Echaron raíces en mi cuerpo aquellas ramas grotescas de los árboles, mientras estos lentamente perecen, en cambio las ramas se retuercen desesperadamente, como animales salvajes que tratan de escapar de su captor; están a punto de despedazarme; pasan unos segundos y aquellos pequeños ángeles oscuros sueltan mis brazos, y los otros sueltan aquellas pesadas ramas, las que al caer al piso producen un sonido seco; ahora estas pesan demasiado, no logro mantenerme de pie y caigo de rodillas, mi cabeza casi golpea el piso, mi nariz siente el hedor del suelo putrefacto, me cuesta ponerme de pie, las ramas se vuelven salvajemente a mi golpeándome, lastimándome.
Entonces de ellas empiezan a crecer dos ramas, las siento en mi espina dorsal como si una sierra con dientes afilados se abre paso entre mis músculos calcinados, recorren hasta la mitad de las ramas más viejas y como garras se curvan, lentamente crecen, pesan más que antes obligándome a tocar el suelo, me aplastan.
Ya casi no puedo respirar, mis ojos se cierran, y un vacío profundo me envuelve, solo voces retumban en mi cabeza, más bien gritos y llanto; mi alma en un suspiro se desvanece.
Entonces una fuerza descomunal me sacude con violencia, haciéndome regresar a ese maldito sitio, tambaleándome trato de incorporarme, mis brazos temblorosos se esfuerzan demasiado pero el esfuerzo vale la pena, logro ponerme de rodillas y todo a mi alrededor da vueltas.
Con dificultad me incorporo, mis piernas tiemblan, parezco un ciervo que recién sale del vientre de su madre; regreso de nuevo a mi realidad; la que odio, aborrezco y temo, entonces miro que mi guía se para detrás de mí, me mira de pies a cabeza, hace una señal a los pequeños ángeles, estos me guían al filo del precipicio; me resisto pero mi débil cuerpo se deja llevar, ya en aquel lugar mi guía con una fuerza desconocida me empuja hacia el vacío, mi cuerpo pesado sale expulsado, lejos, cae hacia aquel océano de fuego, mis brazos desesperadamente buscan aferrarse a algo o a alguien pero no lo consiguen, aquellas ramas que se enraizaron en mi espalda se asemejan a unas alas esqueléticas de un ave que recién está aprendiendo a volar.
La caída es eterna, con temor veo como el mar de fuego se hace cada vez más grande, mis alas solo se sacuden a veces incluso se enredan entre sí, no puedo suspenderme en el aire la caída es inminente, lo más probable es que después de esto desaparezca, tal vez es lo mejor, así por fin terminara este martirio.
Mientras caigo veo que aquella isla está llena de árboles. estos son muy altos, y que en lugar de hojas estos tienen plumas negras; extrañamente el suelo de la isla se mueve, como un corazón palpitante rocas encendidas brillan y se apagan por el fuego que las rodea; esto va a doler , me acerco a una velocidad inimaginable hacia la isla, mis alas siguen agitándose tratando de aferrarse a los gases que emana el mar de fuego pero es inevitable el impacto; aquello sucede, en una fracción de segundo el golpe contra las rocas me desconecta de mis pensamientos, de mi cuerpo, de mi aparente vida (o muerte).
No sé por cuanto tiempo, pero todos mis sentidos se desconectaron. Otra vez un relámpago recorre todo mi cuerpo y mis dañados pulmones tratan de buscar aire desesperadamente, mis ojos se abren, perdido por un corto momento miro alrededor y caigo en cuenta que estoy lejos del mar de fuego, y frente a mí una pared enorme se levanta intimidante, veo como pequeñas manchas caen al mar de fuego, pero estas no se queman, sino que siguen moviéndose hacia aquella isla en la que estoy recostado.
Mis manos buscan algún lugar de donde apoyarse, entonces con fuerza me impulso hacia adelante, pero caigo de espaldas bruscamente, algo me sujeta, giro mi cabeza para ver qué es lo que me impide ponerme de pie; ninguna cadena o cuerda está atada a mí; pero después observo como las alas de mi espalda están enredadas entre los arboles negros, pero ahora son distintas, ellas están cubiertas por las plumas negras de los árboles, ya no son las grotescas ramas que eran antes, tienen vida propia, porque cuando sienten que he despertado se sueltan, y me permiten ponerme de pie, aun no las controlo, porque al caminar se arrastran, con mi mano trato de tocarlas y me doy cuenta de que en mis dedos han crecido unas largas garras blancas...
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Aquel camino sin fin
HorreurEsta historia esta basada en la vivencia de una persona que debe purgar su alma, tiene que soportar un destino que no eligio sin saber cuando acabara su misión