"El p*to margen de error"
No sabía muy bien que decir.
Demoré muy poco en la bañera, mi récord obligado gracias a que Zack estaba en mi habitación esperando que saliera.
-listo- anuncié. - ¿qué quieres hacer?- dije mientras me sentaba al lado suyo en mi cama.
-Llegan en dos horas- me dijo mientras me mostraba el mensaje en mi móvil.
-de acuerdo- no me molestaba que alguien tomara mi móvil, no es como si tuviera mi vida entera ahí, sólo un buzón de mensajes medio vacíos, una galería con tres fotos, un álbum de música y cero aplicaciones instaladas más que youtube en su versión más vieja.
-¿quieres ver tv?- dijo volteando a verme con una sonrisa burlona.
-Es mi casa, me robas mis líneas [lo que el debería preguntar]- Zack revolvió mi cabello.
-Me gusta tu tinte, ¿crees que me quede a mi?- prestó mucha atención a uno de los mechones, esperando respuesta.
-Nop- negué con la cabeza quitando su mano de mi cabello.
-me gustaba mi cabello rojo, pero ya no se ve ni las puntas-
-Me gusta más como se te ve el cabello negro- hice un pequeño puchero con los labios, no me lo imaginaba de otra forma.
Jugamos un rato con nuestro cabello, hablando de tintes y cosas de oxigenados como nosotros.
Él me ayudó a olvidar por un momento las cosas con Sock, y su repentino cambio de humor. Pareciera una adolescente teniendo su primer periodo.
Pero el sonido del auto me avisó que seguía hablar más con él, y soportarlo hasta que su modo físico terminara, después de todo lo hizo por mi.
—Bueno Jonathan, hora de irme— me sonrió tiernamente— ve a la pastelería si quieres hablar un rato— me guiñó un ojo y se fue por la puerta de atrás para no incomodar a un calcetín.
—Jonathan— habló mamá desde afuera y la ayudé con el bolso gigante que había especialmente para el bebé.
Que por cierto es niño, y se llama Dominick un lindo nombre.
Todo en casa era felicidad, pues la nueva presencia había llenado todo de alegrías y cosas que hablar sobre el futuro.
Estaba de más decir que Sock seguía con la misma actitud por tres semanas completas.