»Capítulo 25: Uno más.

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Me levanté rápidamente y saqué el móvil de mi bolsillo, buscando el número de Luigi.

-¿Qué haces? ¡No llames a un médico!.- Exclamó, intentando ponerse en pie. Negué con la cabeza y comencé a teclear en el móvil;

''Tengo que irme un momento, ¿puedes estar con tu hermana y bailar con ella como si fuera yo? te lo explicaré luego.. ;)''

La mente sucia de Luigi interpretaría eso como que me iba a ir con alguien a algún hotel, a alguna casa o a donde fuera y me cubriría, después ya me inventaría cualquier cosa para que justificara el que tuviera que actuar como si fuera yo.

-Tranquilo, nos vamos de aquí.- Suspiré y me limpié las lágrimas secas que quedaban por mis mejillas y ayudé a que Damien se levantara del suelo, haciendo que se apoyara contra los lavamanos mientras intentaba arrancarle las mangas de la camisa, pero no daba.

-¿Qué haces..?.- Preguntó con una dulce voz mientras me miraba completamente embobado. Mi mirada completamente seria se clavó sobre la suya, haciendo que cambiara completamente su expresión a una más triste.

-Nada, da igual.- Sacudí la cabeza con fuerza y me giré, mirando hacia donde había estado sentado. Cogí su chaqueta, la cual estaba tirada en el suelo y se la puse, abrochándosela para que no se le viera la sangre que manchaba su camiseta. Me miré yo al espejo e hice exactamente lo mismo, caminando después hacia la puerta. La abrí lo más mínimo posible y observé si había mucha gente en el camino hacia la entrada, girándome después hacia él y hacerle un gesto para que me acompañara.

-¿Pero a donde vamos?.- Preguntó mientras se acercaba a mi y ambos salíamos por la puerta, yo agarrándole a él por las manos para que no se cayera, ya que continuaba bastante débil.

-Cállate, sígueme y no te caigas.- Susurré en voz baja, llevándolo conmigo hasta la salida del club. Bajamos las escaleras y caminamos hasta el aparcamiento lentamente, aprovechando que no había nadie fuera debido al fresco que comenzaba a hacer a esas horas de la noche. Al llegar a mi coche lo solté y abrí la puerta del copiloto, haciéndole un gesto para que se sentara. Durante el pequeño camino al coche no había dejado de preguntarme que pasaba, que a dónde le llevaba y qué tenía pensado hacer con él. No le podía decir nada, por lo tanto opté por quedarme completamente callado.

-¿Por qué?.- Preguntó, cruzándose de brazos mientras se apoyaba en el coche de al lado, mirándome fríamente, como al principio de volver a vernos tras tantos años.

-Damien, tú hazlo y ya.- Respondí, soltando un pequeño suspiro.

-¿No vas a contestar a ninguna de mis preguntas? ¿Qué vas a hacer? ¿Llevarme a casa y dejarme en bandeja a mi tío para que termine conmigo? Hazlo, si total no te importo..- Gruñó mientras se metía lentamente en el coche, haciéndome rodar los ojos. Cerré la puerta una vez se sentó en el asiento y rodeé el coche para subirme y finalmente, largarnos lo más lejos posible de allí.

Había sido el trayecto más corto y a la vez más eterno de mi vida. Damien no había dicho ni una palabra, y yo tampoco. Tenía ganas de decirle tantas cosas pero.. No me sentía realmente a salvo cerca de la ciudad, por lo que decidí llevarlo a una pequeña montaña en las afueras, justo a la que me llevó el uno de los primeros días que empezamos a pasar juntos. Al llegar allí y apagar el motor, le miré completamente serio y triste, dejando reposar mis manos sobre mis muslos.

-Damien..- Susurré, llamando su atención. Bruscamente miró a su alrededor y después me miró a mi, algo extrañado.- Lo siento.- Añadí, agachando la cabeza algo avergonzado mientras mis ojos comenzaba a aguarse de nuevo.

-No mientas, tú no sientes nada por mí.. Seguro que estás más feliz que nunca sin mi en tu vida.- Gruñó y acto seguido abrió la puerta y se bajó del coche, lo cual hizo que sin poder evitarlo, comenzara a llorar. Dio un par de pasos y se sentó en el suelo bajo la luz de la luna, mirando y toqueteando sus heridas mientras yo lo observaba desde el coche, pensando muy bien qué hacer y cómo contarle todo lo que había pasado y las razones. Sabía que le iba a molestar que lo intentara proteger, el cree que es autosuficiente pero ante su tío necesita protección y si yo puedo darsela, es obvio que lo haré. Mi vista se nublaba debido a las lágrimas hasta que me relajé y dejé de llorar, me limpié las lágrimas, respiré hondo y volví a mirarle. Abrí el coche y salí, comenzando a hablar nada más cerrar la puerta del coche.

Insomnio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora