Act 02

998 129 44
                                    

° One of these days °

Pinchimono continuó limpiando la habitación, recogió y limpió todo el polvo y los pequeños escombros que habían sido desprendidos del techo por los disparos.

Tomó un poco de cemento y una pala pequeña para rellenar los huecos de las paredes, comenzando así su tediosa tarea.

(...)

Negas estaba sentado en oficina tecleando letras en su computadora vieja mientras tenía 50 crisis existenciales dentro de su cabeza. Todo parecía tan normal hasta que escuchó ese sonido... ese jodido sonido que tanto repudiaba.

Uriu Uriu Uriu Uriu Uriu~

Era el jefe Paulo que había llegado a la oficina, Negas solo rodó los ojos y continuó con su trabajo, tratando de ignorar su presencia.

—Negas, Neguitas —Dijo el jefe Paulo— ¿Trajiste el informe de 100 páginas que te encargué?

—Sí —Respondió Negas sin apartar la vista de la computadora—. Se lo envié por correo.

—Muy bien hecho, Negas —Respondió el jefe algo alegre—. Ahora tengo que salir, debo de ir a comprarme un pastelito, pastel que rico.

El jefe Paulo se marchó del lugar y Negas continuó pegado a su computador.

—Hola, Negas — Dijo Cheker acercándose un poco hacia el peli café— ¿Que haces?

—Trabajando como buen esclavo ¿Acaso tú no tienes nada que hacer? —Preguntó Negas mirando a su compañero con una expresión indiferente.

—¡Ots! ¿Por qué eres tan frío? —Preguntó Cheker algo afligido— Si yo en estos días he estado tan caliente como el mismo sol.

—Ve a decir tus pendejadas a otro lado. Ya deja de molestarme.

Cheker solo soltó un quejido y se marchó del lugar algo molesto. Obviamente a Negas le importó una mierda y siguió actuando de manera normal. No cabían dudas de que sería otro patético día.
Aunque en el fondo se estaba preguntando qué estaba haciendo Pinchimono en casa.

(...)

El engendro violento terminó de arreglar las paredes de su habitación en un abrir y cerrar de ojos, el cemento aún no estaba seco, así que optó en dejar un abanico puesto para lograr que se secara y además dejó la ventana abierta para que entrara un poco de aire.

Salió de la habitación con pasos rápidos, para aproximarse al teléfono y marcarle a la mejor pizzería que el conocía. 

—Buen día. ¿Que es lo que desea? —Preguntó una mujer desde el otro lado del teléfono.

—¡Quiero una pizza de peperoni y con extra queso! ¡Extra es mejor! —Exclamó Pinchimono alegremente mientras hacía el baile del pescadito felíz.

—¿Quiere la pizza con la promoción de las Tortugas Ninja? —Preguntó la mujer.

—¡Sí!

—Perfecto. En seguida llevaremos su orden, joven.

La mujer colgó el teléfono, no era necesario preguntar la dirección; las personas encargadas del restaurante ya sabían ubicar la casa de Pinchimono. Era un cliente muy frecuente.

(...)

—Negas —Dijo el Doctor invitando al chico negativo a pasar al consultorio—. Como tú ya sabes, hoy es viernes y eso significa que es la hora de hacer tu evaluación de estado de ánimo.

—Tiene suerte de que salí temprano del trabajo y no tuve que pedirle permiso al jefe para venir. —Comentó Negas mientras se sentaba en una silla frente al escritorio del doctor.

Se sorprendió un poco debido a que el hombre tenía un gran sentido del orden, todo el lugar lucía perfecto; con las pinturas colgando en las paredes, el escritorio completamente pulcro y el suelo de mosaicos dónde sentía que podía ver hasta su propio reflejo. Deseaba tener su casa así todo el tiempo.

El doctor le hizo unas cuantas preguntas simples y después le entregó una encuesta a Negas, la cual terminó en menos de unos minutos.
Tras entregarle el documento, el hombre le echó un vistazo a los papeles y después tomó un par de apuntes en una libreta roja. Parecía centrado en su labor, hasta que terminó de apuntar y contempló al uniceja con una expresión algo seria.

—Sigues mal, Negas... —Declaró el doctor psicólogo—Sigues padeciendo estrés.

—¿Como chingados? —Preguntó Negas frunciendo el ceño y levantando los brazos algo molesto—Tengo una semana sin hacer corajes.

—Pero debes tener-

—Eso fue lo que hice la otra vez, cabrón — Interrumpió Negas más molesto que antes— ¿Y que cree? Casi muero de un puto infarto y ahora tengo a un Pinchimono inestable al cual debo mantener

—Negas, debes tener autocontrol. El punto de esta terapia es encontrar una manera de liberar tu negatividad de forma sana y efectiva, no que te ahogues en tus propios corajes.

El doctor se puso de pie y acompañó a Negas hasta la puerta para hacer girar la perilla y mostrarle la salida.

—Haz algo que te relaje —Le recomendó,  cediéndole el paso a su paciente—O busca un pasatiempo.

—Bien, ¿Cuánto le debo? —Preguntó Negas mientras sacaba su cartera del bolsillo trasero de su pantalón.

—Solo son 250 pesos.

Negas pagó y se marchó del lugar algo pensativo. Al salir, sintió como pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre él; miró al cielo y vió que las nubes estaban grises, no tardaría mucho para que comenzara a llover. Así que decidió que lo mejor sería irse a casa en taxi.


Dᴇᴀᴛʜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora