Act 09

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° Lovely °

Pinchimono siguió con su vida normal, decidió que ignorar todo lo anteriormente acontecido sería lo mejor tanto para él como para aquellas personas que lo rodeaban.

Sin embargo, a pesar de haber transcurrido casi dos semanas, el recuerdo de lo dicho por Antimono aún le causaba cierta inquietud y lo hacia rodar en la cama de la frustración. Cualquier cosa u actividad que hiciera para olvidarse de eso solo era un simple distractor temporal, cuando esa actividad se terminaba esas frías palabras volvían a cruzar por su mente.

Era tan molesto. Ni siquiera el sabía porque no podía quitarse eso de la cabeza, o probablemente lo sabía pero no quería prestarle atención (tal vez si lo hubiera hecho, hubiese tenido un destino diferente).

Esa tarde se encontraba sentado en el suelo de la sala mirando las Tortugas Ninja en la TV. Su padre estaba recostado en el sofá contestando mensajes y borrando correos inútiles de su bandeja de entrada.

Entonces repentinamente tocaron el timbre de la puerta, el chico uniceja se puso de pie casi de un salto y se encaminó con prisa hacia la puerta dónde esperaba su orden de pizza.

Pinchimono simplemente se limitó a observar desde su lugar. El ente se había percatado de que el comportamiento de su padre había sido muy extraño en los últimos días, ordenaba pizza con mucha más frecuencia para que éstas terminaran siendo consumidas mayoritariamente por Pinchimono, claro, esa parte a la criatura antes mencionada no le molestaba en absoluto... le parecía excelente, pero no le veía demasiado sentido.

Pero para Negas todo aquello tenía un mero objetivo y era simplemente mirarla a ella. Esa era su razón para ordenar pizzas, porque cada vez que caminaba hacia a la entrada, abría la puerta y la observaba ahí de pie, sentía algo extraño que no podía explicar, había algo más ahí, probablemente ella también lo sabía y por eso sonreía tan fugazmente cada vez que el uniceja la miraba directamente a los ojos.

Entonces, mientras Negas caminaba hacia a la puerta el decidió intentar algo que desde hacía varios días anhelaba hacer: invitaría a Isabel a una cena. El estaba bastante decidido, cuando sus manos lograron girar la perilla de la puerta, no pudo evitar sonreír.

Él simplemente abrió la puerta y su sonrisa se desvaneció casi al instante, la repartidora no era Isabel, era una mujer de cabellos rizados y piel perlada.

—Buenas tardes, aquí está su orden. —Dijo la chica alegremente entregando la pizza.

—Oh...Gracias. —Respondió Negas tratando de ocultar la decepción que sentía en ese momento.

—De nadan—Respondió la chica con amabilidad—, serían 75 pesos.

Negas le entregó el dinero y la joven repartidora se dió la vuelta a punto de marcharse, sin embargo, el uniceja sentía la necesidad de saber que había pasado con Isabel.

—Disculpa. —Dijo Negas haciendo que la repartidora de cabellos rizados se diera la vuelta— ¿Sabes que pasó con la anterior repartidora?

—Está en su descanso. —Respondió la chica. 

—Ya veo, gracias. —Dijo para acto seguido cerrar la puerta lentamente y marcharse algo decepcionado a la cocina.

Había perdido su primera oportunidad...
Pero aún quedaba una más.

Dᴇᴀᴛʜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora