Capítulo 3

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El Audi negro rugía por la carretera y Sungmin se alegraba de estar sentado porque no le sostenían las piernas.


-No puedo creer que me hayas besado delante de todos en el colegio. Nunca podré volver a mirar a nadie a los ojos.


-Pensé que tus inhibiciones se habían terminado hace cuatro años.


-¡No soy inhibido ! Lo que pasa es que hacías cosas que me daban vergüenza y...


-Cosas que no habías hecho antes, ya lo sé - Kyuhyun cambió de marcha con un suave movimiento-. Fui demasiado rápido, pero es que nunca había estado con alguien tan inexperto como tú.


-Ah, pues no sabes cómo lo siento.


-No lo sientas. Enseñarte fue una de las experiencias más eróticas de mi vida.


Sungmin hizo una mueca.


-Y luego estaba el asunto de las luces...


-¿Las luces?


-¡Siempre querías dejarlas encendidas!


-Porque quería verte.


Sungmin se encogió en el asiento, recordando cómo había intentado esconderse... aunque no sirvió de nada.


-¿No has oído hablar del calentamiento global? Se supone que deberíamos apagar luces, no encenderlas. Además, no soy vergonzoso, pero eso no significa que me haya convertido en un exhibicionista. Y no quiero besarte, la idea de hacerlo me revuelve el estómago.


Kyuhyun sonrió, sin apartar los ojos de la carretera.


-Ya.


-¿Cómo te atreves a aparecer de repente después de cuatro años, sin darme una explicación? Ni siquiera lo sientes, ¿verdad? No tienes conciencia. Yo no podría haberle hecho a nadie lo que tú me hiciste a mí, pero a ti te da lo mismo.


Por un momento pensó que no iba a contestar, pero Kyuhyun apretó el volante con fuerza.


-Sí tengo conciencia, por eso no me casé contigo.


-¿Qué clase de lógica es ésa? Mira, déjalo - Sungmin cerró los ojos, furioso -. ¿Por qué me has besado?


Él volvió a cambiar de marcha, su mano fuerte y segura.


-Porque no dejabas de hablar.


Su ego se hundió un poco más. No lo había besado porque lo encontrase irresistible, lo había besado para que cerrase la boca.


-No vayas tan deprisa, me estoy mareando.


Por nada del mundo admitiría que era el beso lo que le había mareado. Desde luego, Kyuhyun sabía besar a un hombre. Mala suerte para él, pensó.
Pero mientras miraba por la ventanilla se preguntó qué habría querido decir. ¿Por qué su conciencia había evitado que se casase con él? ¿Porque habría sido injusto privar al resto de los hombres de alguien como él?
Ojalá no le hubiese dado la dirección de su casa. Pero se había sentido tan avergonzado en el colegio que quería salir de allí lo antes posible.
Con el corazón acelerado y la boca seca, intentó serenarse, pero era imposible hacerlo estando tan cerca de él.
Cada vez que cambiaba de marcha rozaba su pierna con la mano y cada vez que lo miraba se veía asaltado por los recuerdos: sus firmes labios demostrando que nunca antes lo habían besado bien; sus fuertes manos borrando sus inhibiciones... todo había sido tan increíblemente intenso, tan perfecto que se sentía el hombre más afortunado del mundo.
Pero su relación había sido mucho más que sexo. Había sido divertida, llena de risas, con una química increíble.
La relación más estimulante que había tenido en toda su vida.
Y la más dolorosa.
Hubo momentos en los que pensó que si perdía a Kyuhyun se moriría. Pero no había muerto; ni siquiera cuando, con el ligero adorno de novio en mano, esperaba a un hombre que no llegó, intentando fingir que no importaba.
Transportado a la infancia, Sungmin cerró los ojos y se recordó a sí mismo que aquello era diferente. El problema era que el rechazo siempre dolía igual, fuera quien fuera el responsable.

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