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Tomé mi teléfono, pues él era la única persona  que sabia de aquella bolsa. Lo busque entre mis contactos y llame.

Pero mi celular sonaba y sonaba sin ninguna respuesta.

Colgué frustrado y  fui a casa de sus padres, debo contactarme con el de alguna forma.

Al llegar toque el timbre y salio su madre.

-Hola, cariño ¿En qué puedo ayudarte?.-Dijo con una sonrisa.

-¿Me preguntaba si... su hijo está aquí?

-Desafortunadamente no ¿Porqué? ¿Qué necesitaba?

-Solo tenia una pregunta... sobre la chica que desapareció.

Automaticamente la cara de la mujer se noto pálida, y sus ojos se agrandaron. Escuche como su saliva pasaba por su garganta.

-Creo que deberías pasar. 


Miradas congeladas #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora