La Feria

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NARRA SAMUEL

Desperté temprano por la mañana. La luz del sol entraba por mi ventana avisando que la noche ya se había ido. Bostecé y me fui directo al baño. Me vi en el espejo y parecía no haber dormido en una semana. Mojé mi cara y desperté por completo. Quitándome la camisa me doy cuenta de que los vendajes que me puso Willy siguen ahí, me los quité junto con mis pantalones para meterme en la ducha.

El agua me relajó de una manera inexplicable. Con el frío que hacía, la terma ayudaba bastante. Limpié cada parte de mi cuerpo y volví a mi cuarto con una toalla cubriéndome la parte inferior. Veo mi armario y digo:

-Y ahora...  ¿Qué me pongo?

Parecía como una mujer. Reí. Cerré los ojos y coguí el primer cojunto que mi mano toca. Abrí los ojos, veo que es algo que me encanta. Una bonita camisa morada a cuadros negros y blancos. En la parte de abajo me puse unos vaqueros negros, y en los pies unas simples zapatillas.

Aún faltaba mucho para ir a salir con Willy y los demás pero yo ya estaba listo... menos mi cabello. Andaba todo despeinado pero no importa, así me gusta, podré acomodarmelo con la mano como tanto le gusta a Guillermo. Tenía mucho tiempo libre, apenas son las 9:46 de la mañana y tengo hambre. Del refrigerador saqué unos cereales coloridos y me los comí. Aún falta más de 5 horas para ver a mis amigos pero estoy muy ansioso. Extraño los suaves y sabrosos labios de Willy.

Fui a la sala y prendí la televisión para pasar un poco el tiempo. Tuve mucha suerte, estaba dando Hora de Aventura, mi programa favorito. No me llameís infantil porque sé que a ustedes también les gusta el programa. Terminó muy pronto el capítulo y empieza los Power Rangers, no me gusta mucho así que apagé la tele para irme a la PC. Abró el buscador de Google y no sé que hacer. Sin pensarlo pongo en la barrita de busqueda: Libros en PDF. Vi algunos títulos y pronto ya estaba en mi cama abrigado, con una taza de café en una mano y el celular en la otra, leía cómodamente. Estoy apunto de terminar un capítulo hasta que recibo una llamada:

-¡Eh, Samuel! ¿A que hora vienes? -era Willy con un tono de preocupación- Te estamos esperando todos aquí.

-Sí sí, ya voy -me fijé en la hora, 3:43 p.m., se suponía que debía estar en su casa a las 3:30- Estoy saliendo de casa, en 10 minutos estoy fuera de la tuya.

Colgué. Coguí mis llaves de mi auto y salí de mi apartamento lo más rápido que pude. Encendí el auto, en 10 minutos ya estaba en la entrada de la casa de Guillermo. En la calle se distinguian a todos: Rubius, Mangel, Luzu, Frank, Chetto, Sara y, no podría faltar, Willy; todos sentados en la acera en mi espera mientras conversaban de cualquier cosa.

-¡Hombre! -dice Sara- ¡Al fin llegas!

-¡Sí! -le sigue Rubius- Te hemos esperado toda una eternidad.

-Tranquilos -calmé- sabía que me querían pero no es para tanto -todos reímos, las risas se escucharon por todo el vecindario- bueno pasen, pasen.

-Emm... Samuel -dice Willy- hay un problema, somos ocho y en tu carro solo caben cuatro. Por suerte Luzu trajo su auto donde también caben cuatro. Prongo separarnos en grupos.

-Buena idea -obviamente quería que Willy fuera en mi auto pero tendría que escoger dos acompañantes más- Yo, Willy, Rubius y Mangel en mi auto. Luzu, Frank, Chetto y Sara en el carro de Luzu.

Escogí a Rubius y Mangel porqué son buena gente. Ellos se aman el uno al otro, como Willy y yo, y también tienen tienen a alguien que se les oponga a su relación, como Willy y yo. Desgraciadamente, así es el mundo.... y el amor.

-¿Porque te quieres llevar a Willy? -preguntaron Sara y Chetto al unisono. Ellos habían presenciado en primera fila las primeras miradas intercambiadas entre Guille y yo. Sospechaban.

Te Seguiré a Ti - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora