Las semanas pasaban volando, y se iban convirtiendo en meses, todo había seguido igual, y sin darme cuenta, ya habían pasado diez meses, solo quedaban dos para poder irme a Inglaterra y tener mi propia empresa. Los días corrían como el viento, las noches eran oscuras y tormentosas, demasiado difíciles de asimilar.
-¿Qué es lo que piensa?- preguntó El señor Damián sacándome de mis pensamientos.
-Nada- respondí- lo siento.
-¿Nada? Uno no se distrae por nada- rió levemente- puede contármelo, con confianza.
-Yo…- dudé- solo estaba recordando que en dos meses se termina el plazo que me dieron, y se decidirá si me voy a Inglaterra o vuelvo a mi pueblo.
-¿Su pueblo?- preguntó confundido.
-Sí.
-No entiendo.
-Si no me aceptan en Inglaterra regresaré a donde a mi hogar, fue lo que mi padre me impuso para poder venir aquí y estudiar esta carrera- murmuré- si yo fracaso, regresaré y tendré una vida como la de cualquier chica de pueblo.- suspiré.
-¿Y cómo es eso?
-¿De dónde yo vengo? Las chicas se casan con los jóvenes de ahí mismo, ellos se dedican a trabajar la tierra entre otras cosas y nosotras tenemos que atender nuestro hogar y los montones de niños, también al esposo.
-Eso suena…
-¿Fabuloso?- reí.
-No, terrible- exclamó aterrorizado.
-Bueno- me encogí de hombros- así es la realidad allá, las pocas chicas que estudiaron una carrera, se quedaron ahí, fui una de las pocas que intentó progresar.
-Me alegro por ti- sonrió acercándose a mí.
Se arrodilló frente a mí y posó su mano en mi mejilla mientras con la otra quitaba un mechón de mi cabello que volaba sobre mi rostro, sonrió y movió su pulgar repetidas veces sobre mi pómulo mientras observaba atentamente mis labios.
Su rostro de tan cercas era más hermoso que lo normal, sus ojos eran brillantes y perfectos. Bajó sus labios hacia los míos y poco a poco fue pegándolos para sellarlos en un beso.
Puse mis manos sobre sus hombros mientras él me tomaba de la cintura y lo apreté junto a mí.
Tenía la necesidad de tenerlo junto a mí a cada instante, sentí como si mi pecho fuera a estallar por la emoción de tenerlo junto a mí, sus labios sobre los míos y sus manos frotando mis brazos.
Me separé lentamente odiándome por necesitar aire, pegué mi frente junto a la suya mientras los dos suspirábamos y nos quedábamos ahí, quietos, sin nada que temer.
Era el momento más romántico y genuino de toda mi vida y no creía que se volviera a repetir, así que me dediqué a disfrutarlo.
-Tengo que volver a mi lugar de trabajo- murmuré algunos minutos después.
-No lo hagas- pidió.
-Tengo que hacerlo- sonreí- mi jefe me regañará si no lo hago.
-Que se joda tu jefe- rió- quédate aquí.
-Necesito volver- dije- los trabajadores pueden pensar mal.
-A la mierda los trabajadores- gruñó y yo me levanté de ahí para salir de la oficina.- Sammy- me detuvo- ¿Puedes ir conmigo a una cena de negocios ésta noche?- preguntó avergonzado.
-¿Yo?- dije asombrada
-Sí.
-Pues, creo que sí- respondí.
-Pasaré por ti ésta noche a las ocho.
-¿Necesito llevar el maletín y la computadora o solo será una cena normal, sin mucho trabajo de por medio?- pregunté confundida.
-Oh, Sammy- negó con la cabeza- Creo que no has entendido.
-¿Qué cosa?- rió.
-Quiero que vayas conmigo, a la cena pero como acompañante, no como asistente ni nada de eso- dijo tocando mi nariz.
-¿Qué?- pregunté estupefacta
-Eso- rió.
-Pero…- dudé
-Vamos, di que sí, mi hermano irá con su esposa al igual que los demás accionistas y no quiero ir solo.
-¿No lo puede a compar algunas de sus otras mujeres?- pregunté enfadada.
-Sammy- murmuró tocando mi barbilla y yo apartando su mano.- Si te lo estoy pidiendo es porque te quiero a ti- besó mi mejilla subiendo a mi oído- sólo a ti.
-No lo creo- contesté algo ida por las nuevas sensaciones.
-Pues créelo- dijo besando mis labios repentinamente- Anda, vuelve al trabajo- rió mientras me empujaba fuera de su oficina- pasaré por ti a las 8 y no acepto un no por respuesta- cerró la puerta.
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Christmases when you were mine.
RomanceSinopsis. Damián Boucheld es un joven empresario, a sus apenas 25 años ha logrado llegar a la cima construyendo su propio imperio. Su esposa murió cuando ambos tenían 21, y desde entonces él ha sido el hombre de hierro a quien todos temen, nunca sal...