° Rain °
Cuando el taxi logró estacionarse frente a la casa, Negas abrió la puerta del auto y entró corriendo mientras se cubría con su maletín del trabajo. Cuando logró llegar a la entrada, solo le bastó tocar la puerta una vez para que Pinchimono fuera a abrirle. El uniceja entró lo más rápido que pudo al interior. Dejó su empapado maletín en la entrada y colgó su chaqueta en el perchero. Tras soltar un suspiro, le dió un vistazo a la casa y se sorprendió al percatarse de que todo estaba en su lugar, nada estaba roto o hecho mierda.
—¿¡Y ese milagro de que hoy saliste temprano?! —Preguntó Pinchimono con su típico volumen de voz revienta tímpanos.
—Era el cumpleaños de Paulo y como quería celebrarlo con su familia, salimos temprano. — Respondió Negas quitándose los zapatos y dejándolos junto al perchero, no quería mojar el piso— ¿Y ese milagro de que no explotaste la casa, cabrón?
—¡Estaba viendo un maratón de Barney el dragón! —Respondió Pinchimono mientras imitaba el baile del pescadito felíz.
—Chido ¿Comiste algo?
—¡Pedí una Pizza, pero aún no llega! — Exclamó Pinchimono con el ceño fruncido y dejando de bailar.
—Que raro, los de la pizzería no tardan tanto ¿Hace cuanto la pediste?
—¡Hace media hora!
—Chingón, va a ser gratis.
Justo cuando Negas terminó la frase, el timbre de la entrada fue tocado por alguien, el pelicafé solo dirigió su mirada hacía la puerta y después miró a Pinchimono.
—¡A tí te toca abrir la puerta! —Se adelantó a decirle.
—Bien, cabrón. —Negas suspiró resignado— De seguro es la pizza.
Negas se puso de pie en un salto y se encaminó hasta la puerta esperando a encontrarse con la tan familiar cara del repartidor, incluso el podía recordar que se llamaba Josh. Pero cuando abrió la puerta, se encontró con una gigantesca sorpresa, era un repartidor, pero no era Josh.
—Buenas tardes. —Dijo la chica repartidora entregándole la pizza a Negas— Disculpen por tardar tanto, es mi primer día de trabajo y no se ubicar muy bien las calles.
La chica estaba empapada de agua y había sido lo suficientemente astuta como para llegar hasta ahí con la pizza intacta. Él miró por un instante la caja que tenía entre sus manos y después dirigió su mirada hacia a la joven, la cual aún estaba de pie en la entrada con una ligera sonrisa en su rostro.
Él debía de admitir que era linda. Su cabello pelirrojo estaba atado en una simple trenza, sus ojos eran de un color verde claro y su piel era blanca, y vestía el típico uniforme que los repartidores solían usar.
—Oye, ¿Y cómo llegaste hasta acá? —Preguntó Negas sin darse cuenta de que el curioso Pinchimono observaba a ambos desde la sala.
—En la motocicleta. —Respondió ella encogiéndose de hombros.
—Pero estás toda empapada de agua, te vas a enfermar. —Dijo Negas seriamente— Será mejor que te lleve a tu casa de vuelta.
Negas invitó a la chica a entrar, ella en principio se negó, pero tras pendárselo mejor decidió aceptar. Solamente entró para plantarse en la entrada y esperar. Negas dejó la caja de pizza sobre el comedor y tomó las llaves de su auto.
—Luego regreso, Pinchimono.
(...)
El no sabía porque diantres estaba ayudando a la chica, se suponía que no debía de interesarle en primer lugar. Vamos, era Negas, un oficinista amargado, indiferente de su alrededor y que tal vez odiaba a casi todo el mundo.
Pero a pesar de todo, admitía que sentía cierta lastima por ella.Esa mujer tuvo la suficiente capacidad como para llegar con la pizza intacta hasta la casa, debía de devolverle el favor. El miró por quinta vez a la chica a través del espejo retrovisor, ella observaba atentamente el paisaje urbano desde la ventana que ni siquiera se percató de que el uniceja la observaba.
Él solo sacudió la cabeza y concentró su mirada en frente del camino que recorría. La lluvia no se detenía, podía ver las luces desfiguradas de la lejanía junto con las siluetad borrosas de las casas cercanas.
Minutos más tarde finalmente se detuvo en la dirección que la pelirroja le había indicado, ahora él estaba estacionado frente a una casa azul que tenía una valla gris que abarcaba una buena parte de terreno. Negas le entregó un paraguas rojo que se había llevado consigo.—Gracias... —Dijo la chica— Por cierto, ¿Cual es tu nombre?
—Negas. —Respondió el antes mencionado mirándola de reojo.
—Pues, hasta pronto, Negas. —Se despidió ella para acto seguido salir del auto.
La pelirroja cerró la puerta y caminó hasta la puerta de su casa, pero antes de entrar miró hacia a atrás y se despidió de Negas sacudiendo su mano derecha.
Él no pudo evitar hacer lo mismo solo que un poco más leve.
(...)
Negas estacionó el auto dentro del garaje, sin embargo se quedó sentado en su asiento por unos minutos, meditando todo lo ocurrido. Miró nuevamente por el espejo retrovisor donde ella había estado y se encontró con algo peculiar, había una pequeña nota en el asiento.
El chico volteó hacia atrás y tomó la pequeña nota entre sus dedos y comenzó a leerla.
En ésta decía lo siguiente:
- ~○~ -
Debo devolverte tu paragüas.
-Isabel.
841 432 0053
- ~○~ -Negas abrió los ojos incrédulo, guardó la nota en su bolsillo y salió del auto para acto seguido entrar a la casa dónde Pinchimono lo estaba esperando en la sala con el ceño ligeramente fruncido.
—¡¿QUE CHINGADOS FUE ESO?! —Exclamó Pinchimono moviéndose violentamente.
—Fue un favor —Respondió Negas seriamente— Ya tranquilízate por favor.
—¡Pero te caga la gente! —Dijo Pinchimono— ¡No seas un bipolar! ¡Te portas raro!
—No entiendo porque reaccionas así, cabrón.
—¡Porque es raro!
—Ya déjame, chingados.
ESTÁS LEYENDO
Dᴇᴀᴛʜ
Fanfiction-Dime ¿Tú que eres exactamente? -Le preguntó Ñoñostacio a Pinchimono un día. -Se supone que yo soy una especie de ente creado con la sangre y las emociones negativas de Negas. -Respondió seriamente. -¿Entonces Negas es una especie de padre para tí...