Act 07

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° Old friends °

—¿Que haces aquí, Pinchimono? —Preguntó un sujeto peculiar con forma de lata.

—¡Descansar! —Contestó Pinchimono con su típico tono rompe tímpanos mientras golpeaba la mesa del lugar con los puños cerrados.

—Calmado, no hagas tanto escándalo, hombre. —Respondió Lataman con esa voz monótona e inexpresiva tan característica de él.

Pinchimono había conocido a Lataman y a Yolo Crayolo desde hacía varios años en una de sus persecuciones habituales con la chota.  Desde aquel suceso entablaron una amistad bastante cercana y cada fin de semana se reunían para pelear contra los "Malditos Caca" o para hacer grafitis en los callejones. Esta vez, el trío de amigos se había reunido en una cantina de mala muerte que se encontraba ubicada en los lugares más recónditos de la ciudad.

—Y bien, —Continuó Lataman mientras le daba un trago a su cerveza— ¿Quieres una chela?

—Yo no tomo. —Respondió Pinchimono seriamente.

—Yolo. —Contestó la Crayola verde.

—Bueno ¿Que es lo que te preocupa, cabrón? - Preguntó Lataman.

—Siento que... algo no va bien. Creo que algo quiere tentar contra mi vida pero estoy consciente de que eso no puede suceder.

—¿Cual es el problema entonces? —Cuestinó Lataman indiferente.

Pinchimono observó a su amigo, el cuál permanecía sereno mientras le daba un trago a su cerveza. A veces odiaba esa cara inexpresiva, sentía que su amigo no le llamaba la atención ese tipo de pláticas emocionales o personales, sin embargo era todo lo contrario; ese rostro insensible no era más que una fachada.

Eso fue lo que Pinchimono aprendió de él durante sus años de amistad.

—Y bueno ¿Cuál es el problema? —Preguntó de nueva cuenta.

—Que si llega a ocurrir, no podré hacer nada para poder evitarlo. —Respondió Pinchimono.

—¿Por qué te hostigas tanto? Ya sabes que no pasará ¿Por qué preocuparse? —Cuestionó Lataman dejando la cerveza sobre la mesa y esta vez encarando a su amigo— Si las circunstancias impiden que eso ocurra ¿Por qué te comportas de esa manera?

Pinchimono guardó silencio y reflexionó acerca de lo dicho por su amigo. El tenía toda la razón.

—Es cierto. —Respondió el saco de sangre— Creo que ya es momento de que vaya bajándole de huevos a esto y vuelva a ser el mismo de siempre.

—¡Yeahh! —Exclamó Lataman con un poco de entusiasmo en su voz— Vamos a rayar, pues.

Los tres amigos salieron del sitio y se dirigieron a un callejón que solían frecuentar muy a menudo. Pinchimono tomó varios vinilos y acto seguido comenzó a plasmarlos sobre las demacradas paredes del lugar.

(...)

El resto del día transcurrió con normalidad. Se podría decir que Pinchimono estaba contento, su preocupación había desaparecido por completo.

—Y bien. —Dijo Lataman mientras los tres caminaban tranquilamente por la calle— ¿Estás mejor?

—¡Si! —Exclamó Pinchimono con esa energía que lo caracterizaba— Estoy mucho mejor, gracias por tu consejo.

—No es nada. —Respondió la lata— Lo que sea por un amigo. Bueni, es momento de que Yolo y yo nos marchemos.

—Yolo. —Dijo el crayón como es de costumbre.

—Hasta pronto. —Se despidió Pinchimono esbozando una leve sonrisa. 

Lataman se aproximó a Pinchimono y le dió un puñetazo en el hombro como despedida. Acto seguido, continuó por su rumbo mientras que Yolo Crayolo seguía su paso.

Pinchimono los observó por última vez y después reanudó su camino a casa. El cielo se había tornado de colores rosas y narajas, el sol se estaba ocultando lentamente por el horizonte. Muy pronto caería la noche y las estrellas junto con la luna reinarían los cielos  una vez más.

Era el momento de volver a casa.

Dᴇᴀᴛʜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora