Familia... hogar... todo... ha sido arrebatado... por él...
El pasado... estremece...
El presente... pone en duda...
El futuro... angustia...
Yo sé... que nada es eterno... pero... ¿Por qué fue así...?
Esto pensaba el joven Kaoru mientras soñaba en medio de la noche, al mismo tiempo que, frente a sus ojos, pasaban fugaces memorias del ayer, del hoy y del mañana.
En medio de este profundo sueño se escucha una voz conocida, como si viniera del más allá.
-Kaoru... - con esta voz en sus oídos sus pensamientos se disipan - ¡Kaoru, despierta!, necesitas prepararte.
El muchacho se levanta de un tirón, como si alguien le estuviese jalando, al escuchar la voz de su compañero, se despereza, se levanta del suelo donde estaba durmiendo, se alista y sale rumbo a su prueba de admisión en la Academia Nacional Mayor de Meikon, la primera de su clase en el Imperio de Vidorea, donde se ubica nuestra historia.
Se viste con su uniforme militar y se encamina presuroso para llegar antes del inicio del evento, y estando en marcha, a lo lejos, logra divisar una silueta que conoce bien – ¡Heeey..., Kaoru...! – Escucha en la lejanía una voz que le llama a su encuentro – ¡Tiempo sin verte...! – La silueta se acerca, volviéndose más evidente, y responde – ¡Kenta, a los años! – Se reencuentra con un viejo amigo en la puerta de entrada.
-No creí que te encontraría llegando tarde – Dice Kenta mientras ingresan a la institución.
-Ahora esperemos los combates – comenta Kaoru.
Caminando por el pasillo un mensaje resuena en la institución: "¡Todos los participantes del torneo presentarse en el auditorio central!". Aceleran el paso dirigiéndose al lugar indicado, cuando llegan a la sala lo primero que ven es una multitud de jóvenes, todos participantes del torneo.
Todos se encuentran sentados observando al escenario. De pronto, sale una figura femenina y se acerca al micrófono:
- Muy buenas tardes, damas y caballeros, les habla la actual presidenta del consejo de estudiantes de la Academia Nacional Mayor de Meikon, Drácula Thartzor Vatemi, en breves instantes se dará comienzo al torneo anual de ingreso para elegir a los nuevos estudiantes de este año. Por lo visto son más de mil postulantes, pues les diré algo que les hará mejorar su desempeño durante las batallas: Solo ingresarán treintaidós de ustedes.
Todos los postulantes murmuran y replican por las condiciones aplicadas, mientras Kenta y Kaoru se miran con una sonrisa.
- Sin más que decir – pronunció, con aire risueño, la presidenta - ¡Que empiece el quincuagésimo sexto torneo de ingreso!
En el instante que terminó el discurso de apertura, los participantes empezaron a desaparecer del auditorio mágicamente. Estaban siendo transportados a la arena de batalla. Kaoru y Kenta no parecían sorprendidos, sin embargo procuraron alejarse el uno del otro por alguna razón. La mayoría de participantes seguían confundidos por lo ocurrido cuando de repente Vatemi aparece en una cabina de narración diciendo:
- ¡Hola a todos otra vez! – Se ríe discretamente – Como verán, en estos momentos se encuentran en el campo de entrenamiento de la academia. Antes de empezar, voy a decirles las reglas del torneo: ¡No hay reglas! Solo noqueen a la mayor cantidad de participantes que puedan. Pero tengan cuidado de ser noqueados – dijo con un acento de compasión y sarcasmo – si los noquean serán descalificados y no tendrán otra oportunidad. Muy bien, ahora daremos inicio al torneo.
Los participantes se miraban unos a otros sin saber qué hacer.
- ¿Preparados?
La tensión se sentía en el ambiente.
-¿Listos?
Los espectadores, entre alumnos y profesores, estaban callados, esperando.
- ¡Que pierdan los peores!
En ese momento sonó una campanada que indicaba el inicio de la masacre. Eran todos contra todos, algunos hacían alianzas temporales, otros se metían en batallas ajenas y noqueaban a un contrincante ajeno, todo con tal de no quedar descalificados. En cambio, Kaoru solo se quedó parado en su sitio, estaba quieto, como muerto en vida, hasta que alguien notó su inmovilidad y vio en ella una oportunidad. Era el hijo de un general famoso, se abalanzó hacia Kaoru, empuñando su espada firmemente para acabar con el de un solo estoque, pero, cuando solo quedaban fracciones de segundo para el impacto, Kaoru voltea y, empuñando su hacha, da un inexplicablemente rápido golpe en la espalda de aquel guerrero, dejándolo inconsciente. Empezó la verdadera masacre.
Kaoru parecía no estar consciente de que debía controlarse. Avanzaba agresivamente por la arena dando golpes certeros y veloces con su hacha, un arma que, considerando su peso, no debería de ser posible controlarla con tal velocidad y precisión. Cayeron dos, luego diez y decenas de decenas cayeron; habían pasado nada más que cuarenta minutos y en la arena solo quedaban menos de setecientos de los mil que eran. Kenta por otro lado, tenía una estrategia más astuta: Provocaba a varios peleadores al mismo tiempo para que pueda acabarlos en grupo, usando su número en su contra. Él, pues, usaba un tridente, heredado de su abuelo, El Gran Emperador de los Mares, Leviathan Fluetsor Krakken. Podía usar el agua a su favor en la batalla y, cuando sus víctimas estaban juntas, las atrapaba en un remolino para luego darles el golpe final con su arma.
Dos horas habían transcurrido desde el inicio del evento y ya solo quedaban unos 200 peleadores. Entre los que quedaban se encontraba una misteriosa chica encapuchada que, a pesar de no parecer amenazante, llevaba noqueando a muchos peleadores con un certero flechazo en la nuca o en la sien. Esta chica tenía un arco con dos cuchillas en los extremos por si tuviese que luchar cuerpo a cuerpo, pero la mayoría de sus bajas eran a distancia. Era muy veloz al disparar, mas no tenía flechas visibles en ningún lado: eran flechas mágicas que creaba con su propio poder; era el blanco de las miradas de muchos profesores y alumnos.
Cada vez se reducía el número de participantes en pie, Kaoru por otra parte, era el que más bajas tenía por mucha diferencia – Débiles... Inútiles... - Decía Kaoru mientras peleaba y acumulaba bajas. Media hora después solo quedaban unos cincuenta; se acercaba el cese del evento. Kenta cada vez menos bajas obtenía debido a que sus contrincantes lo atacaban de diversos lados - ¡Atáquense entre ustedes! – Les gritó mientras, uno por uno, los dejaba inconscientes con precisos golpes en la nuca. Kaoru y Kenta se encontraron frente a frente, no había nadie a su alrededor, sabían lo que debían hacer:
-¿Estás preparado? – dijo Kaoru a Kenta.
-No sabes cuánto esperé por esto – le responde en tono sarcástico.
Se abalanzan uno contra el otro a gran velocidad, uno empuñando su hacha y el otro con tridente en mano, dispuestos a asestar un golpe mortal. Ambos chocan sus armas en el mismo instante con una fuerza tal que el impacto generó una onda expansiva de unos metros de diámetro. Cuando estaban preparados para dar otro golpe son interrumpidos por una sucesión de campanadas que indicaban que ya solo quedaban treintaidós en la arena.
-¡Muy bien, chicos! – Dijo la presidenta, con una sonrisa que mostraba sus afilados colmillos – Ustedes son los treintaidós afortunados que consiguieron llegar hasta este punto de la prueba ¡Felicidades! Ahora – pronunció borrando la sonrisa de su rostro – deberán prepararse para la segunda fase, la cual se realizará mañana en la sexta hora de la primera séptima del día. Sus dormitorios están siendo preparados, así que tienen toda la potestad de visitar las instalaciones de la academia. – Su sonrisa volvió a manifestarse - ¡Nos vemos mañana!
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Deseo Perdido
FantasyEn un mundo en el que la magia y los espíritus existen, un joven soldado posee una importante misión encubierta: proteger a la princesa del reino. Para ello tendrá que pasar duras pruebas y pelear épicas batallas tanto con sus enemigos como con sus...