»Capítulo 12: Muy alejados o muy juntos.

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Cinco días después.

Los días habían ido pasando y cada día estaba más rayado por Damien.

Cada vez que íbamos juntos a algún sitio, a una clase.. cada vez que hacíamos cualquier cosa juntos, sentía que en cuanto termináramos y cada uno nos fuéramos para nuestras casas, comenzaría a echarle de menos y así lo hacía, por eso intentaba alargar lo máximo posible mi tiempo con él. 

Es divertido estar con Damien, me hace sentir bien. Nunca me aburro cuando estoy con él, siempre tenemos algo de lo que hablar y algo de lo que hacer. Incluso me acompañó a comprar el móvil nuevo y estuvo conmigo más de una hora y media esperando en la cola para entrar a la tienda, ya que sin razón aparente ese día había mucha gente. Cada poquito más que conozco de él, hace que mi cariño por él aumente cifras increíbles pero.. ¿eso quiere decir que me gusta? ¿un chico me está gustando? Nunca he tenido nada malo en contra de los homosexuales, pero no sé, nunca había sentido algo parecido. Ni si quiera por una chica. Quizás nunca lo he sentido porque no lo he buscado, ni si quiera lo hago ahora y sin embargo con Damien me nace solo.. ¿Eso es que me gusta de verdad? Quizás si me guste.. y mucho. Pero.. ¿Por qué? ¿Por qué me gusta? ¿Por qué, si se que jamás se va a fijar en mi? Tengo que alejarme de él, como sea..No es por él, si no por mi.

Miércoles, 23 de enero.

8.00 AM

Me desperté y enseguida recordé todos mis pensamientos de la noche anterior, haciendo que soltara un pequeño suspiro mientras me revolvía en la cama y apagaba el despertador de un pequeño golpe. Bostecé mientras me estiraba y me puse en pie, rodando los ojos mientras caminaba hacia el armario. Lo abrí, cogí el uniforme, ropa interior, el móvil y salí en dirección al baño. Una vez en él, dejé la ropa sobre la encimera del lavamanos y comprobé que no tenía ningún mensaje nuevo. Dejé el móvil a un lado y, mirándome al espejo, me desvestí.

Terminé de secar mi pelo con el secador para no arriesgarme a coger un resfriado y salí del baño, acomodándome la camisa a los pantalones, al igual que el chaleco. Miré el móvil antes de guardarlo en el bolsillo y comprobé que tan solo me quedaban quince minutos para entrar a clase, así que tenía que darme prisa sí o sí. Guardé el móvil en mi bolsillo trasero, entré a mi habitación, cogí la mochila y bajé las escaleras para irme a clase, sin a penas despedirme de la mi familia. No me apetecía hablar con la gente y tener que buscar excusas tontas para excusar mi comportamiento extraño desde un par de días atrás. Tampoco me apetecía recibir las palabras consoladoras de  gente que no entiende por lo que estoy pasando, o quizás sí lo sepan pero me da igual, no quiero ayuda. Tendría que hacer lo imposible para que las cosas no cambiaran y probablemente me doliera mucho pero.. a veces, por amor hay que hacer grandes sacrificios.

11.00 AM

La hora libre había llegado. A penas pegué ojo la noche anterior así que decidí salir de mi aula e ir directamente a la cafetería para encontrarme con Emma y Luigi, aunque él creo que estaba en una clase de refuerzo. Me despedí del profesor con una pequeña sonrisa y caminé hasta la cafetería, encontrándome con Emma nada más llegar a esta.

-¡Hola!.- Exclamé, recibiendo un pequeño abrazo por su parte. -¿Cómo estás?.- Preguntó con curiosidad mientras me hacía un pequeño gesto hacia la puerta de la salida.

-¿Qué pasa..? ¿No vamos a la cafetería?.- Pregunté confundido, ladeando la cabeza una vez me detuve en seco.

-No. O sea, si quieres sí pero es que me gustaría ir a ver el entrenamiento de fútbol.- Respondió con un poco de timidez, mirando hacia mi. Asentí pesadamente con la cabeza y me di la vuelta hacia la puerta para caminar hasta ella. -Gracias. Así también puedes ver a Damien, dos por uno.- Respondió, haciéndome sentir un pequeño dolor angustioso en la barriga. 

Insomnio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora