La mañana siguiente amanece soleada y Raoul se alegra de no haber cerrado los porticones durante la noche. Se levanta poco perezoso aunque algo cansado, pero ya ha decidido que hoy no hará nada de deporte, a no ser que absorber toda la radiación solar posible sea considerado deporte.
Abandona su cama y su habitación para prepararse un par de tostadas que acaba desayunando en su pequeño balcón. No se puede engañar a sí mismo y sabe que lo hace por si alguno de sus nuevos vecinos tiene ganas de pasar esa mañana con él, así que lo primero que hace tras sentarse en una de las sillas es mirar hacia el balcón opuesto. No hay nadie en él, así que supone que seguirán durmiendo. Son solo las nueve.
A excepción de un par de personas mayores que caminan por el césped, no hay nadie disfrutando de esas últimas mañanas de calor sofocante, así que no tarda en arrancarse la camiseta con la que ha dormido y cambiar su ropa interior por un bañador corto que permita a sus piernas ponerse algo morenas.
El agua está fría, mucho más de lo normal, así que entra encogiendo el abdomen y maldice en voz alta cuando esta le cubre todo el cuerpo. Nada con fuerza de un lado para el otro intentando calmar sus temblores, y un par de minutos más tarde lo ha conseguido.
La vecina del quinto aparece con la cesta de mimbre que siempre lleva encima en una mano y su nieta pequeña en la otra. Nerea, se llama, y no tarda ni dos segundos en salir corriendo hacia el borde más cercano a Raoul cuando le reconoce. Desde que la pequeña nació, Raoul se ha hecho cargo en varias ocasiones de ella y le encanta su compañía. Es un cuerpo lleno de inocencia y le encanta su dulzura.
- Raoul, dice mi abuela que te pida por favor si me puedo quedar contigo hasta que vuelva del mercado – su voz es tan fina y bonita que a Raoul le importa bien poco lo que sea que le esté pidiendo, porque nunca le diría que no.
Sale del agua y recoge su toalla para secarse un poco con ella antes de acercarse a la abuela de la niña.
- Señora Romero, ningún problema. Me quedo con ella lo que haga falta, no tengo nada que hacer hoy – explica el rubio.
- Gracias, cielo – responde la señora e indica a la niña que se acerque a ella para darle un último beso y susurrar un "pórtate bien" antes de desaparecer por la puerta.
Raoul regresa junto a la niña, deja su toalla de nuevo sobre el césped y la niña se sienta sobre esta.
- ¿Y cómo está mi niña preferida? – le pregunta acariciando su pequeña nariz, arrancándole una risotada.
- ¿Hoy vamos a nadar? – le pregunta ella, con ojitos esperanzados y las manos moviéndose nerviosa sobre su regazo.
- ¿Quieres nadar? El agua está bastante fría, pero yo te acompaño.
Es una niña pequeña, seis años tiene. Sabe nadar pero nunca se atreve a ir a la parte más honda por miedo, así que Raoul ha sido siempre su compañero de chapuzones clandestinos, pues su abuela no la deja pasar de las escaleras en las que hace pie.
Se dirigen al agua y Raoul coge la mano de Nerea cuando esta baja el primer escalón. Suelta un grito agudo y cómico que hace que Raoul ría con ella, y pasan los siguientes minutos entrando poco a poco en el agua. A Raoul le parece que el infierno le agarra poco a poco por las piernas y siente la necesidad de tirarse de una vez al agua y acabar con ese martirio, pero sabe que la niña lo quiere a su lado, así que esconde hasta el último temblor de su cuerpo. Cuando la niña acaba de sumergir su cuerpo en el agua, Raoul también lo hace, siempre con su mano sobre la niña para tenerla cerca y controlada, a salvo.
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LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)
FanfictionRaoul y Agoney son vecinos. Agoney es el primer chico joven que Raoul ve mudarse a la comunidad en la que vive con su familia. Agoney aterriza en un pueblo catalán cuando el verano está a punto de acabar. Tras años intentando dedicarse a la música...