Capítulo 26

11.4K 497 2.8K
                                    

AVISO: En este capítulo se tratan temas sensibles como ansiedad y abuso sexual (no explícito, pero sí mencionado y discutido). Por favor, no lo leáis si os puede afectar. Aparecen en la segunda mitad. Al final hay una segunda nota de la autora. 

Por suerte, esta vez se trata de ficción.

**

La casa de Ricard parece una biblioteca. Tal vez una casa de fraternidad universitaria, teniendo en cuenta el cuerpo de Quique estirado y profundamente dormido en uno de los sofás y la presencia silenciosa del propio Ricard en la mesa del salón, bebiendo cerveza.

Miriam estudia en la mesa y riñe a Ricard cada vez que abre una nueva lata.

- Ya vas por la tercera, amigo – dice.

Ricard se encoge de hombros y procede a dar el primer sorbo de la nueva cerveza.

Raoul teclea en el ordenador desde el sofá que comparte con Agoney, quien lee unos dosieres encuadernados y bosteza de vez en cuando.

- Ricard, son las cuatro de la tarde. Para – insiste la chica.

- ¿En qué momento te dejé vivir conmigo? – alza la ceja.

La chica ríe y rueda los ojos. En realidad, le gusta la convivencia con el chico, a pesar de que a veces pueda sentir la tristeza abrazarle y dirigirle hacia una nueva botella de alcohol.

- Mi hermano llega en un rato.

- Y los Reyes Magos llegan esta noche – contesta Ricard.

- Vale, Ricky. Vale – ríe. – Déjame estudiar, anda.

- Igual viene Roi.

Raoul alza la cabeza al escuchar el nombre en la voz de Ricard.

- Vale, ya me callo – ríe Ricard, pensando que su tono de voz es el causante de esa mirada.

Raoul abre la boca para decirle que no, que ha levantado la mirada por curiosidad y por lo rasgada que ha sonado su voz, pero asiente y vuelve a centrarse en su portátil.

Antes, eso sí, dedica una mirada rápida a Agoney, cuyos ojos vuelan entre las líneas marcadas con tinta negra en su papel. Raoul no puede resistir la tentación de darle un beso en la mejilla y lo hace, haciéndole saltar ligeramente del cojín.

Cuando Agoney caza la mirada del menor, se les escapa una sonrisa. Le devuelve el beso, pero en los labios, y regresan a sus apuntes.

Quique no se inmuta ni cuando pican a la puerta, ni cuando es Efrén quien cruza el umbral y saluda a todos los presentes, hablando unos cuantos minutos con su hermana y compartiendo un par de palabras con Ricard.

Cuando se dirige a los sofás, saluda con un movimiento de cabeza a Raoul y Agoney y se dirige al sofá donde Quique duerme.

- Menuda marmota – ríe.

- Desde las tres de la tarde – comenta Agoney.

Efrén mira su reloj. Hora y media de siesta... debería ser suficiente, pero sabe de primera mano que no ha pegado ojo en toda la noche, así que se limita a negar con la cabeza y quitarse el abrigo para cubrir a Quique con él.

Busca sitio al final del sofá, alzando cuidadosamente los pies de Quique y volviendo a colocarlos sobre su regazo. Quique se remueve bajo el abrigo de Efrén, pero no se despierta, más que acostumbrado a su olor.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora