Capitulo 11.

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Capítulo 8.-

Busqué entre todas mis cosas algo decente para ponerme, encontré mucha ropa, pero ninguna parecía lo suficientemente buena como para usarla en una cena tan importante. Me iba a dar un paro respiratorio o cardiaco.

-¿Qué te parece éste?- Preguntó Dalia con un vestido negro en sus manos.
-No está mal- respondí dudosa
-Le pondremos un collar y unas buenas zapatillas, quedará perfecto.- sonrió.

Me di una relajante ducha que duró por lo menos cuarenta minutos. Sequé mi cabello con una toalla y me puse un short y una playera que rara vez utilizaba como pijama. Dalia me maquilló ya que yo no sabía hacerlo. Me puse el vestido y me quedaba muy bien, Dalia me puso un collar y unos pendientes, luego de ponerme las zapatillas, ella se encargó de mi cabello, ondulando y juntándolo en la parte superior en un moño desordenado que elegante.
Suspiré antes de voltear al espejo, tenía miedo de no verme muy presentable, tenía que verme bonita. Para él.

-Mírate- insistió Dalia.
-Ya voy- murmuré abriendo los ojos lentamente.- wow.
-Te dije que te mirabas hermosa.
-Me veo bien.- admití.

Me quedé algunos minutos frente al espejo observándome detenidamente, me miraba muy bien, demasiado para ser verdad. Un auto se estacionó y Dalia me avisó que una limosina había llegado. Él estaba aquí.
Bajé calmadamente y la puerta se abrió, Damián salió de la puerta del copiloto y me saludó besando mi mano.

-Te ves hermosa- murmuró
-Gracias- respondí avergonzada.
-Andando.- Dijo abriendo la puerta trasera haciéndome subir. Janice y el señor Dean estaban en el auto, e intenté detenerme. No sabía que ellos irían con nosotros, me sentía avergonzada.
-Sube- me obligó con todo rudo.

Y subí. Me mantuve callada todo el camino, solo respondiendo las preguntas que Janice me hacía.
Al llegar al lugar, morí de vergüenza un poco más. El lugar era extremadamente lujoso y no me sentía a la altura. Mis esperanzas de tener mi propia empresa y tener que hacer acto de presencia en fiestas como estás, se estaban acabando y poco a poco me arrepentía un poco más.

-Quiero irme- murmuré acercándome a Damián.
-¿Por qué?
-No me siento cómoda aquí.
-¿Sabes que tendrás que aparecerte en fiestas como estas cuando tengas tu empresa?- preguntó serio.
-Si- respondí.- Estoy pensando seriamente en renunciar.
-¿Te darás por vencida así?- preguntó- ¿Sin luchar?
-No- murmuré viéndolo a los ojos.
-Andando.

El lugar era mucho más hermoso por dentro, había tantas personas que mi claustrofobia inexistente comenzaba a aflorar. Nos sentamos en la mesa con algunos de los ejecutivos asociados con la empresa Boucheld. Los conocía de vista, más nunca había tratado con ellos personalmente. Parecían muy amables, aunque sus esposas no. Janice intentó meterme en la plática, pero las demás mujeres zanjaban el tema rápido, dejándome como una estúpida.

-¿Esta mujer es su novia?- preguntó uno de los ejecutivos refiriéndose a mí.
-Qué más quisiera yo- murmuró Damián solo para que yo escuchara.- No- respondió- es mi secretaria y futura dueña de las empresas D’Cklass.
-¿Es usted la señorita Tellem?- preguntó una de las mujeres.
-Si- respondí.
-¡Oh!- sus ojos se abrieron muy grandes- Que placer conocerla.
-Igualmente- respondí.

Intenté no rodear los ojos ante su reacción. Primero me ignoran y ahora quieren ser mis amigas. Señoras interesadas. Intenté seguir sus pláticas pero mi cabeza comenzó a dar vueltas, me maree un poco y decidí excusarme e ir al baño a refrescarme.

-Con permiso- murmuré quitando la mano de Damián de mi pierna- voy al tocador.
-Te acompaño- dijo Janice mientras se levantaba.

Caminamos juntas hacia el baño y ella entró mientras yo me quedaba en los lavabos echándome agua en el rostro. Suspiré pesadamente mientras me inclinaba y recargaba mis codos en el lavabo. Janice salió y lavó sus manos, se dio media vuelta y me observó con los ojos entrecerrados.

-¿Qué se traen mi cuñado y tú?- preguntó por fin .
-Nada.
-¿Seguros? Yo los veo muy juntos- rió- demasiado juntos.
-Somos buenos amigos- respondí nerviosa. Ni siquiera yo sabía lo que éramos.
-Sea lo que sea que provoques en él, no importa- tomó mis manos entre las suyas.- Te agradezco lo que haz echo por él.
-¿Qué eh echo?
-Le has devuelto las ganas de vivir. 
-Yo…- dudé
-Nada- rió- vamos a nuestros asientos.

Caminé detrás de ella mientras recordaba una y otra vez sus palabras. “Le has devuelto las ganas de vivir.” Nunca pensé que alguien me diría esto alguna vez, y menos a causa del jefecito enojón. Sonreí al recordar nuestros primeros días en la oficina, realmente fueron un infierno. Uno que se congeló y ahora todo es paz.

-¿Todo está bien?- preguntó Damián hablándome al oído una vez que me senté
-Todo perfecto- sonreí mientras lo miraba a los ojos.
-Te vez despampanante- murmuró besando mi mano.
-Y usted se ve extremadamente guapo.- sonrió. 

La cena transcurrió rápidamente después de eso, y fue hora de irnos por fin. El chofer primero dejó a Janice y Dean en su casa, para después llevarme a mi departamento.
La limosina se estacionó justo en el patio y Damián abrió la puerta para dejarme pasar primero, tomó mi mano y bajé del auto de un pequeño salto.

-Adiós- dije sonriéndole
-Ven aquí- gruñó mientras me jalaba contra sí para apoderarse de mis labios con los suyos. Fue un beso rudo, pero hermoso. Su lengua chupando mis labios lentamente.- No quiero que entres a tu casa- murmuró juntando su frente con la mía.
-Tengo que dormir- reí.- Nos vemos mañana.
-Adió princesa- se despidió.- Que sueñes bonito.

Le saludé con la mano desde lejos y entré rápido a la casa para tomar el ascensor y subir a mi piso, me sentía en las nubes. Nunca pensé que me lo pasaría tan bien en esa fiesta, y mucho menos que el jefe volvería a besarme. Extrañaba eso… demasiado.
Demonios, lo quería.

Christmases when you were mine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora