Capítulo 10: Todo fue mi culpa

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—Y entonces las papas fritas volaron por el aire y cayendo en su cara —terminó por reír como un loco.

Durante todo lo que llevamos en este lugar, el único que se ha dedicado a hablar para romper la barrera de hielo es el castaño. Que parecía como si no le importara tener que hacer eso. Me trataba como si fuéramos amigos de hace varios años, lo cual era bastante extraño para mí tomando el hecho de que soy como el chico que no habla con nadie y no tiene intenciones de hacer algún amigo. Pero aquí estaba, hablando con una de las personas más populares de la institución. Apenas y lo conocía, pero me ha ayudado bastante, a pesar de sorprenderme en la biblioteca cada que quiero concentrarme alejado de los demás. No sabría explicar lo que sucedía en ese instante, pero si puedo asegurar que ese castaño de verdad quería hablar conmigo ya que a pesar de mis escasas palabras, es igual.

—Oye, esto es demasiado raro para mí —dije parando su charla decidido a obtener respuestas—. Es decir, soy un chico que no tiene planeado tener amigos, pero tú te esfuerzas en hablar conmigo. ¿Por qué? 

Tal vez mi comentario había salido en el momento menos esperado, pero de verdad necesitaba conseguir respuestas ante todas las preguntas que se pasaban por mi cabeza como un torbellino. No me parece lógico que de un día para otro me empiece a encontrar a ese chico quien me quiere hablar sin un motivo aparente. No quiero decir que no sea así como se hacen los amigos, lo que me parece raro es que sea justamente conmigo. ¡Que se trate de mí! Quien no busca socializar con los demás y que se mantiene oculto en las sombras. A cualquier persona le resultaría aburrido hablar con otra que no tiene intenciones de hacerlo pero insiste en querer entablar una amistad conmigo o algo por el estilo. No lo comprendo. 

Hasta ahora estoy viendo ese lado de las cosas... pero mi mente ha sido un reverendo desastre estos últimos días. Todo empezó cuando aventaron ese libro a la cancha, ¡Todo por es su culpa! Si supieran respetar a los demás, entonces jamás hubiera bajado para recogerlo y por ende jamás me hubieran noqueado de esa manera para que al despertar toda la puta universidad me alabe como a un dios. ¡Ya nada tiene sentido aquí! Es demasiado para un simple mortal como yo. Extraño los días en que las cosas eran más fáciles y de lo único que tenía que preocuparme era de entregar los libros a tiempo o llegar puntual a clases. 

Moví mi cabeza de un lado a otro para poder eliminar cualquier pensamiento que pasara y poder concentrar toda mi atención en la persona enfrente de mí. Estudié rápidamente su comportamiento y me di cuenta de que mi pregunta había sido una un tanto espontánea. Las historias que antes salían de su boca habían desaparecido y en sus ojos mostraba profunda confusión. Creo que fui un poco directo en cuanto aquello.

—Voy a ser sincero contigo —suspiró—. La verdad es que desde que te vi en aquel partido fue como si algo dentro de mí me dijera que debía hablarte, así que lo hice y la verdad es que... me agradaste —me miró.

Ahora era yo quien tenía la cara de profunda confusión. No puedo creer que todo esté pasando en mi maldita vida tan tranquila y serena. Ahora resulta que le agrado a ese tipo. Trataba de responder algo ante sus palabras, pero nada salía de mi boca; solamente los estúpidos balbuceos de alguien que se acaba de enterar que puede tener amigos aún siendo así de 'raro' dentro del concepto de normal en esa institución. 

Como única alternativa comencé a reír como un maldito loco.

—¿Estás bien...? —preguntó.

—P..primero nadie me.. conoce —dije entre risas—. Y... des..después resultas que ¡TÚ!  dices que ¡YO! ¡TE AGRADO! —solté carcajadas.

Golpeaba la mesa desesperado mientras no paraba de reír de una manera escandalosa dejando al tipo muy, muy, muuuuy confundido. Pero poco me importó porque tenía como una falla en el sistema que no me permitía pensar con claridad y como única salida me empecé a morir de risa. Como cualquier persona normal haría en estos casos. Tras minutos de mantener esa actitud histérica, la realidad volvió a mí y dejé de reír instantáneamente. Comencé a fingir que sollozaba mientras soltaba pequeñas maldiciones. Saqué unos billetes de mi pantalón y los dejé sobre la mesa. Sin siquiera avisar de imprevisto, me encontraba caminando lejos de aquel lugar temblando de pies a cabeza rumbo a la parada del autobús. Iba a regresar a mi habitación para quedarme ahí y no salir nunca jamás en la vida.

