Capítulo 0.1, Especial - Viejas historias

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Hace mucho tiempo atrás, Greenville

― Mamá.―habla la niña de 4 años de cabellos rubios y ojos negros.

― ¿Qué?

― ¿Por qué ella está sola?― pregunta tristemente, ella siempre se había sentido sola, pero aquella niña... aquella niña estaba siempre sola en aquella banca.

― Porque se lo merece.― dice su madre con desdén, como si esa pequeña criatura fuera la culpable de aquel destino.

― ¿Por qué?― Elizabeth parecía no darse cuenta del repentino enojo que aparecía en el rostro de su madre, un odio descomunal y sin sentido.

― Cállate y camina.―sisea mientras empuja a la pequeña al auto.− Y te lo advierto, no te acerques a ésa.― comienza a abrochar su cinturón con brusquedad, sin darse cuenta de que a la pequeña le dolía.― ¿Has entendido?

― Sí, mamá.― su susurro fue tembloroso y casi desgarrador, pues su deseo era que aquella pequeña no se sintiera tan sola como ella.

A sus 4 años, Elizabeth comprendió que la amistad se basa en algo puro e incondicional, que puedes, incluso amar a una desconocida odiada por muchos.

Fue así, como pasaron los días en su nuevo jardín, Elizabeth fue testigo del odio de los pequeños e incluso de los padres hacia a aquella niña de unos impresionantes ojos azules.

Una tarde de primavera, Elizabeth se quedó a esperar a sus padres quienes se habían demorado más de lo normal.

Ella estaba sentada debajo de un árbol, contemplando aquella hojas que se movían al compás del viento.

De vez en cuando se sentaba en ése lugar y soñaba que era libre, que jamás estaría sola.

En esos momentos insignificantes y por muy tonto que se oiga, Elizabeth Ward, era feliz.

― Miren, aquí está la hija de la prostituta.―oyó decir a un chico mayor que ella.

Se giró y vio como comenzaban a molestar a la pequeña rubia de ojos tristes.― ¿Qué pasa, tu padre el alcohólico te comió la lengua?

La niña se levantó y sin decir nada, comenzó a caminar, pero ellos no se detenían, la empujaron y la botaron al barro sin piedad alguna.

― ¡No te han enseñado lo que son los modales, pequeña perra!― Elizabeth no sabía a que se referían, como tampoco el porqué trataban de golpearla.― Pero yo te enseñaré.

Algo, algo muy en fondo del corazón de Elizabeth se encendió y sin darse cuenta, caminó hasta ellos... cuando comprendió lo que debía hacer, supo que debía desobedecer a sus padres... ella no podía no mirar aquello y quedarse sin hacer nada.

A sus 4 años, Elizabeth, fue más valiente que todos esos adultos que decían amar a los niños... fue más humana que todos aquellos que iban a la iglesia los domingos en las tardes.

Mamá dijo que no debía ser mala niña, pero mamá no sabe lo que le están haciendo a esa niña a la que tanto he visto llorar.

Lo lamento, de verdad que sí.― quiso decir ella a su madre y a esos niños a los que había golpeado por la espalda.

― ¿Qué te sucede?

― ¿Quieres que te golpeemos?― le gritaron aquellos bravucones, ella ni se inmutó; en su lugar, golpeó a uno en donde mas les duele a los niño y jamás entendía el por qué.

Al otro, quien la había girado para darle un fuerte puñetazo en su delicado rostro, lo tiró al suelo y con mucha ira, lo golpeó en su rostro. Cuando se dio cuenta de lo que hacía, se levantó y tomó a la niña de la mano, juntas, arrancaron hasta ocultarse en algún lugar de aquella plaza.

Señora Delacroix (#1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora