-¿DÓNDE has dicho que vamos esta noche? -Sungmin estaba tumbado en una hamaca frente a la piscina, tomando limonada sin trocitos de limón e intentando no pensar en sexo.
¿Por qué cuando uno no podía tener algo pensaba en ello sin cesar?
¿Y por qué Kyuhyun, que normalmente lo cuestionaba todo, había aceptado sin discutir que durmieran en habitaciones separadas?
Durante las últimas semanas había compartido con él cada uno de los pensamientos que pasaban por su cabeza, algunos tan eróticos que era un alivio estar solos en la villa. También le había comprado flores, joyas, un libro y un nuevo iPod para reemplazar el que se le había caído en la piscina, pero no lo había tocado. Ni una sola vez.
Y ni una sola vez había discutido la decisión de dormir en habitaciones separadas.
-Vamos a Macao-respondió Kyuhyun, leyendo tranquilamente los mensajes en su iPhone, como si no se diera cuenta de que él estaba a punto de explotar.
No ayudaba nada que se hubiera sentado al borde de su hamaca, tan cerca como podía estarlo, pero sin tocarlo. Sin darse cuenta, Sungmin miró sus poderosos muslos y se le encogió el estómago.
¿Estaría haciéndolo a propósito?, se preguntó.
Intentando disimular, levantó un poco las piernas porque temía que sus muslos pareciesen gordos aplastados contra la hamaca.
Que hubiera pasado tanto tiempo con él lo sorprendía. Durante las últimas semanas sólo se había marchado en un par de ocasiones para acudir a alguna reunión que no podía mantener por teléfono. Debía ser un sacrificio enorme para él estar allí en lugar de estar en la oficina y era halagador que le dedicase tanta atención.
Pero se recordaba a sí mismo que debía tener cuidado. Cada minuto del día.
Vivir juntos era demasiando intenso. Estar juntos era demasiado intenso, pensó, admirando los músculos de su espalda. De modo que era mejor ir a algún sitio, estar rodeados de gente.
-¿Es una cita o algo así?
-Más bien una cena de negocios. Pero quiero tenerte a mi lado.
Esas palabras hicieron que Sungmin se derritiera. Lo quería a su lado. Estaba incluyéndolo en su vida, compartiendo cosas con él.
La relación estaba progresando, pensó, de modo que había sido buena idea sugerir dormitorios separados. Ojalá no fuese tan difícil. La química entre ellos era eléctrica e incluso sin tocarlo podía sentir la tensión de sus músculos. Y el experimentaba la misma tensión.
-Esa cena... dime lo que debo decir. No quiero meter la pata.
-No espero que tú cierres el trato. Sencillamente, sé tú mismo.
-¿Y qué debo ponerme?
-He pedido que envíen unos trajes a nuestra casa de Macao para que puedas elegir.
«Nuestra casa de Macao». Sungmin tragó saliva, permitiendo que una llamita de ilusión se encendiera en su interior. ¿Diría eso si pensara volver a dejarlo plantado? No. Hablaba como si fueran una pareja.
-¿Cuánto tiempo vamos a estar en Macao?
-Sólo esa noche. El piloto vendrá a buscarnos en una hora.
-¿Una hora? -Sungmin se sentó de un salto-. ¿Tengo una hora para impresionar a un montón de gente?
-Yo soy la única persona a la que debes impresionar. Y supongo que te arreglarás cuando lleguemos a Macao. No te preocupes, he llamado a alguien que te ayudará.
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Nueve Meses
RomanceAquella noche con él traería consecuencias nueve meses después... El lujoso Audi despertaba miradas de curiosidad en el tranquilo barrio de Seúl, pero para el profesor Lee Sungmin sólo significaba una cosa: Cho Kyuhyun había vuelto a su vida. Cuatro...