No pude dar más de diez pasos porque el otro idiota me tomó del brazo para hacerme voltear bruscamente. Lo único que quería era irme de ahí.. ¡IMBÉCIL! ¿Qué no te das cuenta de eso? No, claro que no... ¡PORQUE SOLAMENTE ME FUI! Soy un completo desastre. Le dique una mirada como pudiendo ayuda para que no dijera nada más y simplemente me dejara ir en paz. Pero parecía que ni eso podía hacer ya que simplemente se me quedaba mirando como si fuera a decir la cosa más importante del mundo.  Y no estaba mal, es solo que, ¡No quiero escuchar nada en este momento! Como si mi vida no fuera lo bastante loca como para que me pasen este tipo de cosas raras. Es decir, todo mi mundo se ha volteado de cabeza en un abrir y cerrar de ojos.

—Está bien, te lo voy a decir todo —me dijo apurado—. Pero prométeme que vas a oírlo hasta el final.

Mi expresión de extrañeza aumentó considerablemente. Yo no me entendía, él no se entendía. ¡El autobús ya se había marchado! Ya nada podría empeorar las cosas en este momento. Ya estaba bastante alterado y no podía ir más lejos de ello porque entonces todo se saldría de control y es que ya no tengo idea acerca de mí o lo que hago. Sólo sé que hay un nudo dentro de mí que no me deja pensar con claridad y a pesar de tener la respuesta, no puedo captar por lo estúpidamente antisocial que soy. Bien, ¡gracias vida! Por darme esa paz que siempre te estuve pidiendo. No sé que haría sin ella... Seguramente morirme. ¡Basta de mierdas!

—Más vale que hables, castañito —lo señalé.

—Empecemos de nuevo. Hola, me llamo Oliver, Oliver Sykes —hizo una pausa—. Y me gustastaste desde el primer momento en que te vi. ¿Recuerdas que teminé con mi novia? Bueno, fue por ti.... Además... Fue mi culpa que terminaras en aquel campo de fútbol aquella vez, yo le dije a eso chicos que te quitaran el libro, que he conservado desde que lo encontré.

Todo se volvió aún más extraño de lo que podría llegar a ser. Oliver me acababa de confesar que había sido su estúpida culpa el hecho de que aquellos chicos me quitaran el libro y lo arrojaran en medio de la cancha al final del partido más importante de la institución. Pero eso no era todo, sino que me había dicho que toda la mierda que he tenido que pasar no fue nada más y nada menos que porque le gusto. Primero no tengo amigos, todo es normal, me encierro en la biblioteca y trato de ser lo más antisocial posible. Después que quiero ir por mi libro, me atacan unos grandullones sin piedad, termino inconsciente y resulta que todos me creen el héroe que ha salvado el mundo y hasta pintaron un mural. Y de la nada, el castaño se decide por hablarme de formas extrañas hasta que así como así me confiesa esas dos mierdas. Sin previo aviso —o tal vez sí— ¡Carajo! ¿Por qué la vida tiene que ser tan complicada para mí?

Esperen un segundo...

¿Y si todo este tiempo la vida me ha dado lo único que he necesitado después de tanto tiempo? Por fin podría empezar a tener amigos y socializar con las personas para enriquecer mi mente con las diferentes formas de pensar. Así aprendería más y no me sobraría tiempo para simplemente irme a dormir cuando en verdad no lo necesito. ¡Porque hay más en la vida! Mucho más y jamás me he atrevido a saberlo porque no quiero salir de mi zona segura. Porque me niego a querer convivir cuando tal vez eso es lo que todo este tiempo he necesitado... ¿Pero y si estoy en un grave error?

¡A LA MIERDA TODO!

Tomé al castaño de la playera y entonces acerqué su rostro al mío para poder unir nuestros labios en un estúpido beso romántico que tanto él como yo disfrutamos a lo máximo. Era una sensación muy diferente a todas las que he tenido, ésta vez fue como si en mi estómago pasara una manada de elefantes mientras que mi corazón se acelera y mis mejillas se ponen rojas. Pero no iba a parearme del beso, no cuando sabía que él había colocado su brazo alrededor de mi cintura para acercarme más, así, aceptando el beso tan raro que nos estábamos dando. Por fin había hecho algo que estaba fuera de mi sistema o mis planes. 

Y creo que me gusta.

—Soy Kellin —sonreí grande después del beso.

Balón de Fútbol [Kelliver]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora