Falsa tranquilidad

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Los días transcurrían con normalidad, el embarazo de Steve iba de viento en popa, mientras él, día con día se hacia más débil.

Nadie hizo ningún comentario al respecto de la decisión tomada por Steve, ni del inminente suicidio al que se estaba exponiendo, todo eran sonrisas amorosas y comentarios alegres.

Por acuerdo común, se decidió no mencionar nada acerca del tema, todos fingirían que todo se encontraba bien y cada uno cargaría con sus remordimientos en lo más profundo de su subconsciente.

Wanda y Vision habían pedido una misión de larga duración en el lugar más lejos posible, no querían estar allí para cuando el terrible suceso ocurriera, no querían atormentarse con los pensamientos cargados de culpa y dolor de los demás.

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En ese momento, Bucky y Natasha se hallaban pintando de blanco la habitación de Steve, mientras este los miraba, desde su cómoda posición en una silla de ruedas, la cual fue diseñada por Shuri, especialmente para él.

Había salido con un permiso especial, pero se le había impedido realizar cualquier esfuerzo, inclusive caminar. Con su sexto, casi séptimo mes de embarazo, sus huesos se habían vuelto sumamente débiles y pararse implicaría una ruptura segura de alguno de sus huesos.

Los médicos dieron con exactitud con el problema en el cuerpo de Steve; el suero estaba actuando en contra. Su hijo nacería fuerte, eso era seguro, pero su cuerpo empezó a resentir las consecuencias y cada vez perdía más minerales. Se había hecho hasta lo imposible por detener esto, pero el cuerpo de Steve se había negado a responder.

Por más noticias negativas que le diesen, su sonrisa jamas desaparecía de su rostro, mientras le dijesen que su hijo estaba bien, no habría ningún problema.

—creen que le guste— dijo con suavidad, levantando un hermoso enterizo blanco con detalles en azul.

—le va a encantar, Steve, después de todo, es algo que le elegiste tu— dijo la rusa con calma.

No sólo se encontraban preparando el cuarto para el bebe, en la mañana los tres habían ido de compras y le habían comprado mucha ropita, jugueticos y pañales.

—Nat tiene razón, Steve— le contestó Bucky con jovialidad.

—oye, Buck, a propósito de todo, felicitaciones, por lo de tu rehabilitación, pero, porque no me lo dijiste— pregunto el rubio, mirando con seriedad a su amigo.

—gracias, Punk— le agradeció —yo... No te lo dije porque no era el momento— confeso desviando la mirada de su amigo.

—y cuando iba a ser el momento, James, tu rehabilitación termino hace dos meses, soy consciente de lo que ocurre conmigo, pero eso no es motivo para que dejes de decirme las cosas, eso para mi también era importante — le regaño con suavidad.

—lo siento, Steven. Gracias y no te preocupes no te ocultare nada de nuevo, lo prometo— dijo con agradecimiento.

—ven, dame un abrazo— le dijo sonriente el rubio.

El castaño, con nerviosismo y después de un asentimiento de la rusa, la cual observaba todo en silencio, se acercó al contrario y con cuidado de no irle a lastimar, le rodeo con sus brazos. Los recuerdos de la ultima ve que abrazó es frágil cuerpo en los cuarenta y el saber que era altamente probable que no lo volvería a ver, hizo que las lágrimas que se había esforzado tanto por contener se desbordaran de sus ojos.

Steve, siendo consciente del porque del llanto de su amigo, acaricio las hebras castañas, buscando reconfortarlo.

—perdoname, Steve, la emoción me hizo llorar— dijo el castaño, separándose a fuerzas y secándose como podía las lágrimas.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora