Cinco sospechosos y un asesino

Parte 8

Los nervios comienzan a apoderarse de mi, ¿qué irá a ocurrir? ¿qué pasará con nosotros? ¿hasta cuando estaremos encerrados aquí? siento cómo las gotas de sudor empiezan a recorrer mi piel... respirar se me hace cada vez más difícil.

Andrea, está en una esquina sentada en posición fetal llorando silenciosamente, nadie se acerca a ella, la observamos cada uno desde nuestras posiciones. Nadie se atreve a intervenir, además ninguno de nosotros nos encontramos en condiciones de consolar a nadie. 

Se crea un silencio incomodo y tenso, que es interrumpido de vez en cuando  con el llanto fatigado de Andrea. Nadie habla, nadie dice nada. Yo no puedo dejar de pensar en mi futuro¿será este mi fin? debato en mi cabeza. 

El silencio es fuertemente abatido por un grito del General Merino. ¡Miren malditos bastardos, tienen exactamente un minuto para decirme ahora quién es el puto asesino! - grita descontrolado mientras nos miramos con cara amenazante. No hay respuesta alguna, lo que causa la indignación y descontrol de este hombre. Comienza a sacarse la camisa del pantalón, todos lo miramos espantados. 

Bruscamente se quita el cinturón - Si no me dicen ahora, habrá otro muerto, así que hablen ahora.-  pude ver como salía volando saliva de su boca. El general estaba descontrolado, ya no aguantaba más tiempo en el lugar, la verdad, ¡nadie!

¿Acaso no quieren ir a casa? ¿Ver a sus familias? ¿Llegar a sus hogares? ¿Seguir con sus putas vidas? - gritó en la pieza. 

Andrea comienza  a gritar como si estuviera pariendo, lo que nos alteró a todos. En medio de este escándalo yo no puedo dejar de pensar en qué minuto me había visto en vuelto en este rollo. ¿Como mierda llegué acá? me preguntaba. 

Tócame y el próximo muerto serás tu maldito loco- grita Andrés desafiantemente avanzando hacia el general. 

Yo estaba ahí, parado. Senti que mi cabeza iba a explotar. No puedo reaccionar; mi cuerpo, mis articulaciones no me lo permiten, estoy inmóvil. ¿Puedo permitir otro asesinato?.