Capitulo 7.

4.7K 393 11
                                    



¿Qué se supone que haces cuando estás haciendo algo mal, pero aún así te gusta?

Me moví repentinamente separándome de sus brazos y sus labios, tapé mi rostro con ambas manos y le di la espalda con vergüenza. Apreté la bata contra mi pecho y aguanté las lágrimas que amenazaban con salir.

-Tengo que irme- murmuré intentando que mi voz sonara normal.
-¿Qué tienes?- no lo logré.- No llores por favor- murmuró atrayéndome a sus brazos.
-Necesito irme- sorbí las lágrimas. 
-No te dejaré ir hasta que me digas porqué lloras.- su tono era fuerte pero cariñoso.
-No quiero que juegues conmigo- lloriqueé.
-No lo haré- dijo tocando mi rostro con la punta de sus dedos.-Déjame cambiarme y te llevo.
-Está bien- dije y caminé a la habitación donde desperté y me puse mi ropa arrugada.

Me senté en la cama de la habitación mientras me miraba fijamente en el gran espejo del tocador. Mi cabello estaba desordenado, mis mejillas algo rojas al igual que mi cuello, mis ojos estaban brillosos y mi piel se había erizado.
Tallé mi rostro un par de veces y me quedé ahí sentada por unos segundos más.
Cuándo el señor Damián entró a la habitación, se volvió rápidamente hacia mí, mostrándome una de sus escasas sonrisas. Me hizo señas para que lo siguiera y así lo hice.

-*-

Su auto era uno de los más lindos que había visto en nueva york, me subí al lado del copiloto y me hizo abrochar el cinturón de seguridad. 
Tuve que guiarlo durante todo el camino y aunque paramos a comer por el autoservicio de un McDonald’s, llegué sana y salva al departamento con Dalia.
Me bajé del auto intentando arreglar mi ropa, que por más intentos no funcionó. Di un paso hacia la acera y su voz me detuvo.

-Te necesito- dijo en voz grave.- más que a nada en este mundo.
-No me necesitas, ni siquiera me quieres.
-Te amo- dijo con voz triste.
-No me amas, amas la idea de mí, te gusto solo por ser parecida a tu esposa.
-Esto podría funcionar Sammy.
-No- negué- no lo hará. No quiero un amor a medias… rasgado, partido por la mitad. He luchado y sufrido tanto, que me merezco algo entero… intenso e indestructible.- 

Caminé el pequeño camino que quedaba hacia la casa, cerré la puerta y corrí hacia la ventana y me quedé ahí. Observando como recargaba su rostro en el volante del auto, daba un golpe a éste y después salía disparado de ahí.
No iba a caer.

Christmases when you were mine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora