonríe, lo que parece más una mueca que cualquier otra cosa.

― ¡Aquí tienes hielo!―mi amiga entra y se la da, dejándola fuertemente en sus manos, Lucian mira la bolsa y luego a mi amiga, arrugando su frente.― ¡Entra!―exclamó perdiendo la paciencia.― ¡¿Piensas quedarte parado ahí como un maldito neandertal o entrar y cerrar esa puta puerta de una buena vez?!― grita desde la sala de estar.

Camino hacia allá y la veo sentada, mordiendo su mano, siempre lo hacía cuando trataba de controlarse.

―¿Tracy?― susurré, sentándome a su lado y poniendo mi mano sobre su hombro.

Me mira.― Odio enojarme, ¡Maldición!―exclama, haciéndome saltar en mi lugar.― ¿Por qué eres tan estúpida?―la miro sin entender, por qué ambas sabíamos que ésa era una pregunta sin respuesta.― ¿Por qué siempre llega alguien que se entera de lo idiota que eres y te ve la cara?―habla mientras ve como Lucian se nos une y se sienta al frente de nosotras.― A ella.―me apunta.― Su familia le dio la espalda.―se truena los dedos y noto un poco de sangre en sus nudillos.― El padre de Eliot, ése hijo de puta al que golpearía hasta castrarlo a golpes, la manipuló como quiso.―tomé pañuelos desechables de un cajón cercano y comencé a limpiar sus nudillos con delicadeza, la sangre opacaba la belleza de su diseño en las uñas que siempre llevaba largas y bien cuidadas.― ¡Joder! Me fui y la dejé allá, el mayor error que cometí, ¿Sabes lo que le hicieron? Pues no, ¿Verdad?―suspira fuertemente.― Esas amigas que tenía, eran unas jodidas y grandes hijas de puta. Se encargaron de utilizarla y manejarla a su maldito antojo.

Hago una mueca de desagrado, constantemente, me preguntaba el porqué había hecho todo aquello.

Ahora lo entendía, era una adolescente y no quería estar sola ni mucho menos sentirme así... no me importaba lo que tenía que hacer para tener amigas, quería dejar de ser aquella chica solitaria a la que la gente veía mal porque Tracy había sido mi amiga.

― No quiero hacerle daño.―habla Lucian.

― Pues, no te creo.― mi amiga quita su mano de mi regazo y se cruza de brazos.

― Es un contrato de mutuo acuerdo.― Lucian suspira.― Eliot será el mayor beneficiado en esto.

― Eliot me tiene a mí.

Lucian alza las cejas, no comprendiendo a lo que se refería.

― Eliot necesita más que simple amor y cuidados.―se pone cómodo en el asiento, cruzándose de brazos.― Necesita tratamientos médicos, una operación y remedios.

― Tengo el suficiente capital para hacerme cargo de mi ahijado.

― ¿Has firmado el contrato?―pregunta Lucian repentinamente.

Dejo de morderme la uña y asiento lentamente.

― Entonces no hay vuelta atrás.―ambas fijamos nuestra mirada en él.― Después de todo, si se llega a romper o perder; se deberá pagar una comisión.―se encoge de hombros.― Digamos que es un contrato legal, con el dueño de una importante empresa y por consecuencia, tiene su precio si se trata de anular el contrato.

Señora Delacroix (#1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora