En aquella isla todo parece distinto a lo que está sobre aquel enorme muro, parece un ambiente pacífico, tranquilo; aquí no se escuchan lamentos, gritos, quejidos; me llama la atención el color de las garras que crecieron en mis manos, son brillantes, como si estuvieran recubiertas de plata pulida, en contraste mi cuerpo desnudo se ve aún más grotesco; siento una presencia detrás de mí, con temor volteo la mirada pero no hay nada, tan solo un bosque gris y negro a la vez, los árboles como plumeros gigantes se aprietan unos con otros así que si alguien quisiera cruzar , tendría dificultades por el poco espacio que queda entre ellos; creo que es mi imaginación, después de lo vivido hasta ese momento es normal que tenga miedo de lo que pueda pasar.
Aun así, no quiero moverme de aquella isla, porque en aquel lugar a pesar de su aspecto tétrico es más acogedor que la superficie.
Mi cuerpo es más pesado que antes, no tengo necesidad de moverme por lo que en ese instante me predispongo a sentarme; pero de la oscuridad del bosque emergen lentamente siluetas sin forma, que al mirarme se desesperan y con un impulso desconocido se abalanzan sobre mis alas; son cuatro seres desfigurados que me arrancan las plumas, con sus dientes, con sus manos, con lo que puedan sujetar, trato de correr pero mi cuerpo pesado no obedece, mientras mis alas se tambalean de un lado a otro para librarse de aquellos seres, retorno la mirada al bosque y más siluetas negras corren hacia mí; un terror desconocido me invade al ver descomunales seres saltar sobre mi cabeza para intentar arrancarme las alas.
Desgarran, lastiman con sus uñas y dientes, un líquido espeso y oscuro emana de las heridas de mis alas; no sé cómo escapar, por todos los lados me ataca aquella horda; la ira me invade y con fuerza agito mis manos tratando de alejar a los seres que me lastiman, lanzo un golpe al aire sin dirección precisa, pero este alcanza a un ser, que al contacto con mis garras se desvanece como cenizas en el viento.
Se que puedo hacerles daño, entonces peleo, logro destruir a varios seres, pero aparecen más y más desde el bosque, aquella batalla no la podre ganar, son demasiados.
La frustración me invade, y con todas las fuerzas que me quedan emito un grito que arranca la piel derretida que tapaba mi boca, este se oye y retumba por todo el abismo, y una fuerza extraña invade mi cuerpo, siento mis alas más ligeras y de un solo movimiento las agito y mi cuerpo se despega del piso.
A pesar de no controlar los movimientos de mis alas logro escapar de aquella isla, apenas puedo alcanzar lo alto de la muralla y caigo pesadamente al piso. Al levantarme después de estrellarme, noto que mis garras tienen un hilo de humo en las puntas, en realidad parece la bruma que me abrió paso antes, cuando llegue a ese lugar.
Miro nuevamente el paisaje desolador que tengo ante mí, otras figuras conocidas se acercan, ahora mi cuerpo ya no pesa demasiado, y como nunca antes me adelanto al encuentro con mi guía y los cuatro ángeles que me aventaron al abismo.
Mis labios deformes se mueven para formular una pregunta, mi voz gutural emana con dificultad: ¿qué está pasando conmigo?
- estas transformándote en el guardián de este lugar, tu serás el recolector cuando me vaya, falta poco para que eso suceda, así que deberás aprender y dominar cada uno de los poderes que adquieras - responde mi guía.
¿Por qué me lanzaste hacia aquella isla? , ¿que son esas criaturas que me atacaron, y por qué en mis garras quedaron esos hilos de humo o vapor luego de acabar con esos seres?
- Tranquilo amigo mío, responderé a cada una de tus inquietudes enseguida , pero primero debes acompañarme - en ese instante mi guía se acercó, también los pequeños ángeles tiznados, ellos sujetan mis brazos con firmeza, luego mi guía levanta sus manos y las coloca sobre mi cabeza; como si hubiese conectado un cable de datos mi memoria empezó a recorrer lugares desconocidos de aquel sitio, mientras mi guía me explicaba que es lo que pasaba conmigo; - aquellas alas detrás de tu espalda te ayudaran a moverte con libertad, porque sin ellas la carga que llevas en tu cuerpo por las culpas, jamás lograras moverte, cuando estabas en aquella isla caíste en un sueño profundo, mientras estabas inconsciente tu cuerpo iba sanando poco a poco, y tus alas se iban acostumbrando a ti, ellas se aferraron a los arboles de aquella isla y de a poco se regeneraron también, por eso ahora están cubiertas de plumas negras; y ¿que son los seres que te atacaron? Estos son seres iguales que tú, vagan en una agónica marcha hasta encontrar una salida, pero ellos deben encontrar por si solos sus alas; cuando llega el momento, mis pequeños amigos, esos ángeles les enseñan el camino que deben recorrer para salir de aquí, pero como no soportan tanto dolor muchos de ellos buscan sus alas desesperadamente y saltan al abismo sin siguiera haber pasado por lo que tu pasaste, aquella caminata interminable que te hizo conocer lo que es este lugar.
Entonces ellos caen y nadan en un infierno mil veces peor que la caminata, porque creen que el mar de fuego acabara con su agonía pero no es así, más bien este los consume lentamente, pero los deja seguir en un eterno dolor, cuando llegan a la isla se dan cuenta que los árboles son más altos de lo que pensaban por lo que no pueden siquiera arrancarle una hoja, atascados es ese lugar sufren segundo a segundo, porque esta isla está envuelta por el mar de fuego, que quema todo aquello que no sean los arboles; al verte a ti con aquellas alas esos seres trataron de arrancártelas para poder salir de allí, pero ya aquellas alas te conocen, ahora te pertenecen así que deberás aprender a utilizarlas; además el humo que hay en tus garras - en ese momento mi guía cogió un frasco de cristal que colgaba de las cadenas alrededor de su cuello lo destapo y lo acerco hacia mis garras, entonces el humo se posó en el frasco, lo tapo y lo colgó nuevamente en las cadenas - son los espíritus que deberás recolectar, para luego llevarlos al lugar al que corresponden...
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Aquel camino sin fin
HorrorEsta historia esta basada en la vivencia de una persona que debe purgar su alma, tiene que soportar un destino que no eligio sin saber cuando acabara su misión