¿Una bienvenida o un adiós?

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Bucky ingreso con Steve en brazos hasta el quirófano y cuidado lo depósito en la cama dispuesta para atenderlo.

Los médicos le colocaron un sinnúmero de aparatos y máquinas, mientras el rubio se deshacía en gritos y alaridos de dolor.

Estaban a punto de correr a Bucky, pero, en ese momento manos eran lo que necesitaban y no podían rechazar ninguna ayuda extra.

Natasha tuvo que quedarse haciendo el papeleo en la recepción, por eso no estaba allí con ellos.

-Barnes, rasgale la ropa, necesitamos limpiar y comenzar de inmediato - grito uno de los médicos.

El castaño con sus manos temblorosas acato la orden, rasgando las vestiduras del rubio y dejándolo completamente desnudo.

—bien, eso era todo, puedes retirarte — le dijeron.

—Pero él es mi amigo, no puedo dejarle solo— reclamó, tomando una mano de las del rubio entre la suyas y sintiendo como este ejercía fuerza sobre ella, apretándola hasta el punto de cortar parte de la circulación, pero a él lo único que le preocupaba era el bienestar de su amigo y del hijo de este.

—no puedes estar aquí, lo tendremos que operar, y para eso estará completamente sedado— dijo otro, pero fue cortado por la doctora a cargo del procedimiento.

—no, si lo necesitaremos aquí. No podemos sedar por completo al paciente, seria contraproducente para él y para el bebe— dijo la mujer, mientras limpiaba el abultado vientre de Steve y las zonas aledañas.

—Barnes, rápido, ponte una bata, guantes, gorro y tapabocas, te necesitamos aquí y no hay tiempo que perder— ordenaron por ahí.

El castaño, a una velocidad increíble se vistió de forma adecuada y regreso a su lugar, al lado del rubio, que en ningún momento había parado de gritar.

Unos sonidos raros alertaron al castaño y a todo el personal presente en aquel quirófano; el bebe se estaba quedando sin oxígeno y no bastaba mucho para que empezara a ahogarse con el liquido amniótico. El tiempo era escaso.

—anestesia local a la región abdominal, lo estamos perdiendo— grito la jefe, a la cual le pasaron una jeringa con un liquido transparente, que procedió a aplicar en la zona adecuada.

—¡hagan lo que deban hacer de una vez, no dejare que lo hijo se muera!— fue el grito desgarrado del rubio, quien hacia lo posible por resistir el dolor.

—pero, señor Rogers, la anestesia todavía no ha actuado y hacerlo podría...— trato de explicarse, siendo cortada por un nuevo grito.

—¡hagalo, maldita sea, si van a salvar a alguien, que ese sea mi hijo!— grito, luchando por ser fuerte.

La mujer trago saliva y tomó en sus manos el bisturí para proceder a realizar el corte.

Mientras el cuchillo se deslizaba por su carne, Steve sentía el dolor más fuerte que jamas en la vida había podido experimentar, ni el hielo se sentía como aquello. Sentía milímetro a milímetro como su piel se iba abriendo.

Bucky lo miraba completamente aterrado, eso era inhumano, en el rostro de su amigo podía observar su sufrimiento. Su rostro se hallaba empapado de sudor y lágrimas, y la fuerza que le aplicaba s su mano se hacia menor. Levantó un poco su vista y ver como literalmente abrían a su amigo, le causo un escalofrío poco agradable. Era espeluznante, quería despertar, quería que todo esto acabará.

La sangre que salia era abundante, y la forma en que se retorcía y gritaba de dolor el rubio sólo terminaba de adornar la mórbida escena.

No basto mucho para que los médicos sacaran al pequeño de la bolsa y procedieran con los cortes y el drenado del líquido amniótico de desecho.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora