Capítulo 15

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Dos días después, un domingo frío de noviembre, Agoney puede caminar sin sentirse mareado y comer sin ningún tipo de problema. Las ojeras han desaparecido por la enorme cantidad de horas que ha podido dormir desde que enfermó y por la tranquilidad que le ha acompañado en todo momento y que le ha dejado activar y desactivar el sueño sin una rutina más allá de lo que le apetecía.


Recuerda más bien poco del día anterior, no sabe cuándo empieza ni cuándo acaba, pero si el dónde, pues si algo no ha cambiado en su segundo día en cama ha sido la presencia de Raoul. Agoney se ha despertado unas cinco veces lejos de su cuerpo, en el lado opuesto de la cama, así que han sido cinco veces las que ha removido la cama entera para volver a enterrarse en su cuerpo.


Raoul ha descansado tanto las últimas horas que siente que puede comerse el mundo de nuevo. Ha recuperado las horas en vela estudiando, y tal vez lo haya hecho de la manera más desafortunada posible, haciendo de enfermero, pero también la que más le está obligando a hacer cosas buenas que le hacen sentir bien. Cuidar de Agoney, sentir que su cuerpo le extraña y le busca a tientas, eso le llena el pecho de algo que le hace sentir invencible.


Dos días después, un domingo frío de noviembre, Agoney y Raoul comparten sofá, las piernas del canario estiradas sobre el regazo del catalán.


- Vale, me toca – comenta el menor. - ¿Qué preferirías, pasar un año en la cárcel o un año en un país donde nadie te entiende y no te puedes comunicar?


- Mmm... ¿estoy solo en ese país?

- Solísimo.

- ¿Y tengo comida?

- Solo si consigues pedirla, pero no puedes hablar con los nativos, Agoney.

- Da igual, prefiero eso.

Raoul alza una ceja y mira a Agoney, quien se refugia en la manta verde que le cubre todo el cuerpo. Raoul la recoloca a la altura de las piernas, buscando una excusa inconsciente para volver a dejar la mano sobre ellas, manteniendo algo de contacto físico con él.

- ¿Qué preferirías, tener que aguatarme una semana más enfermo o un día más de exámenes?

- Uff, con las ganas que tengo de perderte de vista – ríe y deja un apretón en su pierna. –Tienes que ponerme dos situaciones malas.


- Un día más de exámenes o...


Pican a la puerta. Raoul ahoga una carcajada al ritmo que deja caer la cabeza en el respaldo del sofá.


- O aguantar a mi hermano – completa el menor, escuchando el saludo entre su hermano y Glenda, tan cálido como solo esas dos personas saben ser.


- No te metas con Álvaro – Agoney da un manotazo a Raoul, deshaciendo la manta en la que se refugiaba.


- ¿Quién se ha metido conmigo? – pregunta, triunfante, el Álvaro que cruza el salón.


Deja una caricia en la cabeza de Agoney y un beso en la de Raoul antes de sentarse en el sofá que queda libre e invitar a Glenda a compartirlo con él.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora