Parte 4

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Entra el general Merino y me dice :

–Nada que calladito, vienes conmigo-.

 Su ayudante Stewart me agarra bruscamente del cuello de la polera para sacarme de la sala. Tengo miedo, sé que no hice nada malo y no tendría por qué temer, pero estos hombres son muy bruscos, incluso me parecen algo turbios.

Stewart me lleva a la oficina de Don Eduardo, me sienta en una silla al frente de una cámara apuntándome y sale del lugar. El general me indica que él pregunta y yo respondo. La primera pregunta es cuál es mi nombre, Hernán Cansino y mi oficio, publicista de la agencia. Mi relación con Rick, era no más que compañeros de trabajo. 

Me enseñan fotos de personas y tenía que reconocer quienes eran, yo creo que es para verificar mi cercanía con el asesinado. Salía su madre, su prima hermana, su sobrina, el portero de su edificio y Laura a quien es la única que admití conocer, ya que era evidente si es mi colega. Si decía que los conozco a los otros, me metería en un lío innecesario. Por último me pregunta que estaba haciendo a las 2:15, almorzando eso estaba haciendo y a las 15:15 volví a trabajar en mi oficina.

- Si quieren pueden pueden registrar el último Excel que guardé en mi computador donde sale la hora. - dije.

El general se acerca a mí, muy cerca tanto que podía ver que sus ojos son levemente de distinto color y me dice

 – Qué curioso estas bastante tranquilo, pareciera como si hubieras practicado todo el día que decir-. 

Le digo que estoy tranquilo porque sé que no fui yo, pero en realidad tiene razón con que obviamente pensé en que diría, pues cada gesto, cada palabra que le pareciera raro podría usarla en mi contra y ya solamente quiero salir de este caos y volver a mi casa en paz.

 Se abre un poco la corbata y noto que en su cuello tiene la medalla de Rick del ying y el yang que el mismo diseñó. Se me deforma la cara y sin pensarlo dos veces le gritó :

–¡Qué haces con a medalla de Rick!- 

Merino apaga la cámara y me ataca diciendo que cómo sé que es de él, que yo lo maté y me agarra a patadas y sigue gritando – ¡Hijo de puta fuiste tú!-. Me suelta y me dice que no sólo cargaré con haber asesinado a Rick, sino con haber mentido en mi declaración al decir que solo fuimos compañeros de trabajo, cuando conocía algo íntimo de él. la evrdad es que yo solo recuerdo ese collar de Rick porque se le había desprendido una vez del cuello y lo había encontrado en el pasillo de la oficina. por lo que me sorprende verlo ahora en el general.

 – Te cuento que ya eres sospechoso por haber mentido estúpido-, me dice Merino.

 – Con mucho respeto le digo mi general, que usted también pasaría a ser culpable por tener la medallita de Rick. ¿Por qué mejor no me cuenta usted de su relación con él?.

-. ¡Stewart! Llévatelo. 

Cinco sospechosos y un asesinoWhere stories live. Discover now