Plática con mi oscuro guía

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Mis manos, huesos desnudos tocan mi rostro, recorriendo todas las facciones de mi cara que ahora son irreconocibles, aquellos dedos fríos estremecen las pocas fibras de piel y de carne que envuelven mi rostro, algunas cuelgan como hilos y se tambalean por la bruma espesa de aquel horrendo lugar; mi desfigurado rostro espanta a los seres extraños que deambulan este lugar, agónicos, arrastrándose se alejan asustados; esto es más de lo que mi espíritu soporta pero mi guía controla mi cuerpo, soy un títere que se mueve a su voluntad.

El dolor en mis pies, mis pulmones y mi corazón cada vez se hacen más insoportables, el cielo de a poco se tiñe de un morado oscuro, en algunos lugares también un rojo intenso se vislumbra, creo que es el ocaso , aves envueltas en fuego vuelan dejando rastros de humo en aquella bóveda infinita; ya hace mucho tiempo que camino y mis pies hinchados e inflamados llevan incrustados una colección de huesos, no me atrevo a agacharme más, se que el peso de mi cuerpo me hará caer; no resistiría avanzar por aquel lugar a rastras.

De repente mi oscuro guía se detiene, me invita a su lado, al avanzar un resplandor verde se mira en el fondo de un foso profundo, sus manos se mueven ordenando a la bruma que se disipe; entonces en el fondo se ve un mar enorme de fuego, manchas diminutas se mueven lentamente hacia lo que se asemeja a una isla, en donde crecen unos enormes árboles frondosos, pero estos son negros.

La luz que emite ese mar enorme me alumbra pálidamente también a mi guía, que por primera vez lo veo con tanta claridad; este viste unos harapos sucios y viejos, deshilachados y apestosos, de su cintura cuelgan pequeñas campanas que parecen ser de plata sin pulir, una protuberancia en la espalda de mi guía me llama la atención, parece una espada incrustada y encarnizada a la altura de sus hombros, en el cuello lleva unas cadenas negras de las que cuelgan pequeños frascos de cristal semejantes a dientes, estos están vacíos, de nuevo alzo la mirada lentamente, sus manos son iguales a las mías, pero de ellas crecen grotescas garras cafés; brazos esqueléticos cuelgan de su torso; su cuello está envuelto en pocos músculos dejando ver sus dañados órganos internos; y su rostro similar a una momia desenterrada desde hace millones de años, un pergamino gris, negruzco es su piel, en algunos lados de su rostro se puede ver el hueso carbonizado.

En lugar de ojos apenas dos pequeñas luces brillaban en las cuencas oscuras.

En ese instante una voz ronca casi apagada suena en mi cabeza - llegó tu momento - miro a mi alrededor, pero no hay bruma, así que veo a mi guía, el hace unas señas al cielo morado, y a lo lejos descienden unos pequeños seres con unas alas negras.

Llegamos dice mi guía, pero sus labios viejos no se mueven, solo un aliento rancio sale de su boca como un hilo de gases tóxicos, me causan náuseas, en ese momento me percato que mi boca esta sellada por las fibras de piel y músculo derretidas. Me desespero por que sé que no puedo hablar y gritar, al fin entiendo por qué mi voz siempre se ahogaba en mi garganta.

Basta, ya no resisto más, pienso aquellas palabras que no puedo pronunciar, pero enseguida mi guía me responde - apenas es el inicio - la escasa piel que me queda sobre los huesos se me eriza.

Entonces mi guía se presenta lentamente: esta es la realidad a la que todo mundo teme, y yo soy quien la cuido, no sé por qué, pero alguien me ha concedido algunos poderes que más adelante te mostrare, pero de lo que debes estar seguro es que pronto me marchare de aquí, pero tú, aún tienes mucho tiempo para conocer este lugar.

-Mi nombre es impronunciable, tardaría una eternidad para nombrarlo así que llámame como quieras-

En mi cabeza cruzaban muchas preguntas que mi guía comenzó a responder: estás aquí por una razón, debes ocupar mi lugar cuando me vaya; tú serás quien guie a cada uno de estos seres en el camino que deberán recorrer cuando todo se acaba, cuando duermen profundamente para jamás despertar.

Una sensación terrible me embarga al escuchar lo último, - estas muerto, es posible, o pueda que solo sea una pesadilla, aún así debes entender que cada una de las cosas vistas y de las cosas vividas aquí son justas.

¿O acaso pensabas que solo tu conocías las cosas malas que hiciste tiempo atrás?

Mi mirada está en todos los lugares por más lejanos que estos sean. Puedo ver lo que piensas y sientes, como si fueras un libro abierto ante mí, cada una de las páginas de tu vida las conozco a la perfección y gracias a ello te he concedido el honor de ser mi sucesor.

Claro, si eres capaz de vencer al cansancio de tu cuerpo, te aconsejo que aceptes todo esto, abraza el dolor, ama esta agonía, camina con la desesperanza, porque ellas serán tus compañeras desde este instante.

Entonces con sus manos señaló a aquellos seres que volaban, estos se acercaron a mí y desgarraron mis vestiduras, lo poco que quedaba eran apenas hilos enredados en mí; sus rostros estaban tiznados, eran pequeños ángeles con alas negras, como las de los cuervos, me desvistieron; aquellas prendas se habían pegado a mis llagas infectadas, cuando me las retiraron también desgarraron mi piel descompuesta, el dolor me hizo retorcer una vez más.

Entonces ya desnudo, un ángel voló hacia un árbol agonizante,  uno de aquellos que probo mi carne, le arrancó dos de sus grotescas ramas, látigos que me quemaron hace poco y los trajo ante mí, estos aún tenían vida, se retorcían igual como la cola de una lagartija cuando esta trata de despistar a su depredador.

Dos ángeles sujetan mis brazos y otros levantan esas ramas, en ese momento las ramas ponzoñosas se clavan en mi espalda, siento como se abren paso hacia mi espina dorsal y se aferran con fuerza a cada nervio, lágrimas, sudor y desesperación me invaden; entonces mi guía se acerca a mí y con un susurro me dice: aquí comienza tu transformación....

Aquel camino sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora