Capítulo 09: ¿Ternura?

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Caminar. 

Era todo lo que estaba haciendo, y aunque esa acción era de las más normales y comunes —de no mencionar fácil— a cada paso que daba era como si mi estómago se consumiera a si mismo. Por su parte, mi corazón estaba bastante acelerado y era como si en cualquier momento saltara de mi pecho y me dejara ahí tirado sin vida, que no suena una mala idea ahora que lo pienso. Con un poco de alcohol podría llegar a ser buena, pero lamentablemente no tenía aún la inquietud de consumirlo a pesar de que estaba como en esa etapa en la que todos beben alcohol cada que pueden. De alguna rara manera, eso no era lo que más me importaba. Claro que eso era algo que lo confundían con las palabras: inmadurez, cobardía, entre muchas otras igual o peor para el caso en cuestión.

Mi vista estaba clavada en el suelo, por ningún motivo quería hacer contacto visual con sus ojos ya que de ser así, terminaría por desatarse una segunda guerra mundial dentro de mí, y no de una buena manera. Aunque por otro lado, me daba mucha curiosidad poder mirar de nuevo sus ojos. Sé que son simples ojos de algún color, como muchos otros, pero por alguna extraña manera, era como si esas iris fueran destinadas para él en específico, y aunque viera muchos ojos verdes, ningunos serían iguales a los de él.

—Pensé que lo olvidarías —rompí el silencio—, creí que querías jugar conmigo.

—En todo los últimos cinco minutos que llevamos caminando —rió ignorando mi comentario por completo—. Me he dado cuenta de las características que tienes, de esas palabras que vienen a la mente de cualquiera cuando te ven.

—¿Sí? —respondí sin interés—. ¿Y qué te llega a la mente?

—Timidez, marginación, inteligencia, ternura —al decir la última palabra apareció una sonrisa en sus labios.

—¿Ternura? —pregunté confundido.

—Amm, si-ii —respondió obvio.

Miré hacia un lado tratando de evadir cualquier pensamiento que pudiera llegar a pasar mi cabeza, que estos últimos días ha estado cono loca, casi a punto de explotar en cualquier instante. No es suficiente conque mis planes de ser una sombra entre tantas no haya funcionado, sino que ahora también hay un tipo que me sigue a todos lados y que a parte me dices cosas muy extrañas como que soy muy tierno cuando hago cualquier cosa que una persona normal. Estoy seguro de que en un tiempo no muy lejano voy a terminar por enloquecer y entonces no será muy lindo el resultado.

Llegamos hasta las áreas verdes del lado oeste de la institución, donde también se encuentra el estacionamiento. Caminamos a través del pasto, habían escasas personas pasando y las pocas que habían me saludaba con énfasis, como si en verdad estuvieran felices de verme pasar por ahí. Seguramente algunos solo lo hacen porque los demás también.

Sí, ya sé.

Le estoy dando demasiadas vueltas al mismo asunto, pero es inevitable, simplemente no me creo todo lo que está pasando a mi alrededor. ¿En qué momento pasó? Es difícil para mí digerir todo esto ya que no estoy acostumbrado a esto. Y sus actitudes no me ayudan en nada.

Llegamos hasta el mismo estacionamiento. Seguía al chico por entre los autos hasta que llegamos a uno de color negro muy lindo a decir verdad. Aquel castaño hizo algunos movimientos y entonces me invitó a pasar. Al principio dude un poco sobre si debería hacerlo o no, pero al final terminé cediendo; me acomode en el asiento del copiloto y entonces me quedé viendo hacia el frente sin hacer nada, pues no sabía qué se hacia en estos casos. Esperaba porque encendiera el motor y nos llevara a donde sea que tenga planeado.

—De verdad espero que no intentes secuestrarme, porque tendré que llamar a la policía —avisé con un tono burlón.

—Bueno, pensaba llevarte a merendar —confesó.

Le dediqué una mirada extrañada, sin embargo voló mi vista al frente, donde se extendía la calle. Esta era una de esas nuevas experiencias en la que un individuo que quiere simpatizar contigo te invita a algún lugar para pasar tiempo juntos o algo por el estilo. Está bien, tengo que controlarme un poco, estoy llevando todo al extremo.

¡No puedo hacerlo! Es que no es tan fácil para mí. Me gustaba más cuando me la pasaba solo en aquella biblioteca donde nadie me molestaba porque ninguno tenía idea de quién era yo y nos les importaba averiguarlo. ¡Estúpidos chicos que me quitaron el libro! De no ser por eso entonces ahora estaría leyendo ese mismo libro que ya no tengo idea de dónde está. ¿Algo más que la vida me quiera mandar? Estoy preparado para lo que sea que pueda venir en un futuro.

Llegamos en unos siete minutos, pues el auto se detuvo y ambos salinos del vehículo. Le eché una mirada rápida al lugar y parecía como una simple cafetería de esas que son para pasar un rato agradable y relajado. Tal vez eso es lo que necesito después de todo, tener un poco de relajación en mi vida.

Entramos al establecimiento con toda naturalidad, caminamos hasta que tomamos asiento en una de las mesas de por ahí, que para mi bendita suerte se encontraba alejada del lugar. En todo ese momento me sentía nervioso, podría jurar que el sudor pasaba por no frente y este era tan frío que podría hacer cubitos de hielo al caer. Mis manos parecían un horno, con tan solo tocar un burrito congelado, este estaría listo para ser comido. Y ni se diga de mis inservibles —no literal— piernas, que parecían auténticos trozos de gelatina en medio de un temblor interminable.

Respire varias veces para tratar de calmarme.

—¿Estás bien? —preguntó.

De encargarme de remarcar mi sufrimiento, me había olvidado que se encontraba enfrente de mí.

—¿Y por qué no lo estaría? —mi voz sonó más temblorosa de lo que me hubiera gustado.

—¿De verdad nunca habías salido con alguien? —rió frunciendo las cejas curioso.

—No —estaba siendo demasiado sincero con ese tipo.

Una mujer nos ofreció los menús para poder elegir lo que íbamos a ingerir, evidentemente. Por mi parte, me decidí por unos ricos waffles junto a un poco de jugo de naranja. Algo simple. La verdad, no era de esas personas que pueden comer kilos de comida sin vacilar, por el hecho de que disfrutan de la comida.

—Entonces —habló una vez que se retiró la mujer—, hablemos.

¿Y de qué carajo?

Balón de Fútbol [Kelliver]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora