REBECCA
Un tremendo dolor de cabeza me invadió por completo, el punzante dolor no parecía querer desaparecer, me removí inquieta y finalmente abrí los ojos.
Estaba en una camilla de sábanas blancas, encerrada en el cuarto de un hospital, me senté y me tapé la cara, sacudiéndola de un lado a otro intentando que los recuerdos vuelvan y lo hicieron.
Imágenes reaparecieron en mi cabeza, una Hannah completamente desfigurada se encontraba siendo golpeada por mi sin cesar, no podía parar, solo me empeñaba en golpearla, en hacerla sentir toda la mierda que ella me había tirado los últimos años, quería matarla, hacerla desaparecer, y si eso no era posible quería hacerla sufrir, porque ella se merecía cada uno de esos golpes pero el problema es que yo no era la que teñí que dárselos, yo no era así, no era vengativa y mucho menos violenta, esa no era yo.
Me refregué los ojos con fuerza y volví a abrirlos enfrentándome a esa realidad de la cual estaba queriendo escapar, miré hacia mis costados y me encontré con un Theo muy dormilón envuelto en una manta blanca, recostado en una silla.
Me había desmayado en los brazos de un extraño, observé mis manos vendadas y como una niña curiosa de tres años me las quite, mis nudillos se encontraban tan hinchados que eran imperceptibles ante mis ojos, tenían un color violeta para nada agradable, me dolían muchísimo, pero eso no se comparaba ni un poco a mi punzante e insoportable dolor de cabeza.
Al menos ya estaba de vuelta y por más que deteste admitirlo extrañaba a Rawcity muchísimo, más bien, extrañaba tener una cama sobre la que dormir y una despensa a la cual acudir cuando se me diera la gana, aveces son tan simples y básicas las cosas que tenemos que cuando nos las quitan las extrañamos mucho y cuando no las devuelven las ignoramos sin cesar.
Despertaste— susurro Theo reincorporándose en la silla y acercándose hacia mi, levante la cabeza y lo miré a los ojos, estaban rojisimos y entreabiertos— lamento haberme dormido quería estar despierto para cuando tú despertases pero se ve que te gusta mucho dormir.
¿Que paso?— pregunte recalculando todo en mi mente.
Los rescataron, ya están todos a salvo excepto por una chica pelirroja que tiene muy mala pinta— Hannah— ¿Por qué?
No lose— dije tirándome en la cama y tampandome la cara— te juro que fue como si estuviera poseída, no sentía ni siquiera el dolor en mis puños, no me paré ni un segundo a respirar.
Te fracturaste los nudillos de ambas manos, se nota que el control no es lo tuyo— sonreí debajo de mis manos y abrí un poco mis dedos para obsérvalo y recordé...
¿Vodka con unas pastillas anestesiadoras?¿Sabes que es lo peor? La palabra anestesiadoras no existe, se ve que a mi hermano le iba tan mal en español como a ti— no era mentira, Eddy era un desastre escribiendo.
Disculpe profesora— alzo las manos haciéndome burla y ahí es cuando me pego.
¿Y Logan?— no lo había visto durante ni después de la pelea, Theo abrió la boca para responderme pero fue interrumpido por la presencia de una doctora, su rostro se me hacía familiar de algún lado.
Veo que ya despertó— esa voz— buenos días Rebecca, mi nombre es Nora.
La mujer del cementerio.
¿Quien eres y de donde conocías a mi hermano?— la tome de la mano con brusquedad.
—Soy Nora tu doctora.
—¿Quien eres?
Pequeñita cálmate, no creo que debas de tratarla así— algo en el rostro de Theo me llamo la atención, se puso de pie y miro a la doctora con el ceño fruncido— creo que me puede dar la información a mi, afuera, a solas.
ESTÁS LEYENDO
La chica de porcelana (Libro R)
Подростковая литература"Él era amante de lo roto y lo extraño, creo que por eso de alguna u otra forma estábamos entrelazados, yo era una chica rota e indiferente para los ojos de los demás, pero con él me sentía completa, distinta y especial" Rebecca Woods, una joven de...