CAPÍTULO 20

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«Un pasadizo secreto»

Durante la noche no había podido dormir bastante bien, tuve pesadilla tras pesadilla y lo peor es que no eran mías. Por alguna razón podía ver los sueños de las personas, o al menos esa era mi teoría, lo averiguaría después, si todas las chicas con las que soñé mencionan algo sobre unas pesadillas estaré segura de ello.

Mi reloj marcaba las 6:27 a.m, muy temprano para mi, pero muy tarde para volver a dormir. Mi brazo dejaba de doler cada vez menos, en uno de los libros hablaba con respecto a heridas así, sería de buena ayuda para que pueda borrarse. Camila seguía durmiendo, me acerque a ella a paso lento hasta que estuve a escasos centímetros de su cama, pude sentir como si algo me impulsara y caer sobre ella, pero no sucedió, al menos no de forma tan literal.

Había algo raro, mi vista se había nublado por completo y pude escuchar perfectamente pequeños golpes, no entendía de donde provenían con exactitud, uno, dos, iban a un buen ritmo, aunque eran demasiado rápidos. Como un tambor. Más bien un corazón.

Fui expulsada igual que como entre, involuntariamente. Me aleje un poco para poder sentarme en mi cama, confundida ante lo que había sucedido. ¿Acaso había escuchado los latidos del corazón de Camila?, esto era muy extraño, debería hablarlo con Regina, ella tendría que ayudarme a entender porque puedo meterme en los sueños de las personas y sobre todo lo que acababa de ocurrir.

Tomé una ducha lo mas rápido que pude y en seguida tomé mi mochila, incluyendo en ella el cofre y el libro en blanco que hace unos días se me había dado.

El cielo seguía oscuro y caían pequeñas gotas de agua, no estaba segura si toda la noche habría estado lloviendo o era eso lo que se aproximaba. La ventana al final del pasillo estaba empañada por lo que me acerque a corroborar que no hubiera nadie fuera y pudiera salir de ahí. Todo estaba en calma.

Me adentre al elevador, antes de presionar el botón hacia la planta baja note algo extraño, tuve que cerrar con fuerza mis ojos y abrirlos para saber que no estaba durmiendo todavía, quizá el cansancio era lo que me llevaba a imaginar otras cosas, pero es que en vez de haber cuatro botones como usualmente había, había uno extra, no tenía indicaciones, simplemente unana flecha y brillaba en exceso. Dude un instante en saber si sería buena idea presionar el botón.

Use el brazo sano para presionarlo, el otro aun dolía, fue una tortura haberme bañado.

El elevador bajo al menos un metro y se detuvo muy brusco lo que me hizo perder el equilibrio y casi caer.

-Mierda -me quejé cuando mi hombro choco contra la fría pared metálica.

A mi al rededor todo comenzó a dar vueltas, provocando unas grandes ganas de querer vomitar.

Las puertas del elevador se abrieron de par en par mostrando ante mi una gran biblioteca, mi boca se abrió ligeramente de sorpresa al ver tantos libreros y en ellos claramente muchos libros, cada uno resplandecía del color de la pasta.

Comencé dando pequeños pasos saliendo del ascensor con desconfianza. El lugar parecía muy silencioso, al entrar me aclare la garganta para poder hablar y saber si habría alguien ahí.

Un ruido un poco desagradable se escuchó a mis espaldas a lo que esboce una mueca, no tarde en darme cuenta que se trataba de las puertas del elevador las que se cerraban, corrí para impedirlo pero era tarde, estaba muy lejos para ello, aunque ni si quiera recordaba haber caminado tanto.

Un estruendo fue lo que acompañó la huida de esa gran caja metálica.

-Ya sé que deberíamos arreglarla, pero así sé si llega alguien  -Habló una voz firme que resonó por toda la biblioteca, me hizo estremecerme al no ver a nadie aún.

Tentación Prohibida (Lauren Jauregui y Tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora