Escuchaba las voces de los espíritus que habían cumplido con su condena, a veces susurraban en mi mente, a veces gritaban, así que tenía que encontrarlos para llevarlos a su último destino, pero resulta que debía llenar todos los frascos que tenía adheridos a las cadenas que de mi cuello colgaban, esto lo descubrí cuando quise quitarme el peso de los seres repugnantes con los que me tope antes, resulta que una vez los espíritus aguardan en los frascos, estos no se pueden abrir hasta que el resto de estos estén llenos; por lo que mientras iba depositando a cada espíritu, las cadenas pesaban más, lastimaban mi cuello, a veces las sentía como brasas que lentamente avivan un fuego incontrolable, eran tan pesadas que no me las podía quitar.
De a poco conocí cada lugar recóndito y lejano de este sitio, un monótono paisaje se extendía, lleno de árboles vivientes, de los que aún no sabía que papel importante jugaban en ese lugar; en numerosas ocasiones trate de descubrir las respuestas de aquellas preguntas que albergaba en mi cabeza, pero nunca supe por dónde investigar así que me dedique a recolectar a los espíritus que me llamaban.
En una ocasión escuche que alguien oraba, y entre palabras escuchaba quejidos de temor, así que busque por la oscura llanura y vi una pequeña nube blanca, me acerque hacia ella, al sentir mi presencia esta se posó frente a mí , al parecer sabía que yo le ayudaría y sin más mis uñas, o garras la atraparon y la depositaron en el frasco, y otra vez mi experiencia de reencarnar a este ser; debería decir que en esta ocasión me encontré con un ser que en su vida terrenal era muy espiritual.
Con el pasar del tiempo me encontré con muchos seres similares a este, aprendí que como seres humanos necesitamos de apoyo, sea este moral, o espiritual; que incluso a pesar de conocer supuestas verdades, las aceptamos porque nos hacen sentir bien, que incluso somos capaces de mentirnos o aceptar mentiras para que nuestro mundo no se salga de lo que creemos que es normal.
Vaya, que frágiles somos, porque al inicio cuando nos comprometemos con ciertas filosofías de vida, vamos inocentemente a buscar respuestas a los miles de interrogantes que nos hacemos a diario, porque nadie, hasta ahora que desempeño mi papel, ha estado conforme con lo que se le fue concedido; al inicio tratamos de convencernos de que lo que buscamos lo vamos a encontrar en un sermón, en un discurso, en un testamento, y muchas veces en una mentira.
Somos seres inconformes que buscan darle sentido a la vida de la manera errónea, porque vivimos atados a las demás personas, nos afecta que piensan de nosotros, como nos miran, y que imagen proyectamos ante el resto, así que inconscientemente construimos nuestras realidades personales de manera que encajen con lo que el resto espera de nosotros y no de cómo queremos que sea nuestra vida
¿Por qué se todo esto?
Por qué en cada reencarnación que tengo, siempre escucho como se quejan los espíritus por no sentirse cómodos en el lugar en donde están; he visto como doctores querían ser artistas, como maestros querían ser músicos, como abogados se sentían aprisionados en sus oficinas; todo mundo atrapado en el lugar equivocado, tratando de sobrevivir, con ilusiones y sueños frustrados, como si las piezas de un rompecabezas estuviesen colocadas a la fuerza en un sitio erróneo.
Solo a veces, pero demasiado escasas, encontraba espíritus que rompían el molde, que sin importar lo que sucedería en el futuro se arriesgaban a luchar por sus proyectos, por sus sueños, estos seres eran libres, eran únicos y valientes; demasiado distintos a lo que yo fui alguna vez.
A pesar de eso aquello que conocemos como religión, como filosofía, como forma de vida ayudaba a mitigar de alguna manera la inconformidad que brotaba de estos seres; lamentablemente me topé con un religioso, y al conocerle me decepciono mucho lo que hizo en nombre de su Dios; sentí remordimiento contra este ser que no me hubiese importado dejarle vagar más tiempo en aquel lugar; su espíritu era negro, demasiado oscuro; cuando vi su vida, no pude creer que este ser que predicaba la moral, el amor al prójimo, el perdón, el respeto, quebrantara todos estos dones, cada noche cuando las miradas de los creyentes no lo observaban, me causa nauseas lo que viví, más bien lo que ese cerdo vivió, lo que ese cerdo hizo, en ese momento deseaba tener vestiduras para arrancármelas y lanzarlas al mar de fuego, en ese momento sentí una gran vergüenza de ser testigo de todo aquello que vi.
Con odio soporte cargar en mis cadenas el frasco que contenía el espíritu de este ser, las imágenes de su vida me dañaban, me lastimaban, mi cabeza parecía un polvorín en el que encienden una hoguera, cada imagen me golpeaba con violencia, como un animal con rabia trataba de buscar refugio donde perecer pero no lo encontraba, y en un momento menos pensado tropecé, y para no caer al piso mis garras se clavaron en las ramas de un árbol, me aferre a estas y como por arte de magia aquel paisaje desolado desapareció, ante mí se levantaba la realidad en la que vivía antes de esta pesadilla, vi la ciudad donde alguna vez viví, sus calles estaban mojadas por la lluvia, el sol intenso en el horizonte evaporaba el agua, los rayos de luz traspasaban a veces el vapor, proyectando alucinantes efectos sobre las paredes de las casas y las personas como corrían a sus trabajos, como los niños somnolientos se despedían de sus madres para ir a la escuela; contemple perplejo lo que anteriormente conocía, pero un sacudón fuerte me regreso a la pesadilla en la que me encontraba, recostado en el piso, perdido y confundido levante la vista, el árbol del que me había aferrado estaba agonizando, y después de un corto tiempo murió...
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Aquel camino sin fin
HorrorEsta historia esta basada en la vivencia de una persona que debe purgar su alma, tiene que soportar un destino que no eligio sin saber cuando acabara su misión