Siento como una gota de sudor se desliza por mi frente. ¿Cómo explicar lo que había ocurrido?. Que yo, un hombre que prácticamente nunca había matado ni siquiera una mosca, había cometido un asesinato a sangre fría. Parece increíble. La verdad es que hasta yo me siento sorprendido. Sin embargo ya no siento miedo... después de todo ya no hay motivo que me quede en este mundo por el cual luchar.
- Adelante, te escucho.- insiste el general.
Sin embargo sé que luego de que le cuente mi historia, el ni nadie logrará entenderlo. Pero la verdad es que no me arrepiento de lo sucedido. Es más, aunque suene sádico, siento que luego de haber asesinado a Rick puedo morir tranquilo. De hecho, creo que por eso mismo me avergüenzo de admitir que yo soy el culpable... porque no siento remordimiento alguno... solo paz.
- Eli era mi mujer. La mujer más bella que he visto en toda la historia. Era amable, divertida, y llena de vida. Parecía que nada le molestase. No se dejaba llevar por las opiniones de los demás. Ella era única y...
- ¿Que tiene que ver tu mujer con que hayas matado a Rick?- me interrumpe el Merino.
- Pues todo...-
Me mira con desconfianza. Sé que ya me considera un loco de remate, pero a estas alturas de la vida ya nada me puede importar menos. Me hace un gesto con la mano para que prosiga.
- Ella era perfecta. Solo que tenía un secreto oculto, un pasado oscuro... el cual logré descubrir tan solo después de 3 años de casados. Cuando iba en tercero medio ella era... gorda, muy gorda. Pero era feliz con eso, no le importaban las apariencias. Hasta que llego una chico nuevo a su clase, y él desde el minuto que entro a la sala comenzó a molestarla sin detenerse. Creo apodos horribles, los cuales todos sus compañeros adoptaron, por lo que inclusos sus más amigos comenzaron a molestarla sin parar. Este hombre la acosaba constantemente en los pasillos, sin dejarla pasar desapercibida. El bullying fue tanto, que un día sus padres la encontraron desmayada en el suelo de su baño... había tratado de suicidarse con sobredosis de pastillas. Ella y su familia se cambiaron de ciudad para comenzar de nuevo. Eli propuso cambiar su aspecto y se volvió toda una deportista. Vio esta segunda oportunidad como un nuevo nacimiento, y decidió dejarlo todo atrás, convirtiéndose en la mujer en que me enamoré. Y nunca nombró a aquel hombre que había destruido su vida, a tal punto de que casi acaba con ella...Aaa pero eso sí, siempre cuando encontraba que engordaba un poco, le venían crisis de pánico. Por lo que puedo suponer, que nunca se mejoró del todo.
Puedo notar que el general está confundido. No entiende por qué cuento esta historia, pero la verdad es que este es el inicio de todo.
- Hace un mes tuvimos una cena como oficina, en la cual cada uno llevo a su pareja, por lo tanto yo fui con Eli y ...-
- Un momento chico, no entiendo a donde va esta historia. – dijo Merino
- Le prometo que ya estoy terminando. Ya entenderá... Bueno, cuando entramos a la cena con Eli saludamos a todos, y pude notar que ella se puso muy nerviosa. Me pareció muy extraño, pues ella siempre ha sido la extrovertida de la relación, sin embargo permaneció toda la comida prácticamente muda. Cuando ya habíamos comido me pidió por favor si podíamos irnos. Yo extrañado por la situación le dije que por supuesto pero que me esperara unos segundos para ir al baño y luego nos íbamos. Cuando regrese ella estaba junto a Rick, quien parecía estar riéndose mientas Eli miraba al suelo sin emitir alguna emoción. Cuando me acerqué Rick me dijo que habían sido amigos en el colegio. Mientras me lo decía abrazaba a mi mujer quien permanecía rígida en su lugar, con una sonrisa avergonzada. Camino a casa le pregunté si le ocurría algo, sin embargo ella simplemente negó con la cabeza. Apenas llegamos a nuestro hogar yo me quedé dormido. Como lamento haberlo hecho... pues esa mañana...-
Las palabras se quedan en mi garganta... el recuerdo está demasiado fresco en mi memoria, y no puedo evitar desparramar más de alguna lágrima. Mi corazón no puede estar más apretado, pero aún así prosigo entre sollozos.
- Esa mañana me levanté y Elizabeth no se encontraba a mi lado. Extrañado me levante y fui al baño, donde la encontré tirada en el suelo. Cuando me agaché para abrazarla pude sentir su piel helada. Lo recuerdo como si fuera ayer... llamé inmediatamente a la ambulancia la cual nos llevó a ambos al hospital. Sin embargo ya era muy tarde. Eli había muerto de una sobredosis.-
Me detengo un momento, pues me quiebro y no puedo seguir adelante. Paso unos minutos limpiando mis lágrimas mientras el general no dice nada.
- Mientras estaba en la sala de espera del hospital se me acercó un Dr. Cuyo nombre ya ni recuerdo. Él me dijo que Elizabeth padecía de depresión endógena, por lo que es probable que algo hubiera gatillado en ella la depresión, lo que la llevo a suicidarse... yo no lo podía entender, hace un día ella era la misma de siempre... mi mujer radiantemente feliz, no hallaba explicación de qué clase de depresión me estaba hablando. Me marché a mi hogar sin saber qué hacer, todo parecía irreal. Cundo llegué a casa me percaté de que había una carta con mi nombre en el velador de mi difunta esposa.
"Lo lamento cariño. Nunca te conté quien era aquel hombre que me hizo sufrir cuando era adolescente... su nombre es Rick. No puedo con estos recuerdos que tengo en mi mente, lo lamento mucho, no puedo vivir así. Te amo, Eli."
Eso era todo lo que me dejó... fue ahí cuando lo asimilé, ese bastardo había sido quien intento acabar con la vida de mi mujer en la escuela, y la destruyó por completo esta vez... Él no merecía vivir, no después de lo que le hizo a mi Eli. ¡Él es el verdadero culpable! ¡Nada de esto hubiera pasado si no fuera por el! Lo odio, ¡Lo odio!
Miro hacia el general Merino y veo que está marcando el teléfono.
- Stewart, necesito que vengas para que lleves a Hernán a su celda. Pasará largo tiempo en ella...
La furia y tristeza se apoderan de mí, y antes de que pueda reclamar dos hombres grandes me agarran y esposan.
- ¡Ese hijo de puta es el culpable! ¡Lo odio y doy gracia a Dios de que este muerto! ¡Se lo merece!
Me llevan hacia una celda que parece una pocilga. Me tiran fuertemente en ella y cierran la puerta de un portazo.
- ¡No me arrepiento de nada! ¡y si volviera al pasado lo haría de nuevo una y otra vez!- grito.
Pues esa es la verdad. Si pudiera hacerlo de nuevo lo haría, solo para sentir aquella satisfacción de apuñalarlo por la espalda mientras menos se lo esperaba. Solo así mi amada Eli obtuvo la venganza que se merecía... Que en paz descanse y que desde el cielo vea como se quema ese maldito. Yo aún tengo tiempo de que Dios me perdone.
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Cinco sospechosos y un asesino
Gizem / GerilimHistoria de un asesinato, creada por 5 estudiantes de periodismo. Creación en proceso.