Capítulo 08: Murales inesperados

66 10 4
                                    

Durante toda la noche no paraba de dar vueltas en mi cama, viendo a todos los puntos de la habitación que obviamente estaban oscuros, a excepción de la ventana que se encontraba abierta, por esta se podía ver como la luna tomaba su posición sobre el cielo nocturno. Desde que había regresado tarde de la biblioteca, mi mente no podía dejar de pensar en todo lo que he vivido en los últimos días, desde aquel accidente que me convirtió en el "chico estrella" hasta las repentinas visitas de ese castaño. Cuando lo escuché hablar en la biblioteca, y posteriormente verlo un poco decaído por la ruptura con su novia hizo que de alguna forma simpatizara un poco con él, es decir, en aquel momento parecía una persona normal; quiero decir, una persona que no es el centro de atención de una universidad o algo por el estilo, esa vez era diferente. Había actuado de la manera más sincera.

Alan no se encontraba en la habitación esa madrugada, puesto que se había ido a una de esas miles fiestas de fraternidad o algo así, realmente no le puse mucha atención cuando trató de explicarme porqué no iba a llegar a dormir sino hasta la mañana, no es como si fuera su mamá que está atenta a cada movimiento que hace. Yo simplemente me encargaba de que las cosas dentro de la habitación no se salgan de control, y que ese idiota no cometa tonterías en público, pero al ir a algún lugar por su propia cuenta, en ese caso era responsabilidad suya el procurar no terminar ahogado en alcohol.

"Personas que de verdad le interesan" —repetí—. ¿Qué significa eso? Ahg, ese tipo está jugándome una broma.

Al cabo de segundos me levanté bruscamente del colchón, tenía bastante calor y el sueño simplemente no me llegaba, es como si estuviera condenado a quedarme despierto hasta que empiece mi día de clases y entonces arruinara mi vida por una decisión mal tomada. Todo por culpa del insomnio y las ansias que me provocaba pensar en loco que debe estar ese ojiverde al hablarme de la nada. Simplemente no tiene sentido.

[...]

La alarma sonó por fin y yo me había mantenido despierto toda la madrugada sin poder pegar el ojo una sola vez desde que volví a mi habitación. No puedo creer que el tema del castaño simplemente me tenga como un maldito loco y no en un buen sentido, hablo de que mi cabeza está a punto de estallar debido a las cuestiones y las dudas que emergen de esta. Es que a pesar de todo no logró comprendo, ¿cómo es que alguien quisiera estar más de dos segundos conmigo? Según todas las personas que conocí antes de mudarme, era una persona rara y para nada social que solamente tenía alguna mierda que decir, y tal vez sea cierto, excepto por la parte en que todo lo que digo es una mierda, porque realmente no lo veo así.

—Ahg, deja de pensar tanto o vas a volarte la cabeza —me dije a mi mismo—. Ahora vas a ir a clases y tendrás un día normal y tranquilo.

Cerré los ojos, exhale y simplemente me dirigí a la ducha para comenzar mi día con un buen baño de agua caliente.

Caminaba por los pasillos con un libro entre mis brazos alternando mi vista a las diferentes personas que apenas me veían comenzaban a saludar energéticas. Simplemente rodaba los ojos y seguía con mi camino. Hasta que unos dos chicos pertenecientes al equipo de fútbol me tomaron por los brazos y me arrastraron a no sé donde; durante el camino pude darme cuenta de que esos dos tipos apestaban a alcohol y lo único que podía hacer su cerebro en ese estado es hacer que se rieran con cada cosa que pasaba.

Después de lo que parecieron tres minutos se detuvieron frente a uno de los tantos murales de la institución, entonces me empujaron cerca de este. Alcé mi vista y entonces me di cuenta de la tontería que acaban de hacer esos idiotas.

Habían puesto un póster gigante con mi cara impresa en ella mientras estaba inconsciente en aquel partido junto a una leyenda que decía "#1" Mi expresión era de completa sorpresa, mi boca estaba abierta y mis ojos estaban a punto de salirse de su lugar. Voltee para encontrar a los dos chicos, pero habían desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Giré de vuelta hasta el mural y lo observé por unos segundos. Entonces un ataqué de desesperación llegó a mí. Comencé a jalar el póster con la intención de arrancarlo de su lugar, pero estaba bien sujeto, lo cual me dio un resultado negativo. Mis brazos no eran lo suficientemente fuertes para quitarlo de ahí.

Pero la vida es linda conmigo.

Apenas di un paso hacia atrás, una multitud de gente estaba al rededor agitando los brazos, chiflando y gritando con emoción celebrando a la estupidez puesta en el mural. Mis mejillas tomaron un tono rojo en cuanto miré el número de personas que celebraban algo que no tenía sentido. Definitivamente mi mayor temor se había ido completamente por un ducto a partir de ese hecho. Ahora todos sabían de mi existencia y me alababan por eso. ¡Por dios! ¡Esto es demasiado! Ya era como para que lo dejaran atrás y siguieran con sus vidas como si nada hubiera pasado.

Pero claro que no lo hicieron.

Los mismos dos idiotas que se habían marchado momentos antes volvieron con el trofeo y los honores que ganaron entre sus brazos para acercarse a mí con una sonrisa. Mientras tanto yo esperaba por que me mataran ahí mismo y así ya no tendría que presenciar... lo que sea que esté pasando en estos instantes.

—Sin ti jamás lo hubiéramos logrado —gritó uno.

—¡Un aplauso para este héroe! —enseguida todos los individuos juntaron sus palmas repetidas veces.

Negué con mi cabeza varias veces ignorando por completo lo que hacían los demás. Como última alternativa comencé a correr lejos de esa zona, tan rápido como mis pies me permitían. No quería ver a ninguno de ellos, menos toparme con alguno. 

¿Pero cuándo obtengo lo que quiero? Exacto, nunca.

Cuando estaba a punto de llegar hasta el interior de la institución, alguien me tomó del brazo haciendo que parara mi carrera. Voltee a ver el responsable y entonces una expresión de confusión adornó mi rostro. Me quedé quieto, tratando de descifrar lo que pasaba en ese instante. Pues quien me había detenido no era nadie más ni nadie menos que él. El mismo tipo que me sigue y que no me dejó dormir.

Era el castaño.

—Justo a tiempo para esa salida —dijo esbozando una sonrisa—. ¿Por dónde quieres comenzar?

—Yo... —mi mente estaba en blanco—. ¿Qué?

Con un demonio, lo que me faltaba.

Balón de Fútbol [Kelliver]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora